Manuel Malaver: La franquicia electoral chavista se estrena en Argentina

“Esta no es una campaña electoral” me comentaba un amigo porteño hace dos días refiriéndose a la puja por la presidencia entre Mauricio Macri y Daniel Scioli que culminará el 22 de noviembre “esta es una guerra, y una guerra sucia, por lo demás”.

En otras palabras que, llegó a la capital del Plata el de campaña electoral que patentó, Chávez, en Venezuela y que consiste en estar decididos a lo que sea con tal de descalificar al adversario, y después a escamotearle los votos para llevar a cabo un fraude de “baja o mediana intensidad”.

En este orden, insultos primero, atropellos después y, al final, la violencia pura y simple que va marcando la pauta para que, el de los comicios, se cometan en las urnas todos los ilícitos posibles ante una oposición que ya está muy cansada para protestarlos.

Pero antes, el oficialismo –que aquí ha sido sucesivamente chavista y madurista-, hace uso y abuso de los recursos del estado, de modo que, no haya duda en torno a la pregunta de, con quién está el gobierno y por quien saldrá a echar plomo si es necesario.

Pero, obligadísimos en el guión, son los capítulos que se refieren a la observación internacional que debe ser negada y absolutamente al comienzo, para después irla soltando por cuenta gotas y, cuando ya sea inevitable, integrarla con invitados que sean solamente extranjeros gobierneros tarifados para declarar que las elecciones “fueron una maravilla”.

Y por aquí, ya es está el mandado o sancocho hecho, la franquicia que también podría llamarse elecciones “a lo Chávez”, que consiste en prostituir el acto electoral, hacer espúreo el voto, y reconvertirlo en un sucedáneo de aquellas balas con las que, en otras tiempos, se hacían guerrillas, golpes de estado o insurrecciones para tomar el poder.

En otra parte escribí que se trata de una dictadura electoralista y que en Argentina no sería posible porque allá no se cometió la vergüenza de que existiera un CNE.

Por Manuel Malaver / @MMalaverM