España aguarda antes de votar bajo el signo del bloqueo y la extrema derecha

Los españoles aguantaban la respiración este sábado, en vísperas de unas elecciones legislativas que serán las cuartas en cuatro años y que se celebran bajo el signo de un bloqueo político ya crónico y la emergencia de la extrema derecha.

Tras los mítines de cierre el viernes noche, este sábado es jornada de reflexión, y los partidos tienen prohibido hacer campaña electoral.

A menos de 24 horas de que abran los colegios el domingo, el líder socialista Pedro Sánchez espera, tal como vaticinan los sondeos, una victoria sin mayoría absoluta, como ya lo hiciera el pasado 28 de abril.

Pablo Casado, del conservador Partido Popular (PP), espera liderar la recuperación de su formación, después de cosechar en abril el peor resultado de su historia con 66 diputados, de los 350 que cuenta la cámara baja.

Al igual que durante la campaña, las miradas estarán este sábado en Barcelona, donde el independentismo convocó protestas a modo de «desobediencia». El propio Sánchez presidió este sábado en Madrid una reunión del llamado comité de seguimiento de la situación en Cataluña.

La plataforma Tsunami Democrático ha convocado «actuaciones musicales, parlamentos e intervenciones diversas» en la céntrica Plaza de la Universidad, en Barcelona.

Más tarde, y muy cerca de allí, hay convocadas protestas de los comités de defensa de la república (CDR), agrupaciones independentistas organizadas a nivel de barrios, pueblos y ciudades.

Será el recordatorio de un conflicto político reavivado por la condena en octubre de nueve líderes separatistas a pesadas penas de cárcel, por su implicación en el intento de secesión de 2017, seguida por disturbios en las calles de Barcelona.

Una situación que dio alas a la extrema derecha de Vox, una formación que conoció un ascenso fulgurante en los últimos 12 meses y que según los sondeos podría pasar de los 24 escaños actuales a unos 50.

«Yo siempre he sido del PP, pero tal como está la situación, creo que hace falta mano dura» en Cataluña, dijo a AFP la noche del viernes Ana Escobedo, quien acudió al mitin de cierre de Vox con sus dos hijos.

Allí, la formación de extrema derecha propone suspender la autonomía, ilegalizar a los partidos separatistas y detener al presidente regional, Quim Torra.

En busca de estabilidad

Durante la campaña, Sánchez recriminó al PP y al partido de centro derecha liberal Ciudadanos sus alianzas con Vox en lugares clave como las regiones de Andalucía y Madrid, y el ayuntamiento de la capital de España.

Pero sobre todo, se presentó como el garante de la estabilidad en una España sumida en una lógica de bloques y en donde, según las encuestas, ninguno de ellos obtendrá la mayoría de 176 asientos en la cámara baja.

«Gobierno y avance solamente lo garantiza el Partido Socialista el próximo 10 de noviembre», dijo al cerrar campaña en Barcelona, añadiendo que busca «un gobierno progresista que frene a la ultraderecha, y un gobierno que frene a los extremistas también aquí en Cataluña, que son los independentistas».

Los comicios del domingo son una repetición electoral, después de que Sánchez, vencedor de las legislativas de abril, fuera incapaz de armar una mayoría parlamentaria con la izquierda radical de Podemos y otras formaciones.

El PSOE ha dejado claro que, a diferencia del pasado verano, cuando fracasó ese extremo, no quiere explorar la posibilidad de un gobierno de coalición con Podemos, y espera que los demás partidos le dejen gobernar, absteniéndose en una futura votación de investidura en la cámara.

Una opción que se anuncia laboriosa y complicada, dada la fragmentación del panorama político. Y es que este domingo concurren tres formaciones de derecha (PP, Vox y Ciudadanos), tres de izquierda (PSOE, Podemos y su reciente escisión Más País), además de tres partidos nacionalistas catalanes, dos vascos y otros más de ámbito regional.

«Lo que tiene clarísimo [Pedro Sánchez] es que con un escaño más que el siguiente partido, toda la presión se traslada a los demás», para dejarlo formar gobierno, comenta a AFP José Ignacio Torreblanca, director de la oficina madrileña del think tank europeo ECFR. «Quiere un gobierno en solitario, sin ataduras fundamentales», incide.

Steven Trypsteen, economista para España y Portugal del banco holandés ING, añade que «la presión para encontrar una solución después de cuatro elecciones en otros tantos años será más fuerte».

«El desenlace más probable es un gobierno en minoría liderado por el PSOE», apunta.

AFP