“La revolución pranificó a Juan Bimba”

Colette Capriles, psicóloga social y docente de la USB, considera que el primer síntoma de locura de un mandatario es creerse imprescindible 

—Hace cuatro años usted dijo que “pudimos  haber aprendido sin tanto palo”. ¿Aprendió algo el venezolano en los últimos tres o le esperan nuevas palizas?

Como diría McLuhan, la paliza es el mensaje. Ya veremos qué clase de mensaje quieren oír los venezolanos, que hasta ahora ha aprendido a echarle la culpa a otros.

—¿En qué ha devenido Venezuela?

En el campamento que nunca ha dejado de ser.

—De ser el país su paciente, ¿la patología?

Histeria disociativa, al estilo Charcot.

—¿Están Tío Tigre y Tío Conejo en la nueva Asamblea?

They will come back.

—¿Es hoy Juan Bimba una fantasía de la revolución?

La revolución lo “pranificó”.

—¿Es el venezolano ilegal por tradición?

En la tradición del “se acata, pero no se cumple”.

¿La pantalla criolla?

Ya ni nos miramos unos a otros. Practicamos el buceo de bolsas de mercado.

—¿Cómo explica a sus alumnos la “esfumación” de gran parte del Tesoro Nacional sin que haya ni un chino de Recadi ni protesta popular?

Parece que aún persiste la idea de que todos participaron directa o indirectamente en la “esfumación”. Gran ratón colectivo.

—¿Daría clases en la UBV?

Para dignificarla.

—De impartirlas en el Parlamento, ¿qué cátedra?

Retórica.

—A pesar de ser quien elige, ¿por qué se exculpa a la población?

Por el mito del buen salvaje, de la inocencia primigenia.

—¿Un mito desmitificado?

El Caracazo.

—¿Una institución para acostar en el diván?

El TSJ. Aunque más bien hay que amarrarlo a una mesa quirúrgica.

—¿Imagina si cada ciudadano recibiese consulta psiquiátrica gratuita?

Es más barato legalizar la marihuana.

—¿Y al chavismo como oposición del gobierno central?

Una pesadilla, pero de calibre menor.

¿Ha recibido Leopoldo López la suficiente solidaridad?

Es imposible cuantificar la solidaridad. Nunca es suficiente, nunca sobra.

De aplicarse el mismo criterio jurídico que a López, ¿por cuántos y cuáles casos podrían ser enjuiciados funcionarios del gobierno?

No puede aplicarse el mismo criterio, porque no hubo ninguno. Todo el “juicio” fue una farsa al estilo estalinista.

—¿Por qué el oficialismo tiembla ante una ley de amnistía?

Sospecha que haber sido preso político es un gran activo en el currículo para aspirantes al poder.

—¿Imagina al chavismo exigiendo la liberación de sus líderes presos?

O quizás felicitándose por haberse librado de ellos.

—Cual Frankenstein, ¿se le devuelve la violencia al proceso?

Es la historia del Golem, en efecto. Y su Frankenstein es el retrato necrofílico de Bolívar, hecho con fragmentos de todos los resentimientos.

—¿Y el Frankenstein de la MUD?

Más bien el monstruo Milton.

—¿El primer síntoma de locura de un mandatario?

Creerse imprescindible

—¿Y de una ciudadanía?

Creer que los líderes son imprescindibles.

—¿Volverán los dos millones de idos?

¿A dónde?

—Maduro lamenta que el imperio «se roba» los mejores cerebros…

¿A quién le pertenecen?

—¿Es la voz del pueblo la voz de Dios?

Es un coro desafinado.

—¿Persistirá el culto a un muerto?

Es un culto de Estado que desaparecerá en cuanto sus sacerdotes y beneficiarios desalojen.

—¿Y el culto a la guerra económica?

Hasta Lenin lo abandonó con la Nueva Política Económica de 1920.

—¿Una terapia ante las colas?

Reconocer al verdadero culpable.

Licenciada en Filosofía, ¿una lectura para la revolución?

Más bien les sugeriría dejar de leer las mismas cosas.

¿Y para la oposición?

Nietzsche.

¿Un personaje de leyenda como el venezolano?

Sísifo. En la mitología griega es conocido por su castigo: llevar una piedra hasta la cima de una montaña, y antes de llegar, la piedra volvía a rodar hacia abajo, repitiendo una y otra vez el frustrante proceso.

—¿Una terapia para el proceso?

El enfermo no quiere curarse.

—¿Para la MUD?

Lectura obligatoria de las Vidas paralelas de Plutarco.

—¿Desaparecieron los ni-ni?

¿Realmente existieron?

En un contexto familiar, ¿qué vendrían a ser los colectivos y las milicias?

El lado horrible.

—¿Retira retratos de su casa u oficina?

Constantemente.

¿Se soporta la premisa “mientras más pobres más leales”?

Más bien intentan apelar a la lealtad porque cada vez el país es más pobre.

¿Se impondrá el Estado comunal?

La amenaza es más bien la disolución del Estado.

—Ahora, ¿qué le sobra a Cuba que falta aquí?

Pragmatismo.

—¿Y viceversa?

Resentimiento.

—¿Cuánta impunidad le queda a los saqueadores del Tesoro?

No tanta como creen.

—¿El tratamiento para conciliar?

La negociación y el libre mercado.

—Mientras, para drenar, ¿otra terapia para el soberano?

Quizás el acto de contrición.

—Luego de todo esto, ¿habrá un nuevo prototipo del venezolano?

La obsesión por lo nuevo es nuestra gran tragedia.

—¿Qué pasaría en Venezuela si se terminase de desbordar la mente de la población?

Es sorprendente que ello no haya ocurrido. Revela que hay una nostalgia de orden.

 

JOLGUER RODRÍGUEZ COSTA/El Nacional