Habló la esposa del profesor de natación investigado por abusar sexualmente a 12 niños

En la misiva, la esposa de Richard Marín manifestó que tanto ella, como su esposo y sus dos hijas, se sienten víctimas de una profunda injusticia.

La esposa de Richard Marín, profesor de natación detenido por presunto abuso sexual, envió una carta a los medios de comunicación y afirmó que “el que se sabe inocente no tiene porqué derrumbarse”.
 
A principios de julio, el Ministerio Público (MP) logró la medida de prisión para el profesor Marín, de 47 años, por su presunta responsabilidad en el abuso sexual de un niño en el colegio Emil Friedman, en Caracas, en tanto que Juan Carrillo (41), fue imputado por complicidad en los hechos.
 
Luego de la denuncia presentada el 28 de junio ante el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) por padres de un alumno del colegio, la Fiscalía tomó la medida de prisión para el profesor de natación.
 
En la misiva, Eunice Vargas de Marín, manifestó que tanto ella, como su esposo y sus dos hijas, se sienten víctimas de una profunda injusticia. Aún así, se mostró sólida y expresó que a pesar del dolor, se siente fuerte y entera.
 
En la comunicación, ratificó su solidaridad “absoluta e irrevocable” hacia Marín, a quien describió como un hombre trabajador, honesto, responsable y talentoso.
 
Aprovechó para agradecer a todos los que les han apoyado durante este proceso, en el que no se ha sentido sola, y que son muchas las personas que han sido solidarias con ellos, incluyendo amistades, vecinos, colegas, representantes, ex alumnos y familiares.
 
Concluyó haciendo un duro llamado a quienes han juzgado a su cónyuge a través de medios y redes sociales, preguntándoles abiertamente a través de la carta, que harán cuando se conozca la inocencia de su esposo.
 
A continuación, la carta completa de la docente Eunice Vargas de Marín
 
Mi Sentir
 
El que se sabe inocente, no tiene porque derrumbarse
 
Caracas, 15 de agosto de 2.016
 
Dicen que Dios no coloca cargas sobre nuestros hombros que Él sabe que no podamos soportar. Ha de ser cierto esto y pienso que por alguna razón nos está sometiendo a esta ruda prueba.
 
Hace ya más de un mes que mi hogar fue desmembrado, le fue arrebatada una parte muy importante: mi esposo y compañero de vida y padre de mis dos hijas, Richard Marín. El vacío que se siente es indescriptible, y el dolor y la rabia son constantes, así como también lo son la impotencia e indignación.
 
Me siento rota, hueca, desgastada anímicamente y con una incalculable deuda de sueño. Morfeo no ha pasado en mucho tiempo por mi casa. Me siento víctima de una mayúscula injusticia, de una terrible e imperdonable injuria. Porque sépase que quien lastima a un miembro de mi familia también me lastima a mí y arrastra en ello a dos hermosas niñas. Sin embargo, no me verán caer, porque aunque siento muchas cosas, esos sentimientos están reservados en mi interior, porque hoy más que siempre Richard y nuestras hijas me necesitan entera, en una pieza y plena de fe, fuerza y firmeza.
 
El que se sabe inocente no tiene porqué derrumbarse.
 
De igual forma expreso que no ha sido fácil, no voy a dar detalles de lo que a diario vivo en mi hogar y fuera de él. No voy a saciar el morbo a gente mal intencionada. Quédense con su poquedad de espíritu, porque el mío lo tengo blindado y presto a defender y apoyar a mi familia. Además, no estoy sola. Hay mucha gente maravillosa siempre dispuesta y colaborando conmigo; en especial, atendiendo a nuestras dos hijas en mi ausencia forzada. Esa ayuda es el reflejo de quiénes somos Richard y yo, de lo que hemos sembrado juntos compartiendo nuestras vidas y de los frutos que ahora cosechamos: el cariño, el respeto, el apoyo, la confianza y solidaridad de nuestras amistades, vecinos, colegas, conocidos, alumnos, ex-alumnos, representantes y por supuesto de familiares.
 
Aunque parezca contradictorio así me siento: rota, pero entera.
 
Por otro lado, en esta tribulación que estamos viviendo soy el hombro en el que mi esposo encontrará apoyo permanente. Soy los oídos que lo escucharán sin cerrarse. Soy su lazarillo en medio de las tinieblas que le obligan a cruzar. Soy su voz cuando otros le han negado la oportunidad de hablar. Soy su pilar de apoyo si en algún momento llegara a sentir que se va a derrumbar. En pocas palabras, porque lo conozco desde hace casi tres décadas, asevero y ratifico mi solidaridad total, absoluta e irrevocable hacia mi esposo, el profesor Richard Oswaldo Marín Torres, hombre trabajador, honesto, responsable y talentoso.
 
Finalmente, no dejan de rondarme algunas preguntas en la mente: ¿qué harán las personas que se han dedicado a injuriar a mi familia una vez que se sepa que mi esposo es inocente?.¿Cómo harán para recoger las semillas de odio esparcidas?. ¿Acaso se ocuparán siquiera de disculparse a través de las redes y medios que han usado para juzgarlo, etiquetarlo y sentenciarlo?. Seguro que no. Se callarán por un tiempo y estarán, desde sus oscuras madrigueras, esperando otra víctima sobre la cual hacer escarnio público e inyectar su veneno. ¡Pobre gente!
 
Profesora,
 
Eunice Idalmis Vargas de Marín
Orgullosa de mi familia
 
CI 10.698.357