Gustavo Tovar-Arroyo: ¿Tú revocas?

Sobre la amistad en tiempos de ruina

No soy persona de ir por la vida buscando nuevas amistades. Si llegan bien, si no, da lo mismo. Las amistades que tengo son suficientes, además, me siento enaltecido con ellas, en estos años terribles si no fuese por algunos de mis amigos hoy sería un náufrago del tiempo, un romántico que lucha con su hacha de viento en contra de una tiranía de plomo. 

Y no lo soy, mis mejores amigos y yo luchamos por lo mismo y juntos, con diferencias de criterio, pero juntos: añoramos una Venezuela más humana y libre, y hemos ofrecido lo mejor de nosotros por lograrlo.

La amistad basada en principios, visión y creación civil es la mejor de todas las amistades. Básicamente porque no sólo se funda sobre la fraternidad (que es lo ordinario), sino en algo mayor: un compromiso común por mejorar nuestras condiciones de vida, luchando férreamente y a cualquier costo por lograrlo (que es lo extraordinario). Esas sí son amistades serias.

En ese sentido, en el de mejorar las condiciones de vida comunes, la discusión crítica, el debate, no puede ser algo que dañe la amistad sino lo contrario, debe fortalecerla.

Pese a nuestras diferencias que nuestra amistad libere a Venezuela.

Para bien o para mal

Respeto a los políticos, por eso los increpo (claro, con un estilo un poco mordaz, lo reconozco). Mi afán no es ni ganarme su buena voluntad ni su amistad. No me interesa, como no me interesan tampoco su aprobación ni sus favores. De hecho, jamás se los he pedido, más bien se los he hecho (lo seguiré haciendo mientras esté en mis posibilidades).

Creo que la misión de un ciudadano es apoyar a sus políticos, criticarlos cuando sea necesario, pero afianzarlos cuando realizan su ingrato oficio con honestidad y eficacia.

Como activista y ciudadano, uno más del montón, me permito ser crítico. Gústele a quien le guste, para bien o para mal, porque creo fervorosamente en el libre pensamiento. Y lo ejerzo.

Nadie debería sentirse ofendido si los venezolanos somos críticos en estas penosas circunstancias.

Los he llamado “PaJizos”

Con algo -o mucha- de suspicacia poética he llamado a Primero Justicia la organización de los “Pajizos”. Lo he dicho por su tono “amarillento”, que en ocasiones se seca y palidece frente al chavismo. Creo que, por debilidad de carácter e incluso egoísmo, en ocasiones sus repliegues han facilitado que el chavismo profundice su maldad.

Sin embargo, los respeto (a mi modo) y mucho. Reconozco su trabajo social y político. Desde que conviví con algunos de sus líderes en la universidad hasta la fecha han logrado avances impensables. He sido testigo de ello, ha sido muy impresionante.

Añoraría, por ejemplo, que un político como Carlos Ocariz fuese algún día Presidente de Venezuela. Su larga trayectoria, su dedicación y constancia, su eficacia en lograr soluciones reales al drama venezolano -incluso ante las peores adversidades personales y políticas- me hace pensar que una presidencia de él mejoraría a Venezuela. Es lo que pienso y lo expreso, los hechos lo demuestran.

La semana pasada expresé mi repudio a la quema que se hizo de la imagen de Ramón Muchacho, otro político que con aciertos y desaciertos (algunos de los cuales me han afectado personalmente) hace un esfuerzo (a su modo) por mejorar las condiciones de vida del venezolano. Mi repudio sólo buscaba cordura, buen juicio y concilio: Unidad (en mayúsculas) en las filas de la oposición, no obstante me vi envuelto en una rebatinga de empujones, mordiscos y pedradas estúpidamente electoral.

Y me dije: no aprendemos.

La organización política noviolenta es la salida

La misión del opinador no es la de ser “cheerleader” (animador), es opinar, criticar, usar su independencia de criterio para emitir valoraciones o juicios. Si sus opiniones causan o no revuelo, si generan matrices, no depende de él, depende de las personas que dan crédito o se sienten identificadas con su pensamiento.

Venezuela necesita una crítica independiente que represente el sentimiento nacional. Nadie se debe ofender ante la crítica. Ni los políticos ni los amigos. Mucho menos los amigos que son políticos.

En el colapso actual, el partido Primero Justicia se ha organizado de manera decidida y se ha movilizado para alcanzar una salida a nuestra catástrofe a través del Revocatorio. No se han quedado en la vociferación estéril ni en la queja perenne. Se han organizado y movilizado en la calle, incluso han recibido arremetidas violentas por hacerlo, lo cual los enaltece.

¿Quién en su sano juicio se atreve a opinar en su contra después del coraje que mostraron a las puertas del Consejo Nacional Electoral (CNE) cuando solicitaron el Revocatorio?

Yo no, yo les agradezco desde el exilio.

Al borde de una guerra social

Estamos al borde de una guerra social. Peor que la civil, la guerra social -como cualquier guerra- impone brutalidad asesina con el agravante de que no hay fuerzas identificables que se enfrenten entre sí sino un patético todos contra todos, una anomia (degradación última de normas, leyes o estructuras, o su carencia absoluta).

El caos es total. Linchamientos, incendios humanos y golpizas descuartizadoras, sumadas al hambre, falta de agua y luz, y la desgarradora crisis de salud, representan lo más tenebroso que hayamos visto los venezolanos en los últimos cien años. Ni Gómez.

Es el chavismo quien nos ha causado esta inconmensurable devastación. Es a ellos a quienes debemos desafiar y erradicar con organización y movilización política noviolenta. No hay que agredirlos, hay que revocarlos masivamente.

Primero Justicia, como organización política, está encarando el reto.

¿Tú revocas?

A diferencia de lo que muchos opinan, pienso que la nueva Mesa de la Unidad (MUD) y sus diputados están completando de manera correcta su empinado y difícil desafío.

No es fácil, ni lo será nunca. Hay que organizarse y Primero Justicia lo está haciendo. Con humildad pero comprometidamente me sumo a la iniciativa.

Estamos al borde de una guerra social y bajo ninguna circunstancia me incorporaré a ella. Los chavistas son los asesinos, nosotros no. Pese al contagio de salvajismo y brutalidad, nosotros tenemos que diferenciarnos de su violencia. No somos ni seremos jamás chavistas. Nunca. Tomemos las calles, movilicémonos, desafiémoslos, revoquémoslos.

Yo revoco por ti que has luchado durante años y sigues haciéndolo, por eso somos amigos. Te pido que asumamos unidos este reto. Nuestro destino es la libertad.

¿Tú revocas?

@tovarr