Sale a escondida con un expram y la liquidan en una balacera

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La familia le explicó a los detectives que residía en el sector El Pique, municipio Jesús Enrique Lossada, con su marido y sus hijos. Pronto se mudaría a una quinta que construían en La Concepción. Hasta donde conocían su conducta era intachable. Se dedicaba a su familia

Desde cuándo Wuaibelis Scarlet Pulgar Fernández, de 26 años, se encontraba con Carlos Eduardo Linares Omaña (28), expram del Pabellón B del antiguo retén de El Marite, no se sabe. Su familia solo recordó que salió, el pasado jueves en la mañana, en su Optra y a las pocas horas les informaron que la habían ultimado en un enfrentamiento con la Policía científica, en la calle 14B entre avenidas 66 y 67 del Cecilio Acosta, parroquia Juana de Ávila de Maracaibo.

La familia le explicó a los detectives que residía en el sector El Pique, municipio Jesús Enrique Lossada, con su marido y sus hijos. Pronto se mudaría a una quinta que construían en La Concepción. Hasta donde conocían su conducta era intachable. Se dedicaba a su familia.

Los oficiales contaron otra historia sobre Pulgar. Viajaba con el expram y líder de una banda de robo de carros como su copiloto. Al verse acorralada, cada uno tomó un arma de fuego, una Prieto Beretta, calibre 765 y un arma 380, y dispararon unas 30 veces en contra de la comisión. Primero la hirieron a ella y luego a su acompañante. Ambos ingresaron muertos al Hospital Universitario.

La mujer no tenía antecedentes penales ni registros policiales. Pero a su amigo lo buscaban desde que se fugó en 2016 del retén El Marite. Este esperaba juicio por porte ilícito de arma de fuego y robo agravado desde 2008. Durante su estadía en el Centro de Arresto y Detenciones Preventivas conformó su organización criminal, mejoró sus tácticas como hampón y extendió sus dominios hasta el estado Lara.

En el momento del enfrentamiento, la pareja viajaba en un Hyundai, Elantra, 2016. Quisieron escabullirse, pero una patrulla de frente obligó al conductor a frenar de golpe y una Ford, Runner, los chocó por detrás. «Ambos apelaron a sus armas para salvarse», sostuvo uno de los funcionarios actuantes. Luego de su deceso, se conoció que la pistola 380 estaba solicitada.

Tras conocer la otra vida de Wuaibelis, su familia ocultaba las causas de su muerte en la morgue forense. «Se trata de un asesinato», comentaban. Pero ninguno se atrevió a decir cómo, cuándo ni por qué.

LV