Luis Eduardo Martínez Hidalgo: SE VAN, SE QUEDAN

El pasado fin de semana copresidí la graduación anual de Millennia Atlantic University.

Entre los nuevos profesionales destacaron los venezolanos, 83 en total, por su espíritu gregario y desbordante alegría. También por su excepcional desempeño académico: la graduada que ocupó la primera posición en el orden de mérito, Daniela García, es venezolana y varios de nuestros connacionales alcanzaron Cum Laudes.

Antes y después de la solemne ceremonia, conversé con casi todos los venezolanos que se graduaban y al felicitarles indagué sobre cuáles eran sus planes futuros. Sin excepción, respondieron, palabras más, palabras menos, de idéntica manera: me quedo/nos quedamos con un grupo que con sorna me señaló  “Por ahora no regresamos ni amarados”.

Muchos de los graduados ya tienen trabajo y los que no seguro que conseguirán muy pronto. Si bien pudiera pensarse que lo material es superfluo –“ser rico es malo”-  con la remuneración que reciban comprarán carro, rentarán primero,  adquirirán después apartamento que equiparán con comodidad, tomarán vacaciones, contarán con seguro médico que de necesitar permitirá que se les atienda en centros de salud de los más avanzados del mundo. No tendrán que hacer cola para comprar lo que deseen incluido Harina Pan que en Florida se consigue fácilmente, eso sí “Made in Colombia”, y hasta casabe –para los orientales- si bien dominicano.

Los graduados que resolvieron quedarse, caminarán por calles seguras hablando tranquilamente por celular sin temor a que se los arrebaten o peor que los maten por ello, se conectaran a internet 4G, no conocerán de racionamiento de electricidad y agua y la basura que desechen será recolectada puntualmente. En palabras del Conde del Guácharo no se toparan en la calle  “con huecos ni perros muertos”.

No hay cifras exactas pero se habla que en los últimos años se han marchado del país cerca de un millón ochocientos mil venezolanos, la gran mayoría jóvenes, la casi totalidad profesionales o estudiantes universitarios.

Se van de Venezuela, se quedan en Estados Unidos, España, Colombia, Panamá, Dominicana como destinos preferentes si bien la diáspora es universal.

Se van por muchas razones, todas válidas, pero en cada caso con un sueño: el de encontrar en el extranjero, lo que en la patria de origen no les es posible lograr.

Ya de salida, un profesor, echado de PDVSA, me ataja para indagar como están las cosas por el país, que si están tan malas como reflejan los medios. Para no ser descortés le doy una rápida explicación tras lo que me pregunta: “Y usted, se regresa?. Cuando le digo que sí, que lo haré en pocas horas, me repregunta, “¿Y por qué? Si puede estar aquí, vivir aquí, trabajar aquí, ¿Por qué vuelve?”

No es la primera vez que me lo preguntan; sin vacilar respondí: “vuelvo porque puedo ayudar y estoy ayudando para que Venezuela sea otra, por los millones que no pueden marcharse, por los caídos en la procura de un mejor país, por los presos por disentir, por los niños que pasan hambre o mueren por falta de medicamentos, por la nación que merecemos”.

@luisemartinezh