La inflación en Argentina se desacelera en medio de la cuarentena

Cebollas en mercado argentino

La inflación en Argentina desaceleró su marcha en abril pasado en medio de las medidas de aislamiento obligatorio para hacer frente a la pandemia de COVID-19, pero los expertos prevén que vuelva a tomar impulso en los próximos meses.

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) informó este jueves que los precios al consumidor en Argentina registraron en abril pasado un alza interanual del 45,6 % y un avance del 1,5 % respecto de marzo, mientras que en el primer cuatrimestre acumularon un incremento del 9,4 %.

La subida de un 1,5 % en comparación con marzo es el registro más bajo desde noviembre de 2017 y representa una notable desaceleración respecto al alza del 3,3 % que se había verificado en el tercer mes del año.

El comportamiento de los precios en abril se vio impactado por un contexto macroeconómico inédito y crítico por las fuertes medidas de aislamiento obligatorio que comenzaron a regir en Argentina el 20 de marzo para hacer frente a la pandemia de coronavirus.

Varios expertos señalan que la profundización de la crisis económica que ya vivía el país desde hace dos años, sumado a la congelación de tarifas y los controles de precios impuestos en medio de la emergencia sanitaria, moderó la inflación en abril, pero advierten que el riesgo de una aceleración de precios está latente y se podría materializar en el segundo semestre debido a factores como la fuerte emisión monetaria.

Razones para una moderación

Con muchos comercios y actividades paralizadas en abril por las medidas de confinamiento, hubo bienes y servicios sin ventas o marginados a los canales de comercialización en línea.

De acuerdo con el Indec, los precios de los bienes subieron en abril un 2,3 %, destacándose la subida en alimentos y bebidas del 3,2 %, pero en los servicios se registró una contracción del 0,2 %, con los costes en educación y comunicaciones encabezando las bajadas.

Según apuntó la Fundación Capital en un informe, «el aislamiento social obligatorio, por un lado, limita el incremento de precios de un importante grupo de bienes y servicios».

Por ejemplo, los establecimientos vinculados al turismo y el esparcimiento y los comercios de ropa, calzado y equipamiento para el hogar, que en conjunto representan un tercio de la cesta medida por el Indec, exhiben un menor deslizamiento en sus precios frente al cierre o suspensión de sus actividades.

Por otro lado, apuntó la Fundación Capital, «la baja en la demanda también opera aquietando los precios».

Por lo demás, abril ha sido un mes con recortes en los ingresos de muchos trabajadores autónomos, informales e, incluso, aquellos asalariados registrados cuyos sindicatos negociaron rebajas en las nóminas en sectores con suspensión total de operaciones, un factor que incide negativamente en la demanda.

Además, el Gobierno mantiene congeladas las tarifas de servicios públicos y de los alquileres, los valores de los combustibles permanecen estables y se ha implementado un sistema de precios máximos para productos esenciales de alimentación e higiene, factores que también colaboran a una moderación en la inflación.

Aceleración en el horizonte

En un contexto recesivo, los precios al consumidor en Argentina ya habían subido el año pasado un 53,8 %, el nivel más alto desde 1991.

De acuerdo con las últimas proyecciones privadas que recaba mensualmente el Banco Central, la inflación será del 44,4 % en 2020, aunque algunos expertos vaticinan tasas más altas, de entre el 45 y el 60 %.

El propio sondeo del Banco Central deja ver que los consultores proyectan índices mensuales nuevamente en ascenso, de entre el 2,5 % y el 3,1 % entre mayo y julio, pero a partir de agosto se aceleran aún más, hasta el 3,6 % para octubre.

Analistas apuntan a la creciente emisión monetaria para financiar el Fisco en medio de la emergencia sanitaria y económica como un factor de presión inflacionaria.

«En marzo y abril la base monetaria creció al 40 % mensual. No hay crédito externo, tenemos pocas reservas y la reducción del gasto público es prácticamente imposible. Esta emisión, si bien estamos en un contexto recesivo que parecería deflacionario, va a ir a precios. El consenso es que tendríamos una inflación superior a 60 % anual», señaló Eduardo Fracchia, director del área académica de Economía de la IAE Business School.

El exceso de liquidez y otros factores, como la incertidumbre económica, están acelerando la demanda de dólares en Argentina, con un tipo de cambio en los mercados paralelos que prácticamente duplica al oficial y que, como ya ha ocurrido en recientes episodios de tensiones cambiarias en el país, se espera que se termine trasladando a los precios de la economía en general.

Según la consultora Ecolatina, «la situación es delicada y la inflación probablemente se acelerará cuando la economía se normalice y la velocidad de circulación del dinero retorne a sus niveles promedio».

Con todo, la consultora cree que «los riesgos de una disparada hiperinflacionaria son bajos» porque hay un «escenario de precios regulados controlados, presiones salariales acotadas y un mercado cambiario oficial que podrá tensionarse pero no se vería desbordado».

EFE