Lo que de común tienen los ‘Països Catalans’ es que en ellos se habla catalán.
No un particular, sino el consejero de Justicia del Govern catalán, Germà Gordó, opinó el pasado sábado en un acto público que “la construcción de un Estado no debe hacer olvidar a la nación entera”. Lo dijo en referencia a los territorios irredentos del nacionalismo catalán: Valencia, Baleares, La Franja y Cataluña Norte, a cuyos ciudadanos debería concederse según Gordó la nacionalidad catalana. Lógicamente, ha provocado irritación en esos territorios.
La plasmación política de los Països Catalans, denominación nacionalista para referirse a una entidad que los incluyera junto a la actual Cataluña, constituye el programa máximo del soberanismo: lo que quedaría por alcanzar tras conquistar la independencia. Objetivo que forma parte del programa de las CUP y que a la vista de los resultados electorales que suelen registrarse en las comunidades o zonas citadas, garantizaría al nacionalismo faena para muchos años, sin riesgo de desaparición por falta de objetivos. Lo que de común tienen los Països Catalans es que en ellos se habla catalán. De eso no se deduce sin embargo que estén necesariamente destinados a unirse en un Estado.
Seguramente es más beneficioso para la unidad de la lengua y cultura catalanas la convivencia de todos esos territorios en un Estado español plural. En 2014 el cantante Raimon expresó sus dudas al respecto. Especialmente sobre la incidencia de la independencia en la relación entre catalanes y valencianos, y también en la unidad de la lengua, su preocupación más persistente como intelectual, artista e hijo de Xàtiva (Valencia).
La independencia catalana estimularía el anticatalanismo valenciano, opinó entonces. Y dañaría los vínculos entre los territorios del ámbito lingüistico catalán en un mercado cultural cuyo epicentro es Barcelona. ¿Cómo pueden extrañarse algunos que nunca dudan de que las opiniones de Gordó hayan sido vistas como una provocación y un alarde de prepotencia?