Cercado por los investigadores, tras brindar tres versiones diferentes de lo que ocurrió con su ex pareja Eugenia Olivera, el acusado Eliseo Guerrero (33) confesó el femicidio y brindó la localización del cuerpo, que había prendido fuego, en el kilómetro 33 de la Ruta Provincial 46, que une los departamentos catamarqueños de Andalgalá y Belén de Argentina.
Así lo reseñó Crónica.
El brutal crimen fue descubierto cerca de las 4 de la tarde del martes por efectivos policiales que encontraron los restos óseos de la víctima, que estaban quemados en un pozo, en esa zona conocida como Amanao.
La desaparición de Olivera fue denunciada en redes sociales por una amiga durante el pasado 16 de julio cuando intentó comunicarse con ella en reiteradas oportunidades y no lo consiguió. Según contó esa allegada, la mujer era madre de tres hijos y tenía una relación conflictiva con su expareja.
Al ser consultado por el paradero de la mujer, el hombre dijo que ella se había ido a Tucumán a visitar a familiar y los había abandonado. Luego, cambió su versión y aseguró que estaba internada con coronavirus en un hospital de la ciudad de Buenos Aires. En una tercera versión que dio a los investigadores, afirmó que él la había llevado a la localidad de Belén. Todas esas posibilidades fueron descartadas y Guerrero confesó el femicidio.
«No puedo entender que él haya hecho esa atrocidad con ella, ya que tanto hablaba de la Biblia y que la mujer que no se la toca porque él había venido de una mujer. Él era muy frío con ella y con los niños también», reveló una amiga de Olivera al Ancasti, durante una de las marchas en reclamo de justicia.
Olivera era oriunda de Tucumán, y tras conocer a Guerrero se mudó con él a Andalgalá, donde alquilaban una casa en el barrio La Florida. Trabajaba como secretaria en una clínica privada y estudiaba enfermería.
La pareja tenía tres hijos de 8, 6 y 3 años y estaban juntos hace diez años cuando ella decidió divorciarse hace un año y medio. Desde entonces, «él no le pasaba dinero para los chicos y comenzó a hostigarla», detalló la amiga de la víctima.
«Ella se las rebuscaba para trabajar, hasta el alquiler debía, pero siempre andaba con una sonrisa. Y en junio o julio ella me comentó que él la había amenazado de muerte. Ella comenzó a ir más seguido a mi casa, me dijo que las cosas comenzaron empeorar y que no estaba con él», contó.
El último contacto que tuvo con su amiga ocurrió días antes de que fuera asesinada, indicó. «Ella mandó el último audio diciendo que Eliseo la hostigaba, que necesitaba urgente hablar conmigo porque había pasado una noche durmiendo afuera de la casa esperando verla a ella a ver qué hace», reveló la amiga.