El movimiento de «las sardinas», que desafía a la ultraderecha de Matteo Salvini, reunió el sábado a decenas de miles de personas en la legendaria Plaza de San Giovanni, para manifestarse contra la extrema derecha y sus ideas.
Según los organizadores, «la idea era llenar la plaza […] y el objetivo parece cumplido», después de que 100.000 personas se hubieran inscrito en Facebook para participar.
Fuentes de la prefectura de policía citadas por la agencia AGI hablan de 35.000 participantes.
El sábado, con el objetivo de sacudir las conciencias de Italia, la multitud cantó con gran entusiasmo tanto el famoso canto de la resistencia «Bella Ciao» como el himno nacional, escuchando a la vez la lectura de partes de la Constitución.
«Me parece una excelente iniciativa, habla de valores que comparto, antifascismo, antirracismo, respeto de la Constitución y de las minorías», dijo a la AFP-TV una manifestante.
«Estoy aquí porque quiero escucharles, quiero entender su mensaje. Lo que me gusta es que son jóvenes […] Es un movimiento que dialoga con todos, no solo con la izquierda», asegura por su parte Lamebrto Damiani, de 60 años, de Terni (centro).
El movimiento espontáneo de «las Sardinas», que no quiere estar vinculado a ningún partido, fue fundado hace un mes en Bolonia por cuatro jóvenes indignados, cuando reunieron inesperadamente a 15.000 personas para denunciar la línea política de odio y de exclusión de Salvini, ex número dos del gobierno.
Desde entonces han realizado una oleada de manifestaciones al ritmo de «Bella Ciao» en ciudades como Milán, Turín, Florencia, Nápoles o Palermo.
El movimiento se ha extendido por todo el país… y fuera.
En España, unas 300 personas se reunieron el sábado en la céntrica Puerta del Sol de Madrid en solidaridad con las sardinas de Italia, y otras 200 en Bruselas.
Los manifestantes, incluidos numerosos italianos, sostenían pancartas con sardinas y otras donde se leía «En Madrid, otra Italia».
Para Angelo Pirola, de 43 años, empleado de una oenegé en Madrid, la protesta «tiene que ir más allá de Italia y apuntar a Trump, a Bolsonaro», y también a Vox, el partido español de extrema derecha que «claramente ha tomado como referencia estas experiencias internacionales».
– «Las sardinas no existen» –
«Estas sardinas están sin lugar a dudas en el bando de la izquierda. No todo el mundo tiene ganas de insultar, de propagar el odio. Vine para manifestarme, sino sentiría vergüenza de ser italiano», explicó a la AFP Roberto Piperno, un jubilado.
«Corremos un riesgo, creer que las sardinas son la solución a todos los males. Pero las sardinas no existen, son personas que llenan las plazas con sus ideas y ven un enemigo, el pensamiento único simplificado del populismo», declaró a la masa Mattia Santori, un investigador universitario, con cuatro empleos, de 32 años y uno de los fundadores.
Las sardinas presentaron también sus exigencias, especialmente que «los ministros comuniquen únicamente a través de los medios institucionales», una clara alusión a las frecuentes retransmisiones en directo de Matteo Salvini en Facebook.
El movimiento pide también que «la violencia verbal sea considerada como la violencia física» por los legisladores, añadió Santori.
El sábado en Roma, sardinas de todas las edades, venidas a pie, en bici o en silla de ruedas, rivalizaban para destacar entre la multitud: algunos llevaban una gigantesca sardina coloreada de papel, otros un «pincho» de sardinas, y algunos una medusa.
La idea es «sacar nueva energía a través de una forma mucho más libre y espontánea», en un clima de fiesta, de participación, y con una organización «no jerárquica» que tenga «orientaciones precisas», subrayó Mattia Santori.
El movimiento atrae a todos los partidos, excepto, naturalmente, a la extrema derecha.
«Haremos todo lo posible por implementar sus propuestas», escribe Nicola Zingaretti, el secretario del Partido Demócrata (centro-izquierda) en el poder con el Movimiento 5 Estrellas (antisistema), del que forma parte Virgina Raggi, la alcaldesa de Roma que agradeció a las sardinas «la energía traída a nuestra ciudad».
El próximo destino: las pequeñas ciudades y «territorios frágiles», susceptibles de ceder a las sirenas «de las ideas simples y del populismo». AFP