La conducta sexual compulsiva

La conducta sexual compulsiva se conoce también como adicción al sexo o hipersexualidad. Tiene sus propios criterios diagnósticos y protocolos de tratamiento. En este espacio detallamos todo al respecto.

Se habla de conducta sexual compulsiva cuando una persona posee, de manera excesiva, fantasías sexuales recurrentes y ansiedad por las conductas vinculadas al sexo. Esto deriva en un estado de impulsividad que le resulta difícil de detener al paciente.

Aunque existe reticencia por parte de algunos profesionales de la salud mental en aceptar el trastorno, la mayoría lo incluye como una adicción más. Recibe, entre otros nombres, los de hipersexualidad, sexoadicción o adicción al sexo.

No se sabe a ciencia cierta cuántas personas en el mundo padecen conducta sexual compulsiva. Algunas vagas estimaciones realizadas en países desarrollados contemplan que hasta el 5 % de la población general lo sufre.

El problema para medir y cuantificar este trastorno está en que los datos se recopilan de la información subjetiva. Es decir, que no hay prueba de laboratorio ni diagnóstico por imágenes que confirme la presencia de este problema.

Criterios diagnósticos de hipersexualidad

Se han establecido una serie de criterios para guiar el diagnóstico y llegar a establecer la presencia de una conducta sexual compulsiva. En primera instancia, el paciente debe ser mayor de 18 años.

En segundo lugar, los síntomas deben estar presentes, por lo menos, durante 6 meses, configurados por la recurrencia de fantasías sexuales intensas y un deseo sexual excesivo. Esto implicaría que la persona pasa mucho de su tiempo cotidiano envuelto en esas fantasías, además de planificarlas y ejecutarlas.

Ahora bien, no se trata de cualquier fantasía sexual que alguien pudiese tener. El criterio de adicción implica que esta persona deja de atender otros asuntos vitales por dedicar horas y horas a la conducta sexual. Se pierden relaciones sociales, familiares, y se pone en riesgo el trabajo por la hipersexualidad.

Otro de los criterios diagnósticos es que la conducta no está motivada por el consumo de algún fármaco o droga que explique las fantasías. Además, pueden registrarse intentos y fracasos por parte de la persona de controlar ese impulso, sin tener éxito.

En definitiva, el diagnóstico lo establecerá un profesional de la salud mental. No se trata solo de encajar en los criterios, sino que debe hacerse una evaluación con rigor científico para determinar el grado de severidad.

Posibles causas de la conducta sexual compulsiva

La etiología de la conducta sexual compulsiva no está clara. Todo apunta a que el trastorno se asienta en el cerebro y sus neurotransmisores. Un cambio en la cantidad de estas sustancias o una alteración en las vías de conducción podrían estar detrás de la hipersexualidad.

La primera hipótesis postula que existe un desbalance entre la dopamina, la serotonina y la noradrenalina en el cerebro. Las tres sustancias regulan con potencia el estado de ánimo a cada momento, y cambios mínimos a este nivel repercuten en la ansiedad.

Otra teoría es que los circuitos de recompensa del cerebro se estimulan con las fantasías sexuales hasta un punto extremo. El refuerzo cotidiano de esa satisfacción se canalizaría de la misma forma que se desarrollan el resto de las adicciones, hasta generando tolerancia –cada vez se necesita más estímulo para alcanzar el mismo efecto.

Entre las causas secundarias tenemos las enfermedades que alteran la arquitectura cerebral. Pacientes epilépticos pueden padecer conducta sexual compulsiva, así como enfermos con demencia vascular o enfermedad de Parkinson.

Tratamientos

El abordaje de este trastorno no es fácil, e implica una combinación de fármacos y psicoterapia. Son los profesionales de la salud mental los encargados de guiar los protocolos de actuación.

Dependiendo del caso puntual, se podrá optar por terapias cognitivo-conductuales o formas psicodinámicas. Se intenta dotar a la persona con herramientas para manejar las fantasías recurrentes y no descuidar otros aspectos de su vida cotidiana.

Bajo la forma cognitivo-conductual se hace hincapié en limitar el acceso a los contenidos sexuales y en desarrollar estrategias de evitación de las situaciones riesgosas. Resulta de ayuda la asistencia a grupos de apoyo con otras personas que padecen lo mismo.

En cuanto a la farmacología para la conducta sexual compulsiva, la batería de opciones terapéuticas se sostiene en los antidepresivos y en dos medicamentos más:

Antiandrógenos: para los varones, se recetan drogas que bloquean la acción de los andrógenos, los cuales son hormonas sexuales masculinas naturales.

Naltrexona: esta sustancia se emplea, sobre todo, en la deshabituación al alcohol y a los morfínicos. Sin embargo, por su capacidad de acción sobre los circuitos de recompensa, también es adyuvante en otras adicciones.

La conducta sexual compulsiva es una adicción

Aunque aún es un tema en discusión, estamos frente a una conducta adictiva. La hipersexualidad trastoca la vida cotidiana de los pacientes, y pone en riesgo su tejido social, incluidos familiares, amigos y trabajo. Es fundamental que estas personas reciban la ayuda profesional correspondiente para no aislarse más y más en su comportamiento.

Con información de Mejor con Salud