¡De terror! Vecino de la Cota 905 relató la trayectoria del “Vampi”, “Coqui” y “Garbis” en el barrio

Un habitante de la parte alta de la Cota 905 dio su testimonio a diario El Pitazo tras convivir con los hoy buscados líderes criminales. Relata en primera persona que el terror que la comunidad tenía a los delincuentes es el mismo que ahora sienten al ver a las autoridades policiales en la zona

Parte I

La última vez que vi a “el Koki” fue el sábado de la semana previa a la intervención. Se notaba muy nervioso, pero nada fuera de lo particular. Yo estaba conversando con un vecino. Llegó él. Hubo algo de interacción, un saludo cordial: “Buenas noches”. Estacionó su moto frente a nosotros, nada estrambótica, un DR 650 Suzuki, y fue a buscar a uno de sus camaradas. A los 20 minutos regresó y se fue.

Es un tipo delgado, igual al de las fotos, vestido con ropa deportiva y zapatos de marca. Cuando “el Koki” pasaba había miedo, no un miedo como para salir corriendo pero sí para bajar el tono de voz. Ser precavido con lo que se decía. Hacer silencio. Bajar la mirada y no hablar mucho mientras él pasaba.

La última vez que los vi a todos juntos, a “el Vampi”, “el Coqui” y “el Garbis” fue el día jueves 8 de julio como a las 11:00 am, que a pesar de que había un tiroteo intenso, en la comunidad todavía se respiraba cierta normalidad. Ya luego de esa hora varios familiares de los criminales que estaban empezando a tener bajas, llamaron a la gente a participar en cacerolazos. Trataban de evitar que la policía entrara en el sector y a eso de las 4:00 pm de ese jueves 8 de julio, miembros de la banda empezaron a sacar a las personas de sus casas para sumarse a los cacerolazos.

En mi caso tocaron la puerta en cuatro oportunidades, tuve que apagar las luces y refugiarme junto a mi familia en la parte trasera de la casa para simular que no había nadie, para no salir. Sé de mucha gente sana a la que sacaron de la casa. “Debes salir a defender al hampa porque sí”, dijeron los delincuentes. Luego llegaron los policías, la madrugada del sábado, y de allí en adelante comenzaron sus atropellos.

Parte II

En 2017 ocurre la famosa Operación de Liberación del Pueblo, que fue un encontronazo fuerte que sometió a la población a los horrores de la represión policial, sobre todo a la población del sector Las Quintas y zonas muy cercanas. Conozco un caso muy particular, el de un señor de más de 60 años que se quedó sin una pierna tras sufrir un accidente laboral hace muchos años. En ese momento, cuando invadieron el sector, entraron a su vivienda y lo golpearon salvajemente. Y en medio de un aparente interrogatorio, un funcionario policial prendía cigarrillos y los apagaba en el muñón de la pierna que le faltaba. Desde esos momentos, la gente tuvo una aprehensión mucho más negativa de la que tenía.

La policía en estos sectores populares nunca fue bien recibida, no porque se apoye al criminal, sino porque se reconoce en el funcionario a un criminal mayor, a un malandro con placa. Luego de esa OLP, al menos por dos años, el sector estuvo tomado por funcionarios. En esos dos años es que nacen o se fortalecen las uniones criminales en la Cota 905. A la par, vinieron al sector en reiteradas ocasiones funcionarios del Estado: viceministros, ministros.

Parte III

En el marco de la OLP, que fue encabezada por la Guardia Nacional, el sector se pacifica de cierta forma pero en menor escala continuaban los enfrentamientos entre las bandas y es allí donde figuran estos líderes: “el Garbis”, “el Vampi”, “el Coqui”. “El Vampi” había sido famoso anteriormente, si mal no recuerdo, por el secuestro del manager de Caramelos de Cianuro. Cada uno tenía una especie de nicho criminal. Uno eran picadores de carros, otro se dedicaba al secuestro, otro al tráfico minorista de drogas. Entonces cada uno de estos señores, como si se tratase de una especie de comunidad criminal, van a asociarse bajo la figura de estas mesas de trabajo que van a establecer los entes de Gobierno.

Se sabe por ejemplo de reuniones entre funcionarios del Estado en las que estaban sentados todos esos criminales que hoy son buscados, en pocas palabras, ellos (el gobierno) los sentaron en una mesa y como resultado de ello las bandas se unieron. Establecieron una alianza. La figura de “el Coqui” está sobredimensionada, porque no era el líder de la banda o de todas las bandas. Esta era una responsabilidad compartida con “el Vampi” y “el Garbis”.

Parte IV

Llega un momento en que la situación entre la GN y la banda se hace muy tensa producto de problemas ya muy personales entre funcionarios que incluían a parejas, hijas, hermanas de los criminales; que los malandros les ponen como un toque de queda a la Guardia Nacional. No pueden salir de los módulos hasta tal hora, no pueden llegar hasta determinadas horas. Cabe destacar que antes de la llegada de la GN esto era un pandemónium, los meses previos de la OLP sí eran un descontrol total, había robos cada cinco minutos, no se podía andar en alta velocidad, no se podía caminar por la calle con tranquilidad.

Las personas con vehículos tenían miedo de encontrarse con los delincuentes, los apuntaban y les decían “bájate del carro” y los hacían pasar un muy mal rato. La gente tenía miedo, no podías caminar y verlos fijamente a la cara porque en cualquier momento, si alguno de ellos les daba la gana, le daba un tiro al otro. Ese es el momento en el que comienzan a expulsar a los funcionarios que vivían en la zona.

Antes de toda esta unificación de las bandas, y antes de todo este caos previo de la OLP, aquí vivían muchos funcionarios del Cicpc, Policía de Baruta, Policaracas, PNB, guardias activos.

Parte V

Semanas antes de la pandemia a un vecino le tocaron la puerta y lo sacaron a tiros porque había dejado correr, aparentemente, un video por Whatsapp y redes sociales donde mostraba a uno de los delincuentes. Lo corrieron. Hasta esta fecha él no ha regresado a su casa.

Unas tres semanas después le tocó a un bombero que tiene toda la vida viviendo aquí. Él tuvo un altercado en su casa, discutió con un miembro de su familia. Fue denunciado por los vecinos de alterar el orden en la zona y los malandros lo corrieron de su casa. El tema del delincuente que te toca la puerta de tu casa y en cualquier momento te dice “te vas o estás muerto”, es un miedo constante en la comunidad. Entonces, no es aprecio al delincuente, sino precaución ante las reacciones que podían tomar.

Parte VI

Aquí se hacían fiestas, esas famosas fiestas de la Cota 905. Donde venía gente de Chacao, del Este de la capital, en camionetas de lujo y con total normalidad, tranquilidad y seguridad. Consumían drogas, no sabemos si había trata de personas, porque nunca acudí a ninguna de esas fiestas. La dinámica en la Cota 905 era muy productiva. Subía gente de todos los sectores de Caracas a buscar drogas.

El mercado de dinero era impactante, cifras entre 5 mil y 10 mil dólares diarios producto de la venta. Se veía en las noches a los delincuentes sacar del sector bolsas llenas de dólares. A dónde iban, no lo sé.

Parte VII

Los hechos que iniciaron el miércoles 7 de julio se vieron en la comunidad como sucesos regulares porque siempre la policía intentaba ingresar y eran repelidos por los delincuentes, era una especie de orden tácito. Sin embargo, cuando notamos que se extendió hasta la noche y que mucha gente que estaba afuera trabajando no llegó a su casa por precaución, nos asustamos más de lo normal.

Las bodegas que florecieron en los últimos años seguían abiertas a pesar del tiroteo, las mismas bodegas que fueron saqueadas luego durante las inspecciones policiales. Una de ellas, la más grande.

Pasó lo que nadie esperaba, la policía entró. Hay un número no descartable de personas que están relacionadas con los criminales, pero también hubo un número importante de gente que no pudo regresar a sus casas por los tiroteos. Muchas de esas casas fueron tomadas a la fuerza y saqueadas por los funcionarios policiales.

Funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana se refugian en gasolinera ante la balacera en a Cota 905, registrada desde la tarde del 7 de julio y que continuó este jueves 8. Foto cortesía: Redes sociales

Es ahí donde está el dilema. En estos momentos parte del sector se siente indefenso ante el abuso policial, un posible abuso, no digo que estén abusando. Pero sí está latente esta posibilidad. Mucha gente que ha tenido que incorporarse a sus trabajos y no lo ha hecho porque teme que si deja la casa sola van a reventar la puerta para entrar a llevarse lo poco que tengan, como ya ha ocurrido.

Un diputado de la Asamblea Nacional tomó nota de esa información y, bueno, estamos esperando qué resulta. Claro, aunque sin mayores esperanzas. Lo que exigimos como comunidad y lo que nos gustaría es que permanezcan los cuerpos de seguridad pero de forma regular, no distintos cuerpos, que tú no sabes quién está tocándote la puerta de la casa.

Queremos un cuerpo de funcionarios que permanezca en un lugar, que patrulle la zona, pero con el respeto que se merece el ciudadano, es una situación bastante complicada porque hay mucha tensión porque el funcionario ha criminalizado a todos los vecinos.

En una breve conversación que tuve con un funcionario de la Dgcim, él nos decía lo siguiente: “Ustedes defendían a esos malandros, ahora se tienen que calar que nosotros entremos a sus casas cada vez que nos dé la gana”.

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por ElPitazo