Japón está en una carrera contra el tiempo.
En solo tres años se quedarán sin espacio para almacenar el agua que recoge los peligrosos desechos radiactivos que dejó el accidente en la planta nuclear de Fukushima.
El 11 de marzo de 2011 un violento tsunami embistió a la costa este de Japón y causó daños en la Estación de Energía Nuclear de Fukushima Daiichi, de donde se liberaron grandes cantidades de material radiactivo en el ambiente.
Desde entonces, se han utilizado más de un millón de toneladas de agua para enfriar los reactores derretidos.
En promedio, cada día en Fukushima se bombean cerca de 200 toneladas de agua radioactiva que proviene de los reactores dañados.
Esta agua contaminada luego se almacena en tanques gigantes, pero el gobierno de Japón afirma que en 2022 ya no tendrá donde contenerla.
Durante años se ha discutido qué hacer con el agua, pero este miércoles una declaración del ministro de medio ambiente causó revuelo.
«La única opción será drenarla en el mar y diluirla«, dijo el ministro Yoshiaki Harada en una rueda de prensa en Tokio.
La medida, que aún debe ser discutida por el gobierno, encendió una alerta entre la industria pesquera de la zona y añadió más tensión a la deteriorada relación entre Japón y su vecina Corea del Sur, que recibió el anuncio con preocupación.
¿Qué ocurre con el agua?
Según los encargados de la planta, luego de pasar por los reactores al agua se le elimina la mayoría del material radiactivo mediante un complejo proceso de filtrado.
Pero hay un isótopo, el tritio, que no puede ser removido, por eso el agua debe permanecer almacenada.
Entre los científicos hay cierto consenso de que el tritio se diluye rápidamente y representa un bajo riesgo para los humanos y los animales.
De hecho, es común que las plantas nucleares viertan titrio en los océanos.
«El titrio tiene una vida relativamente corta«, le dice a BBC Mundo Rodney Ewing, profesor de seguridad nuclear en la Universidad de Stanford (EE.UU.).
Según explica Ewing, el titrio permanece durante unos 12 años, así que en unos 120 años más del 99% se habría descompuesto.
Ewing, sin embargo, advierte que antes de verter el agua hay que asegurarse de que no haya otros elementos radioactivos en ella, y es solo titrio lo que se va a liberar.
«La fuente de riesgo más importante proviene de otros elementos radioactivos en el agua», dice.
El ministro Harada no aclaró qué cantidad de agua sería liberada, pero aun si fuera un millón de toneladas, los expertos consideran que el riesgo es bajo.
«Un millón de toneladas suena a que es un gran volumen. Y sí, lo es, pero aun así es solo una billonésima parte del volumen del agua en el Pacífico», le dice a BBC Mundo Chary Rangacharyulu, experto en física nuclear de la Universidad de Saskatchewan (Canadá).
«Además, el titrio es solo una porción del agua que se arroja».
Otras posibles opciones para deshacerse del agua sería evaporarla o enterrarla, pero para algunos expertos el riesgo es mayor.
«El costo de evaporar el agua sería enorme y la demanda de energía para tal proceso conduciría a un efecto perjudicial en el medio ambiente», le dice a BBC Mundo la profesora Clara Wren, experta en radiación química de la Universidad de Ontario Occidental (Canadá).
Wren añade que es difícil predecir el rumbo de dispersión de los gases y que inhalar tritio es más perjudicial que ingerirlo.
En cuanto al almacenamiento bajo tierra, Wren opina que no es seguro.
«Los tanques de almacenamiento pueden tener fugas, contaminando el agua subterránea. En lugar de peces, tendríamos que preocuparnos de que los humanos y los animales terrestres no beban el agua contaminada».
Vecinos preocupados
Pero no todos se sienten tranquilos con la opción de verter el agua en el mar.
El vertido del agua podría empeorar las ya débiles relaciones entre Japón y Corea del Sur.
En un comunicado, el gobierno de Corea del Sur dijo que espera que Japón «tome una decisión sabia y prudente en este asunto».
Por su parte, un diplomático surcoreano que pidió el anonimato le dijo a la agencia Reuters que esperan más detalles sobre esta discusión «para que no haya anuncios sorpresa«.
En agosto, Corea del Sur ya le había pedido explicaciones a Japón sobre cómo lidiarían con el agua de Fukushima.
Las disputas históricas entre los dos países se remontan al dominio colonial de Japón sobre Corea en la primera mitad del siglo XX. En los últimos meses ambos se han declarado batallas comerciales y suspendieron su intercambio de información de inteligencia sobre Corea del Norte.
La industria pesquera también tiene sus reparos, por los riesgos de que el agua de Fukushima contamine sus zonas de pesca.
Tetsu Nozaki, líder del gremio pesquero de Fukushima, calificó de «desconsiderada», la declaración del ministro de medio ambiente, según cita el diario Japan Times.
Otros representantes de los pesqueros dijeron que era «equivocado» decir que verter el agua era la única opción y que el comentario de Harada «aviva las preocupaciones entre la gente de la industria pesquera local y difunde rumores dañinos».
Japón, además, enfrenta la presión de lograr una pronta solución con miras a los Juegos Olímpicos de 2020, cuando el mundo tendrá sus ojos sobre ellos.
Mientras tanto, el reloj sigue corriendo y lo tanques se siguen llenando… reseña BBC