Dentro de una bolsa de plástico, tapada con un colchón y entre medio de una pared y una medianera. Así encontró la policía, después de cuatro días de búsqueda, el cuerpo de Sheila Ayala a mediados de octubre de 2018 en el barrio Trujui de San Miguel, Argentina. En un giro sorpresivo, parte de la familia que hasta ese momento había buscado con desesperación a la niña de 10 años terminó tras las rejas.
Por: Todo Noticias
El dramático final de Sheila empezó a escribirse alrededor del mediodía del 14 de octubre hace cuatro años, mientras jugaba con sus amigos en el complejo habitacional Campo Tupasy, donde vivía con su papá. Ese día la menor desapareció y los padres dieron inicio a una suerte de fuego cruzado de acusaciones por ver quién de los dos era el responsable.
Cuando la búsqueda llevaba unas 72 horas empezó a circular la falsa noticia de que la Policía había rescatado a la víctima. La familia entera celebró llorando de felicidad, entre ellos la tía de la menor, Leonela Ayala, y su pareja, Fabián Ezequiel González Rojas, que además vivían en el mismo complejo. Ambos se mostraron ante las cámaras gritando de alegría que “la niña había sido encontrada”. Detrás de esa felicidad, se escondía el asesino.
El caso parecía haber encontrado su final feliz, pero pocas horas después de esa escena lo que apareció fue el cuerpo de la infante asesinada.
“Tomamos alcohol y drogas y no sabemos qué pasó”
El final del misterio llegó al cuarto día después de la desaparición de Sheila. Entonces fue que encontraron sus restos adentro de una bolsa y tapados por un colchón, en un sector entre dos paredones donde los vecinos acostumbraban a tirar basura.
El lugar donde se encontró el cuerpo, además, era lindante a la construcción donde vivían Leonela Ayala y González Rojas, en un segundo piso, un detalle que colocó a la pareja en la mira de la Justicia. Después, fue la propia tía de la víctima la que cerró las sospechas alrededor suyo con una sorprendente confesión: “Tomamos alcohol y drogas y no sabemos qué pasó”.
Un colchón, bolsas y un peluche de “Hello Kitty”
La declaración de Leonela derivó en un allanamiento en el domicilio, donde se encontró un colchón con restos orgánicos, bolsas iguales a la que usaron para descartar el cuerpo de la víctima, cintas y un peluche de “Hello Kitty”.
Estos elementos abrieron una nueva teoría: Sheila pudo haber estado ahí mientras todos la buscaban. En esa línea de investigación, la principal hipótesis fue que la asesinaron en medio de un ataque sexual y después descartaron su cuerpo por el balcón, desde unos seis metros de altura.
Más tarde, la autopsia determinó que la causa de muerte fue un estrangulamiento a lazo con una sábana infantil encontrada alrededor del cuello de la víctima. Pero además, reveló que la nena se defendió y cuando intentaron abusar de ella, rasguñó a su agresor.
El cuerpo de la víctima también presentaba varias fracturas post mortem en sus costillas, aunque se cree que fueron producidas en la maniobra de descarte.
Con evidencias en su contra y una confesión, Leonela Ayala y Fabián González Rojas fueron detenidos por el “homicidio doblemente agravado” de su sobrina, pero actualmente solo uno de ellos sigue preso.
“Como una madre para Sheila”
Leonela, la tía y madrina de la nena asesinada, fue excarcelada primero por falta de pruebas en noviembre de 2018, y finalmente sobreseída en la causa por el juez de Garantías 3 de San Martín, Mariano Grammatico Mazzari.
“Los videos de las cámaras de seguridad probaron que Leonela no estaba en el lugar cuando se cometió el crimen”, señaló a TN el abogado que la representó, Hugo Rubén Icazati. Es que pese a la confesión que había hecho en un primer momento, la mujer, que entonces tenía 26 años, se había ido de su casa la noche previa a la desaparición de Sheila tras una pelea con su pareja.
“Discutieron porque González Rojas estaba drogado y ella se fue a la casa de su madre”, indicó el letrado, y subrayó: “(Leonela) era una persona muy limitada, tanto cultural como socialmente, pero fue completamente ajena a todo”.
“Estoy totalmente convencido de su inocencia y de que realmente desconocía lo que había pasado ese día”, reafirmó Icazati. En ese sentido, apuntó que Leonela “era como una madre para la sobrina”. “La peinaba, la criaba ella prácticamente”, añadió.
En cuanto al móvil del crimen, por el que sigue detenido y a la espera del juicio la expareja de su clienta, González Rojas, el letrado consideró: “Hay cosas que son inexplicables e inauditas, pero cuando hay drogas de por medio todo se aclara”. Y concluyó: “Para mí a Sheila la mataron por una deuda por drogas”.
“Soy feliz a mi manera”
Tras el sobreseimiento, Icazati ya no tiene relación con Leonela Ayala. Lo último que supo de ella, contó a TN, fue que rehizo su vida, formó una nueva pareja y hasta habría vuelto a ser madre. No obstante, la mujer se alejó del barrio Trujui y empezó de nuevo con su familia en otra parte.
En tanto, Leonela se muestra muy activa en las redes sociales, donde comparte periódicamente fotos y videos, en su mayoría de sus hijos.
“Soy feliz a mi manera, soy feliz sin pedir nada a cambio, por eso les digo que yo soy feliz a pesar de mis cosas y de mis errores…No soy una mujer perfecta, han hablado de mí, me han juzgado …pero sigo con la consciencia limpia y tranquila”, escribió la tía de Sheila en su perfil de Facebook el 16 de agosto pasado.
Y completó: “La vida no es fácil, pero sigo de pie con el amor que tengo para mis hijos, que los amo y doy mi vida por ellos. Sigo de a poco. Sé que tendremos algo mejor. La vida sigue, pero no con falsedad y falsas promesas”.
A la espera del juicio
Distinta es la situación de Fabián Ezequiel González Rojas, la expareja de Leonela y padre de uno de sus hijos, quien permanece detenido en la Unidad 9 de La Plata del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), a la espera del inicio del juicio oral por el “homicidio doblemente agravado” de la nena de 10 años.
Carlos Blomberg, abogado defensor de González Rojas, explicó en una entrevista con Télam que la Justicia mantuvo el agravante de la alevosía por considerar que el imputado mató a Sheila “aprovechándose y conociendo el estado de indefensión de la víctima”, quien “no pudo defenderse ante una embestida de un sujeto masculino que la superó en fuerza y tamaño”, y el del femicidio en que “abusó de una relación desigual de poder con la víctima mujer”.
Al momento de su detención, González Rojas presentaba en los brazos lesiones compatibles con heridas provocadas por la defensa de una víctima. Otro elemento que el juez valoró como clave fue que estuvo solo en su vivienda el día del crimen y que la sábana infantil del tipo ajustable, color blanca y con personajes de Disney usada para estrangular a Sheila, era de la cuna de unos de sus hijos.
Además, mencionó que el colchón que fue arrojado para tapar la bolsa que contenía el cuerpo, también era de su casa y que él mismo lo arrojó, 24 horas después del crimen, al hueco donde fue encontrado.
Una pericia también confirmó que las bolsas de residuos negras adheridas con cinta de embalar transparente que envolvían el cadáver, eran las mismas que fueron halladas recubriendo el colchón de la cama cucheta inferior donde dormía una de sus hijos.
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