El cambio climático causado por el hombre va en camino de hacer que el Océano Ártico esté libre de hielo durante parte de cada año, comenzando en algún momento entre 2044 y 2067. Así lo sostiene una investigación de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) que acaba de ser publicado en la revista ‘Nature’.
Los investigadores de UCLA, Chad Thackeray, investigador asistente del Centro de Ciencias del Clima del Instituto de Medio Ambiente y Sostenibilidad, y Alex Hall, profesor de Ciencias Atmosféricas y Oceánicas, evaluaron la representación de 23 modelos del deshielo estacional entre 1980 y 2015 y los compararon con las observaciones de los satélites.
Según estos datos, el hielo marino ártico ha disminuido sustancialmente en las últimas décadas, una tendencia que se prevé que continúe hasta llegar a la ausencia de hielo en determinadas temporadas (sobre todo en septiembre, mes tradicionalmente con menos hielo en el agua) en algún momento entre 2044 y 2067.
Problemas de método
Los científicos han estado tratando de predecir el futuro del hielo marino ártico durante varias décadas, confiando en una serie de modelos climáticos globales que simulan cómo reaccionará el sistema climático a todo el dióxido de carbono que entra en la atmósfera. Pero las predicciones de los modelos han discrepado ampliamente: algunos muestran un septiembre sin hielo ya en 2026, mientras que otros sugieren que el fenómeno comenzará en 2132.
La principal diferencia en cuanto a las hipótesis se centra en la diferente interpretación de un proceso llamado retroalimentación albedo-hielo marino, que ocurre cuando un parche de hielo marino se derrite por completo, descubriendo una superficie de agua de mar que es más oscura y absorbe más la luz del sol de lo que el hielo haría. Ese cambio en la reflectividad de la luz solar, que no solo se da por el cambio climático sino que también en los veranos, causa un mayor calentamiento local, lo que a su vez conduce a un mayor derretimiento del hielo y a que se agrave el calentamiento del Ártico.
Los investigadores decidieron estudiar qué modelos de interpretación de esa retroalimentación eran más realistas. Así, Thackeray y Hall evaluaron 23 modelos de hielo estacional derretido entre 1980 y 2015 y los compararon con las observaciones satelitales, conservando los seis modelos que mejor reprodujeron los resultados históricos reales e hicieron su estimación: entre 2044 y 2067. reseña el confidencial