La enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD en sus siglas en inglés) ha ido ganando terreno a la enfermedad hepática dependiente del alcohol. Hace unas décadas, el exceso de consumo de esta sustancia era la primera causa de acumulación de grasa en el hígado, actualmente, es la mala alimentación generalizada la causante de esta acumulación de grasa.
Sin embargo, el hígado graso no sólo afecta de forma específica a este órgano, sino que también puede colaborar, producir y, sobre todo, empeorar otras enfermedades, como sería el caso de la insuficiencia cardíaca, según un nuevo estudio publicado en la revista Gut.
Actualmente, se calcula que el hígado graso no alcohólico afecta hasta el 30% de los adultos de todo el mundo y, dado que cada vez es más común que prime una mala alimentación, se espera que esta prevalencia aumente a nivel mundial y de forma considerable en los próximos diez años, en consonancia a los elevados niveles de sobrepeso y obesidad actuales.
En estudios previos ya se habría sugerido una relación entre la NAFLD con el desarrollo de insuficiencia cardíaca, un estado patológico en el que el corazón no es capaz de bombear cantidades adecuadas de sangre hacia el resto del organismo.
Sin embargo, el riesgo específico asociado al hígado graso y dicha insuficiencia cardíaca aún no estaba claro, como tampoco si la gravedad de la enfermedad del hígado aumentaría el riesgo a nivel cardíaco.
Un alto porcentaje
Así pues, los responsables del nuevo estudio combinaron los resultados de 11 investigaciones de carácter observacional realizadas a nivel internacional hasta marzo de 2022. Se buscaron posibles relaciones entre NAFLD e insuficiencia cardíaca entre más de 11 millones de adultos de mediana edad, procedentes de Suecia, Finlandia, Reino Unido, Estados Unidos y Corea del Sur. La mitad de estos participantes eran mujeres, la edad media era de 55 años y su IMC medio era de 26.
Según los datos obtenidos, alrededor de 1 de cada 4 participantes (2,9 millones en total) sufría de hígado graso no alcohólico. Asimismo, se diagnosticó insuficiencia cardíaca en 97.716 participantes durante el periodo de seguimiento de 10 años.
Tras los análisis estadísticos combinando los 11 estudios, se llegó a la conclusión de que la presencia de NAFLD se asociaba con un aumento del 50% del riesgo para desarrollar insuficiencia cardíaca en los siguientes 10 años (que fue el periodo total de seguimiento del estudio).
Dicha relación de riesgo era independiente de otras variantes como edad, sexo, grasa corporal general, diabetes, tensión arterial elevada, origen étnico y otros factores de riesgo cardiovascular comunes.
Además, para evitar problemas asociados a los diseños y métodos de los estudios, los investigadores combinaron los datos de los estudios seleccionados por país, duración del periodo de seguimiento, método diagnóstico de insuficiencia cardíaca y método diagnóstico de NAFLD. Los resultados siguieron siendo los mismos.
Insulina y sustancias inflamatorias
También se comprobó si el riesgo aumentaba según la gravedad de la enfermedad hepática. Esto se dio sobre todo si se sufría una fibrosis hepática o cicatrización del hígado extensa, donde el riesgo se disparaba hasta un 76%. Sin embargo, cabe puntualizar que este hallazgo se basó en datos de solo 2 de los 11 estudios.
Por el momento, no está claro cómo la NAFLD aumenta el riesgo de complicaciones cardíacas. Lo que sí se sabe es que esta enfermedad hepática empeora la resistencia a la insulina, promueve la formación de placas grasas y libera un conjunto de sustancias inflamatorias a nivel sanguíneo que, en consecuencia, aumentarían el riesgo cardiovascular.
Además, los fármacos modernos contra la diabetes, los cuales reducen los niveles de azúcar en sangre, están empezando a demostrar que son capaces de reducir el riesgo de hospitalización por insuficiencia cardíaca.
El estudio no carece de limitaciones, como es el caso de tratarse de una combinación de estudios observacionales y no de ensayos clínicos, lo que impide detectar una relación de casualidad. Sin embargo, los investigadores concluyen que sí sería aconsejable llevar a cabo un control más estricto en los pacientes diagnosticados de hígado graso dada su potencial relación con la salud cardíaca.
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