Asilo donde murieron 8 ancianas era una trampa de alto riesgo (Con Fotos)

El geriátrico Chivacoa, en la urbanización La Castellana del municipio Chacao, fue escogido por algunos clientes como residencia de reposo para que pasaran sus últimos días los ancianos separados de la familia.

Pero la noche del domingo 23 de agosto, ocho abuelas internadas en esta antigua quinta de la calle Mohedano, encontraron allí la muerte en un incendio que se desató en la lavandería. La tragedia no fue todavía peor gracias a los vecinos del lugar y  a un grupo de guardias nacionales. Los bomberos tardaron al menos 20 minutos en llegar, según testigos. Cinco “viejitas” murieron por asfixia y otras tres calcinadas, dijeron fuentes de la Guardia Nacional. A no ser por los vecinos, y por los soldados que pasaban por el lugar, tal vez hubieran muerto todos, dijeron testigos.

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Foto: Omar Lugo

La casa no contaba con las condiciones para albergar un ancianato. Los primeros testimonios indican que no existían medidas de seguridad y había poco personal para atender a los abuelos. Era un geriátrico privado, pero el Seguro Social ayudaba con el pago de algunas mensualidades. Según testigos y familiares de los internos, sólo dos enfermeros estaban a cargo de los 41 residentes del lugar. Todos estaban encerrados bajo llave, los extintores no funcionaban, no había irrigadores en el techo, ni puertas de emergencias o rutas de escape. Nadie que empujara a tiempo las sillas de ruedas o los levantara de las camas ante un imprevisto.“Yo estaba apagando el fuego y oía los gritos, yo temblaba y las lágrimas se me salían, de la desesperación porque tengo una reja enfrente, una pared y solo tengo agua, una manguera que lanzaron desde el edificio”, describió Alejander Borges, uno de los vecinos que entraron al lugar.“Estoy tratando de apagar el fuego pero escucho los gritos y la desesperación es que uno quiere entrar… y sabes, morirse quemado debe ser desesperante. Tengo una pared como de metro y medio y el fuego me quemaba”, dijo al pedir reconocer la labor de los vecinos. IMG_20150823_211424

Foto: Omar Lugo

“Esos gritos le quedan a uno aquí en el corazón, fíjese, se murieron tres quemados y era justamente donde yo estaba, nos separaba una reja”, agregó mientras  mostraba las fotos de su celular,  que acompañan este texto.

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Foto: Alexander Borges, vecino.

Las puertas exteriores eran de hierro, “entre dos y tres personas las despegaron”. También sacaron una ventana. Los cuerpos bomberiles (de Caracas) fueron los últimos que llegaron. Las autoridades de Chacao aclararon que al municipio no se les ha permitido tener su propio cuerpo de bomberos. Los primeros apaga fuegos tardaron entre 20 minutos y media hora en llegar al lugar, cuando ya los vecinos y los guardias nacionales habían rescatado a las primeras víctimas y enfrentado las llamadas que subieron hasta unos tres metros.

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“Los escuchábamos gritar, nos pedían que los ayudáramos, pero no había manera de derribar las puertas porque estaban con llave o eran rejas que no podíamos derribar porque no teníamos las herramientas. Las enfermeras no tenían las llaves, no conseguían las llaves. Había un viejo asomado por la ventana gritando, pidiendo ayuda, en un cuarto con cuatro personas. Tuvimos que derribar la ventana y sacarlos por la ventana”, dijo una muchacha de la zona.

IMG-20150823-WA011Foto: Alexander Borges, vecino

Los vecinos del barrio El Pedregal – lugar famoso por los Palmeros de Chacao- lograron entrar al patio trasero y desprender las puertas para comenzar la evacuación. Enfrentaron las llamas, el humo y los gritos apagados de las víctimas.

Un edificio adyacente, residencias Piedras Pintadas, aportó la primera manguera para frenar las llamas, al menos un hombre que pasaba con su hijo estacionó su carro y se internó a ayudar en la emergencia mientras el  niño le gritaba que regresar, que no entrara.

“Fuimos los mismos vecinos los que ayudamos. A todos ellos los sacamos los vecinos, y uno de los enfermeros” hasta que aparecieron por ahí unos guardias nacionales en una moto y avisaron a su compañeros del Comando 52 de Altamira, quienes llegaron a ayudar, dijo otro testigo.

La comunidad del geriátrico era “normal” , como la de cualquier otro lugar parecido, a donde van a dar con us huesos los ancianos, ahora llamados en la Venezuela de los eufemismos políticamente correctos “adultos mayores”.“Para que no se escaparan los tenían encerrados con llave. Mi hermana lo que quería era estar en la calle” dijo Norma Correa, hermana de Luisa María Correa, de 73 años, una de las fallecidas. “Ella se había perdido dos veces, tenía Alzhaimer”, llevaba un año en el geriátrico, agregó.A las cuatro de la tarde de ese mismo domingo la vieron por última vez, durante la visita. “No lo puedo creer, hasta que no la vea no lo puedo creer”, dijo sobre la muerte de su hermana mientras contemplaba el movimiento de gente frente a la casa siniestrada. Los parientes de las víctimas, los vecinos que rescataron a los sobrevivientes, las autoridades de turno, camiones de bomberos, patrullas de policías y militares alimentaban la aglomeración en la calle Mohedano hasta pasada la medianoche del domingo. Los sobrevivientes habían sido alineados, en la acera del edificio de enfrente. Algunos en sillas de ruedas, con el estupor pintado en el rostro. Eran atendidos por paramédicos a la espera de ser trasladados. Algunos fueron buscados por sus parientes.“La enfermera nos ayudó burda (mucho) nos gritaba por aquí, por aquí, nos guiaba donde estaban los cuartos, ¡por aquí por aquí ayúdame!, pero estaba tan desesperada, porque eran demasiados”, dijo Yoel Díaz, de 21 años.Recostado a la pared exterior de la casa, un hombre joven, alto, delgado, tenía la mirada como perdida. Acaba de repasar las escenas del incendio en  declaraciones a fiscales y policías.

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Los enfermeros declaran a autoridades. Foto: Elianah Jorge “No me siento apto para dar ningún tipo de explicaciones” dijo llevándose las manos al rostro. Era el enfermero del lugar, junto a su compañera, una enfermera, fueron los que guiaron a los vecinos por los espacios de la casa donde encontraron el reposo eterno ocho personas lejos de sus familiares verdaderos.

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Foto: Alexander Borges, vecino

LA HISTORIA OFICIAL

“Es realmente milagroso que más de 30 hayan sido rescatados y lamentablemente hay ocho víctimas. Tres murieron calcinadas y el resto asfixiadas”, dijo el alcalde del municipio Chacao, Ramón Muchacho, después de consolar a algunos familiares. Todos los rescatados estaban fuera de peligro, dijo. Los sobrevivientes estaban siendo trasladados al hospital Domingo Luciani, del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS). El organismo subvencionaba la mensualidad de algunos de los residentes, dijeron algunas fuentes y también el alcalde.“Es importante reconocer aquí primero la labor de los vecinos, fueron los vecinos los primeros que se activaron, llegaron, entraron y ayudaron a evacuar a las personas que estaban allá dentro. Luego también la Guardia Nacional, que ayudaron en las labores de rescate y entre vecinos Guardias Nacionales y los primeros funcionarios que fueron llegando hicieron las labores”, dijo a periodistas en el lugar.“Como alcalde pido y exijo a las autoridades competentes una investigación de las causas del incendio y que revisemos como fue la reacción de todos los cuerpos de seguridad y de todos los que estamos llamados a actuar en este caso”, dijo. El incendió al parecer se originó en cuarto de la lavandería, dijo al explicar que una de las causas a investigar debería ser la de un cortocircuito.“Esta es una casa que no fue construida para albergar ningún centro medico ni un hospital ni un albergue. Fue adaptado, utilizado para ello, se harán las investigaciones, creo que algunas medidas de seguridad eran precarias, las primeras personas que llegaron tuvieron que derribar algunas puertas a las fuerza y lo que nos comentan los testigos es que había poco personal atendiendo a los abuelos para una población de casi 40 abuelos, la información que tenemos es que había solo dos o tres personas para cuidarlos”, confirmó Muchacho.Por el negocio de cuidar a los viejitos cobraban 8.000 por mes a los familiares, pero lo acaban de subir a 12.000, dijo una de las fuentes. “Eso pasa por negligencia, la vigilancia era muy poca. Eso es como trabajar con niñitos y ahí no los tratan bien”, dijo un hombre que prefirió el anonimato. Su amigo fue uno de los sobrevivientes. “La alimentación era malísima. Les daban la comida después de las 4:00, con una cucharadita de arroz, después en la noche les daban una arepita con un poquito de queso”, dijo una mujer cuyo pariente sobrevivió. Algunos vecinos dijeron que ya han presentado tres denuncias ante las autoridades municipales pidiendo revisar la conformidad de uso del establecimiento. “Cómo van a vivir 41 personas en esa casita”, dijo un hombre que pidió el anonimato.

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El Esímulo