Sicarios de La Cañada matan a un comerciante licorero

Trascendió que el año pasado el occiso fue víctima de extorsión y esto es algo que la Policía científica piensa investigar, pero a pesar de esa información los detectives prefirieron no especular sobre el móvil del crimen

El llamado por la radiofrecuencia policial era claro. A las 4.10 de la tarde los sicarios de La Cañada de Urdaneta ya habían hecho de las suyas, otra vez. Oswaldo Enrique Pérez Atencio, de 41 años, quien era dueño de un depósito de licores, resultó ser la víctima. Lo mataron cuando estaba solo dentro de su negocio.

Una hora después del crimen la avenida 1, la principal del poblado, en el sector Guajira, estaba cerrada. La Policía mantenía bloqueado el paso de la cuadra donde también está la casa del ultimado. A los periodistas solo se les dijo que el crimen lo habían cometido de la misma manera como han perpetrado otros similares. Es decir, dos hombres en una moto llegaron y lo mataron.

Nadie hablaba con los medios. Solo murmuraban que la moto en la que llegó el homicida, junto con un cómplice, era negra y que de la misma el parrillero, un hombre joven y delgado, se bajó para entrar al local. Lo siguiente que los vecinos escucharon fueron las detonaciones que acabaron con la vida del comerciante. Los disparos fueron directo al pecho y la cara de la víctima dejándola irreconocible para sus

familiares.

Entre los murmullos, un llanto sobresaltaba. Era la hermana de la víctima quien manifestaba a todo pulmón querer ver por última vez a su hermano. “Mi negro, quiero ver a mi negro. Aquí me voy a quedar”, decía la mujer cuando caminaba hasta la entrada de empleados del conocido depósito.

Los allegados de la víctima informaron que tenía entre siete u ocho años con el negocio. Residía en el frente de su vivienda y era padre de dos hijos. Trascendió que el año pasado el occiso fue víctima de extorsión y esto es algo que la Policía científica piensa investigar, pero a pesar de esa información los detectives prefirieron no especular sobre el móvil del crimen.

Maldito silencio 

El mutismo autoimpuesto por los habitantes de La Cañada ante el terror que viven, se ha convertido en la pesadilla de los cuerpos policiales, debido a que nadie quiere ayudar. Los uniformados se quejaron de los vecinos porque a pesar de que el crimen ocurrió en hora pico, nadie vio o escuchó algo que pueda ayudar a detener a los criminales.

A pesar de eso los funcionarios colocaron a la disposición los números de los cuadrantes 04166105009, 6105638 y 6105013 para quien quiera aportar información sobre algún delito. “Estos son delitos que uno no puede prever, por eso necesitamos que la personas se comuniquen con nosotros para darle un parao a esto, quienes llamen pueden hacerlo de manera anónima”.

 

José Manuel Sánchez/La Verdad