Luego de su muerte, apareció la hija del abuelo abandonado en Zulia y no creerán lo que dijo

No hubo tiempo para lágrimas en el velorio de Roberto Ramírez. La controversia impidió que los vecinos, que lo cuidaron y dieron amor por tres días, se despidieran. Ayer, una de sus hijas y su nieto llegaron a la capilla en el Inass donde estaba el cuerpo.

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“No pudimos decirle adiós como se merecía, porque sus familiares lo impidieron: nos gritaron y dijeron improperios. Para evitar problemas decidimos marcharnos”, afirmó una de las residentes del edificio El Jabillo 3, de las residencias El Varillal.

Yamelys Ramírez —la tercera de los seis hijos del abuelo— vio a su padre en el féretro, adornado con un ramo de ixoras, del jardín del Inass, que formaron los abuelitos del ancianato.

En compañía de su hijo, Carlos Chapman, explicó el por qué no pudo atender a su padre, de 98 años: “Vinimos al Inass a verlo el 20 de junio (…) No pude hacerlo antes ni después porque estoy en reposo absoluto. Soy diabética, hipotensa y con problemas en los pulmones. Mi único hijo cuidaba de mi salud. Nos negaron el derecho a visitarlo…”.

La primera dama del estado, Margarita de Arias, acudió a la capilla del geriátrico que recibió a Roberto por intermediación de la Gobernación del Zulia.

La mujer de 63 años manifestó: “Lamentablemente (los vecinos) utilizaron el momento de salud por el que yo pasaba para desprestigiarme”.

A un lado del féretro aseveró: “Tengo la conciencia tranquila porque le di lo que pude. Yo siempre fui para él la hija difícil y amargada (…) Teníamos muchos problemas porque le administraba sus asuntos legales, pero no puedo negar que fue un buen padre y nos estimuló a todos para que fuéramos profesionales”.

Su nieto señaló que su abuelo “siempre pidió que donaran su cuerpo al ‘Anatómico’ de LUZ para que estudiaran por qué era tan longevo, pues no fumaba ni bebía”.

A las 10:40 am, empleados del Inass sacaron el ataúd de Roberto para llevarlo al cementerio San Sebastián.

En el camposanto, mientras Yamelys sostenía una rosa en su pecho y su nieto lanzaba un poco de tierra sobre la fosa, el padre Alberto Mendoza oró: “Para entrar al reino de Dios debemos adorarlo a Él y cumplir el cuarto mandamiento: ‘Honrarás a tu padre y a tu madre”.