Luis Eduardo Martínez Hidalgo: MEDIACION

luis eduardo martínez

Mucho revuelo causó la información que, en República Dominicana, representantes de la oposición y del gobierno habían comenzado a dialogar.

Razones seguramente sobran para que se prendan las alarmas ante la publicación, con mucha mala fe, en medios vinculados al oficialismo –el primero Telesur- del supuesto inicio de conversaciones entre la MUD y una delegación gubernamental.

Afortunadamente el comunicado que al respecto emitió la MUD y lo declarado por Chuo  Torrealba, Carlos Vecchio y los expresidentes que intentan mediar, dejan las cosas suficientemente claras: no hubo un encuentro como tal, no se vieron las caras ni se hablaron directamente, no se cayeron ni a palos ni abrazos, sino que cada quien expresó a los mediadores su posición y estos se la hicieron saber a la otra parte.

No es extraña esta manera de proceder cuando de mediar se trata en conflictos de gran complejidad y en ocasiones pasan meses –incluso años- en que mediadores van de un lado a otro llevando planteamientos/reclamos/exigencias y procurando encontrar puntos comunes que permitan construir una plataforma alrededor de la cual entenderse.

En el caso venezolano, ya escaldados por la fracasada experiencia de años recientes cuando el propio Chávez llamó al dialogo y más de uno de los “dialogadores” terminó preso, es obvio que desde el primer minuto hay que dejar sentado lo que bajo ninguna circunstancia está sujeto a negociación y entiendo así se hizo en esta primera aproximación.

La mediación que se de en Venezuela entre el gobierno responsable de la crisis terrible que nos afecta y la oposición que hoy es la esperanza de un mañana distinto, solo es posible poniéndole fecha y facilitando el referendo revocatorio.

El referendo revocatorio es hoy la vía más expedita que se tiene para salir de manera democrática, pacífica, electoral y constitucional, de la dramática situación que confrontamos y sobre esto no hay concesión posible: que el pueblo decida votando acerca de la suerte de este gobierno y del modelo que promueve.

A la par,  es necesario que se libere a  los presos políticos y garantice el regreso de los desterrados; la amnistía en suma que hecha ley reposa en alguna gaveta del Tribunal Supremo de Justicia. En el caso de Monagas agrego que es relevante facilitar la reincorporación al quehacer por la región de José Gregorio Briceño y Numa Rojas.

Asimismo debe cesar la represión contra la disidencia y la violación de los derechos humanos.

Tiene que reconocerse y respetarse a la Asamblea Nacional, depositaria hoy de la legitimidad y confianza popular.

Finalmente y tan importante o  quizás más, mientras se avanza  aceleradamente  en los ítems anteriores es urgente facilitar un plan de asistencia internacional alimentaria  para evitar la hambruna que es inminente y que puede barrer con  todo a su paso si deriva en explosión social.

La mediación per se no es mala ni buena. Depende en mucho de los mediadores y  de la voluntad de las partes. Nosotros mismos –mi esposa Larissa y yo- le entregamos personalmente, días atrás, una carta al Papa Francisco en la cual planteábamos la mediación de la Santa Sede, sobre la cual una encuesta reciente de Hinterlaces indicó gozaba de más del 80 % de aceptación. El Santo Padre nos explicó que había enviado una carta personal al Presidente Maduro sin recibir, para la fecha de nuestra audiencia, respuesta.

Confieso que personalmente no me siento cómodo con los expresidentes que intentan mediar y por lo menos con dos de ellos tengo serias reservas de la imparcialidad que debe caracterizar a un buen mediador pero el mundo no es perfecto y no es para nada conveniente cerrar todas las puertas.

Lo que sí es indispensable, si el proceso de mediación llega a concretarse, es que este sea  transparente y suficientemente conocido por la opinión pública.

Aunque a algunos les parezca exagerado, entre los varios escenarios que pudiéramos tener por delante, el de la guerra civil –terrible- es uno. Que no puede ser, ya en Venezuela ha sido porque la guerra de independencia fue en esencia una guerra civil entre locales, porque la guerra federal fue una guerra civil entre venezolanos.

Alguna vez oí decir a Henry Falcón: “O dialogamos o nos matamos”.

Una mediación efectiva que permita dialogar y resolver prontamente sobre lo principista aquí señalado, evitará una tragedia.

Aún estamos a tiempo, si bien pareciera que no queda mucho.