Brayann Baptiste: Debilidades de la meritocracia

Brayann Baptiste

En todos los estratos de la sociedad se habla de necesidad de poner en práctica la meritocracia, es decir, un utópico sistema en el cual cada ciudadano alcance posiciones o status en virtud de su talento, capacidad, profesión y/o grado académico, incluso algunos venden esta idea como la solución final a los problemas socio-económicos del mundo, principalmente se acabaría con el mal eterno de la corrupción, nadie podrá escalar por razones de consanguinidad, afinidad o militancia política.

El ideal utópico meritocratico es para algunos la verdadera justicia en la sociedad, lo que definía el jurista Ulpiano como “dar a cada uno lo suyo”.

Con frecuencia se utilizan frases como “eres lo que decides ser”, lo que se traduce en la suposición de que el resultado de tu vida tendrá relación directa únicamente con el esfuerzo que desempeñes. La clasificación de la escala social se divide entre ciudadanos exitosos y no exitosos, según los logros obtenidos en el curso de la vida.

Bajo estas premisas y parámetros sociales y engaños productos de la concepción romántica inculcada hemos sido formados, el filosofo Michael Sandel afirmaba en una entrevista en la bbc “En realidad no estamos a la altura de los ideales meritocráticos que profesamos o proclamamos, porque las oportunidades no son realmente las mismas.”

Hoy la pobreza sigue siendo un gran problema mundial y por ende impera la desigualdad, exclusión y el déficit de acceso a educación digna y de calidad, incluso entre los objetivos para el desarrollo sostenible de las nacionales unidas se hace importante hincapié en la lucha contra estas graves dificultades.

En un mundo desigual, por más voluntad, ganas de salir adelante e iniciativas de los ciudadanos es muy complejos progresar ya que las oportunidades no son iguales para todos.

No bastará quien considere estas líneas como un impulso al resentimiento, pero en realidad busco una sincera reflexión, no es verdad que tienen las mismas oportunidades de crecer, formarse, relacionarse y emprender una mujer u hombre joven nacido en un barrio pobre, a un joven nacido bajo ciertas comodidades económicas.

Los Estados y la ciudadanía en general tienen el deber de debatir acerca del futuro que nos espera, no puede prolongarse el combate a las brechas sociales, deben planificarse políticas públicas con el firme propósito de procurar sociedades basadas en la igualdad de oportunidades. El crecimiento personal, económico y/o académico de una persona no debe supeditarse a su origen étnico, racial, social o a la afinidad política.