Escapar de Gaza, misión imposible: «Fuimos al sur y había bombardeos, no era seguro avanzar»

«Hemos ido unos kilómetros al sur de Gaza, escuchamos fuertes explosiones y la gente nos dijo que no era seguro avanzar», relata a RTVE.es, Awad Arbi, un enfermero jubilado que vive en el norte de la Franja que está siendo atrozmente castigada por los bombardeos israelíes que este sábado cumplen la octava jornada, tras el ataque sorpresa perpetrado por Hamás. Awad y su familia decidieron volver a su casa para pasar la noche. «Ahora mismo estamos en la calle y solo veo escombros», dice en una conversación telefónica que se interrumpe constantemente por la inestable cobertura móvil.

Se ha producido una explosión a escasos metros de su apartamento que ha destruido «todos los cristales y las ventanas por lo que mejor estamos en la calle», asegura. El Ejército israelí ha ampliado hasta las 15:00 (hora peninsular) el plazo para la «evacuación» de civiles del norte al sur. «Ayer intentamos movernos al sur, pero había explosiones y estaban bombardeando y volvimos al norte», reitera Awad. Hay grupos de personas que intentan desplazarse y se organizan en coches, minibuses, furgonetas o incluso en carros tirados por burros, aunque la mayoría va andando, asegura.

«Nos llega que hay gente que murió en el camino por los ataques, pero nosotros hemos vuelto, sanos y salvos», comenta Awad. «Hay varias decenas de muertos y heridos que han sido bombardeados en el camino hacia el sur», confirma Raquel Martí, Directora Ejecutiva en España de la Agencia de la ONU que trabaja con los refugiados y refugiadas de Palestina (UNRWA). Desde la organización puntualizan que no se puede hablar de una «evacuación» porque no es una acción humanitaria y «nadie está evacuando a nadie a lugares más seguros por qué no existe ningún lugar seguro en Gaza», puntualiza. No se ha habilitado transporte para movilizar a los más de un millón de gazatíes que viven en la zona norteña.

«¿A dónde quieren que vayamos?»

Además, es un contexto en el que «muchas personas con bebés, con niños pequeños, ancianos, personas mayores o mujeres embarazadas no podrán escapar», apunta Martí. Todo se añade a que «no confían en que haya un punto seguro ni que no haya capacidad para alojar a tantas personas», asegura. La Agencia de Naciones Unidas cuenta con dos escuelas en el sur de la Franja «no están equipadas ni preparadas para recibir a los desplazados».

Este pequeño enclave, de apenas 365 kilómetros cuadrados de superficie, se ha convertido en una ratonera en la que ponerse a salvo es misión. Es uno de los territorios más densamente poblados del mundo, 5.500 personas por kilómetros cuadrados. «No hay ningún lugar seguro», repite una y otra vez este jubilado. “La gente huye de un sitio a otro sin éxito”, añade. «¿A dónde quieren que vayamos?», se pregunta con una voz abatida. La actual ofensiva de Israel sobre Gaza, tras el ataque inesperado de Hamas hace una semana, le recuerda a la «Nakba» (significa tragedia o catástrofe en árabe) y se refiere a la expulsión forzosa a más de 700.000 palestinos de sus territorios durante la primera guerra árabe-israelí, tras la creación del Estado de Israel en 1948.

La población gazatí está siendo sometida a un bloqueo férreo por mar, tierra y aire desde 2007. Sobrevive gracias a la ayuda humanitaria y la mitad de sus habitantes no han cumplido los 18 años. Más del 70 % de la población son refugiados o descendientes de familias que tuvieron que abandonar sus hogares como consecuencia de la ocupación. «Yo me quiero quedar en mi casa», dice Ahmed desde su apartamento en el norte de la Franja. Tiene seis hijos. «Vivimos todos o morimos todos», dice. Explica que con el paso de los días no solo teme los bombardeos sino también el hambre. «No hay luz, ni agua, ni comida, ni nada de nada», enumera. «Antes, cuando atacaban avisaban, pero ahora nos lanzan misiles sin previo aviso, mientras estamos durmiendo o comiendo», denuncia.

«Hemos sido testigos a lo largo de todos estos días de que se han bombardeado edificios residenciales y casas en las que han sucumbido familias enteras», explica la responsable de la UNRWA. Hay muchas familias, argumenta, que han decidido dispersarse entre diferentes casas para que alguien pueda sobrevivir. Incluso, dentro de una misma casa se reparten por habitaciones con la esperanza de que alguien se salve. Otras como la de Ahmed «permanecen juntas hasta el último momento». «Estamos viendo escenas de niños cuya familia ha desaparecido del mapa y es terrible», concluye.

«Si no pueden huir, o se niegan a huir, siguen siendo civiles»

Los hospitales están llenos de enfermos, heridos y de gente que busca ponerse a salvo. No hay combustible para mantener los generadores «si no llega la ayuda, esto va a ser un desastre», dice el enfermero. «Si la electricidad para, nuestros hospitales se convertirán en fosas comunes masivas», ha asegurado el director del Hospital Al-Shifa, Muhammad Abu Salima en declaraciones al The New York Times. Al Shifa ya no tiene sitio para más cadáveres en la morgue, las ambulancias se han convertido en un objetivo más de los ataques y no hay más camas para alojar a los heridos críticos. Este centro de salud, uno de los más importantes en Gaza, ha anunciado este viernes que tiene a más de 35.000 personas acogidas, muchos lo ven como refugio para esquivar la artillería.

El ultimátum de Israel para que 1,1 millones de personas en el norte de Gaza evacuen la zona hacia el sur «está sembrando el miedo y el pánico entre la población civil y tendrá graves consecuencias humanitarias y sanitarias», ha denunciado la ONG británica Medical Aid for Palestinian. «Si los palestinos no pueden huir, o se niegan a abandonar sus hogares, siguen siendo civiles por lo que no se pueden convertir en objetivos militares legítimos», sentencia la organización.

Hasta el momento, la ONU calcula que 400.000 personas se han desplazado hacia el sur de la Franja y por su parte Israel asegura que hay dos corredores hacia el sur. Un jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel, el coronel Avichay Adraee, ha publicado en su cuenta de X, antes Twitter, que los residentes podrán recorrer la céntrica carretera de Saladino y el trayecto que enlaza las avenidas costeras de Daldul y Al Sana «sin ningún peligro» hacia Jan Yunis, la principal población del sur del enclave.

Temen una huida sin retorno

Aun así desde UNRWA recuerdan que el cruce de Rafah que conecta Gaza con Egipto, por ahora, permanece cerrado y además «tiene muy poca capacidad, es un paso fronterizo muy pequeño que al día lo pueden cruzar unas 1.000 personas», explica la directora ejecutiva de la agencia de la ONU en España. «Estamos tratando de facilitar el acceso para que se abra de 12:00 a 17:00 hoy. Egipcios, israelíes y qataríes han estado trabajando con nosotros en ello», ha indicado el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken a los periodistas que viajan con él en su gira por la región. Rafah es la puerta al desierto del Sinaí y allí las autoridades egipcias, indica Martí, tampoco tienen capacidad para atender a las personas desplazadas. «No es viable una evacuación por Egipto», concluye.

«Nadie se quiere marchar. Yo no me quiero marchar. Ya está bien, 75 años de refugiados y exiliados. Estamos refugiados por todo el mundo», recuerda Awad. «Tengo las llaves de mi casa y no quiero volver a abandonarla», asegura con cierta desesperanza. Teme que si cruzan la frontera con Egipto, no puedan volver a Gaza. «Es nuestra tierra», insiste. Ellos exigen la paz. «Necesitamos que pare esta guerra. Están matando a civiles que no tenemos nada que ver con todo esto. Necesitamos un cese de las hostilidades y luego que negocien», clama el jubilado.

«La población nos dice que si sale nadie le garantiza que puedan volver», asegura Martí. Los precedentes históricos hacen que mucha gente ni siquiera se plantea salir por miedo a no poder volver. Awad se resiste a cortar la llamada. La Franja lleva días sin electricidad y la compañía de telecomunicaciones ha sido bombardeada. Todo esto hará que las comunicaciones se vean aún más limitadas, así como el acceso a Internet. De hecho, el Ministro de Comunicaciones de Israel ha informado este viernes que cortará todos los servicios de internet en la Franja de Gaza. Awad aprovecha cada llamada para denunciar la situación en la que viven y, confiesa que su mayor temor es que se queden aislados, que bajen los focos informativos.Temen que el mundo pierda el interés pronto y deje de ver lo que «va a pasar». RTVE