Las palabras de Manuel Rosales antes de su audiencia preliminar

El ex gobernador del estado Zulia y fundador el partido Un Nuevo Tiempo, Manuel Rosales, difundió una carta que redactó antes de venir a Venezuela y que ordenó publicar un día antes de su audiencia preliminar, anticipando su detención al tocar suelo criollo.

AL PUEBLO DE VENEZUELA

Aruba, 14 de octubre de 2015.

Manuel Rosales

A pocas horas de salir rumbo a Venezuela, escribo esta nota para ser publicada antes de la audiencia preliminar, donde se debatirá la perversa confabulación que desde el año 2004, época en que se celebrarían las elecciones regionales para gobernadores y alcaldes, y ante lo inminente de mi victoria sobre el candidato oficialista, se generó una brutal campaña de descrédito y descalificación. Es un hecho investigado cerca de dos años por la Fiscalía, y después de innumerables actuaciones, procedió a decretar archivo fiscal. Tiempo después, lo activaron nuevamente para continuar la persecución política. Tomé la previsión de escribir estas reflexiones, ante la posibilidad real que desde la celda donde haya sido confinado, me impidan hacerlo.

En el largo camino de esta lucha, nunca he titubeado. He tenido tropiezos y caídas. Durante más de once años he estado sometido a una campaña de desprestigio total, de calumnias que han pretendido manchar mi nombre y borrarme del corazón de los venezolanos. Una lucha dura y desigual, que hoy me condena a un proceso aparentemente legal, pero que a todas luces, es una maniobra de persecución política. Una trama desmontada por la confesión de Eladio Aponte Aponte, su actor intelectual, y José Luis Pírela, acusador principal, quien solicitó la nulidad del juicio, porque según sus propias palabras comprobó que “todas las pruebas que le fueron entregadas son falsas”. Una tramoya jurídica que será enfrentada con la verdad irrefutable de las pruebas que han planteado mis abogados: Magaly Vásquez, Morris Sierralta, Álvaro Castillo, Jesús Ollarves y Ney Molero.

Asisto a la audiencia preliminar, firme y claro, con mis ideas, valores y principios encrespados por el amor a la Patria. Asisto con la frente en alto, con los ojos iluminados por el honor que el pueblo muchas veces me ha entregado, porque admito sin reservas, que no me equivoqué al denunciar desde sus inicios, la amenaza que para el futuro del país significaban los sueños mesiánicos de este modelo político y económico que terminó destruyendo los bienes públicos y privados, que nos condujeron a un despeñadero de crisis y violencia que puede acabar en una hecatombe, si no provocamos un cambio cívico y democrático. Como he dicho, mi decisión de regresar pretende ser otro elemento que ayude a la fuerza de esperanza y cambio.

En la verdad o en el error, hasta sus últimas consecuencias. Lo decidí viendo a nuestro pueblo humillado en interminables colas para comprar alimentos y medicinas, con un salario que se lo traga el alto costo de la vida, cercado por la delincuencia y sin oportunidades de salir de abajo. Un país sumido en un ambiente de desorden y violencia que ha provocado la salida de oleadas de familias y jóvenes hacia otros países.

Aunque mi decisión de volver, levante objeciones de buena o mala fe, amables y amargas, así como clamorosos respaldos, lo cierto es que no hallé otro camino, para un político desterrado y silenciado que quiere ayudar a vencer la apatía, desesperanza y escepticismo, que dar un paso al frente, aun con el dolor de dejar en tierra lejana, a mis compañeros de viaje, los exiliados y desterrados.

Estoy seguro que los venezolanos quieren un cambio, sueñan con lograr el equilibrio político, con romper las cadenas de la pobreza, acabar con las privaciones que limitan la prosperidad de las clases media y emergentes. Borrar las dificultades económicas que han traído al país las obsoletas políticas confiscatorias, controladoras, estatizantes, grupales y violentas, que sólo privilegian a una élite. Tampoco quieren más violencia y divisiones, porque el sufrimiento ha sido largo, porque también han sido nuevamente engañados.

El pueblo sabe que el cambio no está en manos de los responsables del desastre y la ruina del país, los que gobiernan a Venezuela desde hace 17 años. No lo harán porque su objetivo es implantar de modo definitivo y para siempre la supremacía de su grupo privilegiado a costa de un pueblo aplastado, humillado y sin ningún derecho a surgir y prosperar.

El cambio saldrá de las raíces, de la lucha por la libertad y la justicia social del pueblo. De los sueños de prosperidad y afán de felicidad.

¡El cambio se iniciará el 06 de diciembre, sentando los equilibrios y contrapesos que deben ser el norte de nuestra sociedad, por nuestros hijos! ¡Por el futuro y la grandeza de Venezuela, vamos a votar!

SM