Así lo aseguró el experto en crimen internacional y narcotráfico en diálogo con Infobae. Las relaciones del gobierno venezolano con las FARC y las reuniones entre Hugo Chávez y Cristina Kirchner
Douglas Farah es experto en crimen internacional organizado y especialista en los vínculos que mantienen algunos gobiernos, el narcotráfico y los grupos terroristas. Fue uno de los que expusieron cuando el subcomité de Asuntos para América Latina del Senado de Estados Unidos organizó una sesión extraordinaria con el objetivo de interiorizarse en los motivos por los cuales el presidente Barack Obama había declarado a Venezuela «una amenaza para la seguridad nacional».
Presidente de la consultora IBI y miembro del Centro de Asesoramiento y Estrategia Internacional, precisó los nexos entre la región y grupos como las FARC y Hezbollah. «El nexo es de ideología y narcotráfico«, sostuvo.
Aseguró además que «las reuniones en Caracas entre Cristina Kirchner y Hugo Chávezdieron inicio a la vuelta de 180 grados» de la política de la Argentina hacia Irán, «que finalmentedesembocó en la muerte de Alberto Nisman«, el fiscal que investigaba el mayor atentado terrorista en la historia de argentina.
-Usted sostuvo que el gobierno de Venezuela financia el crimen y el terrorismo internacional. ¿En qué sentido y con qué organizaciones tiene vínculo?
-Los vínculos del terrorismo con el gobierno de Venezuela los vínculos son bastante amplios. Hemos documentado que los gobiernos de Hugo Chavez y Nicolás Maduro invitaron a Hezbollah y Hamas a participar en reuniones para apoyar lo que llaman la revolución mundial: la fuerza conjunta contra el «imperio», es decir, Estados Unidos. Hay un vínculo común con la izquierda radical de América Latina que es el odio a EEUU. El vínculo involucra a Mahmud Ahmadineyad, Vladimir Putin y, en su momento, a Muammar Khadafi, además del grupo narcoterrorista FARC. Hay una relación para tumbar el imperio y una política de estado de buscar relaciones con grupos terroristas. Antes había algunos funcionarios que buscan ciertas relaciones con grupos terroristas o criminales a nivel individual. Pero Chávez y Maduro buscaron desde el Estado mismo relaciones con grupos terroristas. Lo hicieron política de estado. Los casos de FARC y Hezbollah lo muestran.
-¿Cuál es la relación con estos grupos?
-Con FARC el vínculo era de ideología y narcotráfico. Hay casos específicos de FARC pasando droga a Hezbollah para venderla en Líbano y Europa. Cuando Irán esperaba entrar al sistema financiero luego de ser sancionado por la UE y EEUU, Venezuela lo ayudó con miles de millones de dólares violando las sanciones internacionales de la ONU. Eso está cambiando, pero sólo porque tras el acuerdo nuclear cambió el panorama internacional.
-¿Por qué se interesaron los gobiernos de Venezuela en hacer negocios con el narcotráfico?
Desde que en 2008 mataron a Raúl Reyes (uno de los líderes de las FARC), queda documentado los vínculos estrechos entre Chávez y Maduro con el llamado automando de inteligencia de las FARC. Chávez les ofreció 300 millones de dólares para su revolución y las FARC pagarían la deuda en cocaína. Chávez y Maduro no se metieron por gusto, sino que fue una política de estado de venta de drogas. Casi todos los vuelos que llevan cocaína a EEUU salen de Venezuela. Lo que llega en barcos sale en buena parte sale de Ecuador, que también está bastante vinculado con las FARC.
-¿Cómo aparece el vínculo con Hezbollah?
-Viene a través de Irán en el vínculo entre Chávez y Ahmadineyad, que estaban en pleno proceso de expansión de sus operaciones militares contra Israel y otras partes. La idea era buscar cómo darle más recursos. La manera más fácil de obtener grandes sumas de dinero es el narcotráfico. Eso representa una bonanza económica. Hezbollah vende la droga en EEUU, África occidental, Panamá y Europa.
«LA MANERA MÁS FÁCIL DE OBTENER GRANDES SUMAS DE DINERO ES EL NARCOTRÁFICO»
-¿Qué cambió en la manera de relacionarse con estas organizaciones tras la muerte de Chávez?
-Maduro no tiene la personalidad y el carisma de Chávez. Ahora hay más dependencia del narcotráfico y menos orden porque Maduro no tiene el control que tenía Chávez sobre su tropa. Ya no tiene el monopolio. Pero además, cambiaron un poco los actores externos, como lo muestra el proceso de paz en Colombia con las FARC. En el último tiempo, Hezbollah e Irán estuvieron muy metidos en cuestiones de Medio Oriente en general y Siria en particular, algo más importante para ellos que estar en América latina.
-Usted aseguró que Venezuela era un puente entre Irán y Argentina. ¿Cómo funcionaba ese triángulo?
-Comenzó con el acercamiento entre Cristina Fernández de Kirchner y Chávez. Los iraníes se acercaron a Chávez para que usara su influencia en la Argentina y reactivara el intercambio científico sobre procesadores nucleares. Las reuniones en Caracas dieron inicio a la vuelta de 180 grados de la política de Cristina Kirchner hacia Irán, que finalmente desembocó en la muerte de Alberto Nisman (el fiscal que investigaba el mayor atentado terrorista en la historia argentina). La política de Cristina fue creciendo en su antiamericanismo. El interés de Chávez era ayudar a Irán en su revolución antiimperialista para tumbar al imperio.
«LAS REUNIONES ENTRE Cristina Kirchner Y CHÁVEZ INICIARON LA VUELTA DE 180 GRADOS» DE LA POLÍTICA DE LA ARGENTINA HACIA IRÁN, «QUE DESEMBOCÓ EN LA MUERTE DE NISMAN»
-Hace un tiempo, EEUU declaró a Venezuela una «amenaza para la seguridad nacional». ¿Por qué lo era? ¿Lo sigue siendo?
-Tenemos una alianza de estados bolivarianos que cada vez incluye más a la Argentina y que está formada por Bolivia, Nicaragua, Ecuador y El Salvador, que asumieron la misma postura de crear un nuevo sistema de reglas que incluye buscar al narcotráfico y a Irán para formar el bloque antiestadounidense. Hablan de la posibilidad de usar armas de destrucción masiva contra Estados Unidos. Ese bloque de países tiene bastantes recursos y los quieren usar en su antiamericanismo. El intento de usar armas de destrucción masiva contra EEUU: esa es mi definición de «amenaza a la seguridad nacional».
Por: Natán Skigin [email protected]
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