«Mujeres bomba» y mujeres combatientes, el eslabón más débil del extremismo religioso

La especialista en Género y Seguridad, Laura Balbuena, analizó para Infobae las motivaciones que las conducen al terrorismo islámico. ¿Es posible un empoderamiento femenino?

El rol de las mujeres en las organizaciones extremistas como el Estado Islámico (ISIS) o Al Qaeda constituye un capítulo aparte: se trata del eslabón más débil de la cadena de atrocidades de los grupos terroristas.

Pero ¿qué es lo que lleva a una mujer a sumarse a las filas del extremismo religioso? ¿Cuáles son las motivaciones que la empujarían a acercarse a organizaciones en las que no hay para ellas más que opresión y abusos?

En una charla con Infobae, la especialista en Género y Seguridad Laura Balbuena desentrañó algunos de los condicionamientos con los que conviven muchas mujeres en Medio Orientey que las llevan a participar de la forma más atroz en los grupos extremistas islámicos, ya sea como objeto y víctimas o como combatientes.

Los ataques suicidas cometidos por «mujeres bomba» son un ejemplo del lugar femenino en los grupos terroristas. Este método, muy extendido en países africanos y de Medio Oriente, representa una forma de «utilización» extrema de las mujeres.

«Las mujeres tienen una efectividad un 65% mayor que los hombres», aseguró la académica peruana. «Esto sucede porque en sociedades tan patriarcales nadie espera que una mujer pueda cometer un acto tan violento».

 

Víctimas o voluntarias

Consultada sobre por qué lo hacen y si es que existe una decisión voluntaria, la especialista reflexionó sobre la situación de muchas mujeres en esas sociedades, y sobre la particular transformación de víctimas a victimarias.

En efecto, en países en los que las mujeres no tienen ningún tipo de presencia ni poder en el espacio público –como sucede en Nigeria, donde Boko Haram secuestró a las tristemente famosas 200 niñas, o en muchos otros países de Medio Oriente– cualquiera podría ser persuadida fácilmente de terminar con su vida en un ataque suicida, ante la cruda falta de perspectivas y de posibilidades.

«SON SOCIEDADES EN LAS QUE TE MATAN SI FUISTE VIOLADA. NO TE VEN COMO LA VÍCTIMA, SINO QUE ESTÁS MANCHADA»

«Una de las teorías sobre las ‘mujeres bomba’ es que aceptan suicidarse porque, en sus sociedades, si no son vírgenes ya no sirven». Y no son pocas las que han sido víctimas de ataques sexuales. «Las niñas y jóvenes que han logrado huir de cautiverios (como el de Boko Haram) han contado que han sido constantemente violadas por sus captores», agregó Balbuena.

Más de 200 niñas y jóvenes fueron secuestradas por Boko Haram en una aldea de Nigeria

«Son sociedades en las que te matan si fuiste violada. No te ven como la víctima, sino que estás manchada, le quitaste el honor a tu familia. Entonces, ¿qué te queda de vida?».

El «estigma» de la violación pesa de manera más brutal sobre la minoría de jóvenes con mayor nivel educativo. «Este tipo de grupos terroristas apunta contra chicas que estudian. En el caso del secuestro de las 200 niñas de la aldea de Chibok, en Nigeria, tenían dos características. Por un lado, no eran musulmanas, y por el otro, estaban estudiando, es decir, no querían quedarse en un espacio de dominación sino que apuntaban a algo más. A esas atacó Boko Haram».

De la sumisión al empoderamiento femenino

Las milicias femeninas del PKK representan una excepción a la regla femenina en Medio Oriente. Armadas y despojadas de la típica burka, sostienen un discurso feminista que desentona con la realidad de la región.

«Las kurdas a través del PKK logran cierto empoderamiento porque están organizadas detrás de luchas que tienen un carácter nacionalista y no religioso», opina Balbuena sobre el tema, afirmando que la gran línea divisoria es entre las organizaciones religiosas y las seculares.

«LAS KURDAS A TRAVÉS DEL PKK LOGRAN CIERTO EMPODERAMIENTO PORQUE ESTÁN ORGANIZADAS DETRÁS DE LUCHAS QUE TIENEN UN CARÁCTER NACIONALISTA Y NO RELIGIOSO»

«Cuando es religioso, la mujer está mucho más reducida», y sólo se logra cierto empoderamiento donde logran algún tipo de rol dentro de las esferas de decisión, explica la especialista.

Hayat Boumeddiene es la esposa prófuga de uno de los atacante de la revista satírica Charlie Hebdo. Ambos habían entrenado para combatir con el yihadismo

Según ella, esto no sucede «ni en Al Qaeda ni en ISIS, ni Hamas, ni en ninguna de las organizaciones del extremismo religioso». En ellas las mujeres no juegan ningún rol más allá de los ataques suicidas.

Idealización occidental

Por su parte, Balbuena analizó lo que sucede en la actualidad con las jóvenes occidentales que viajan a Siria e Irak a unirse al Estado Islámico, no para combatir sino para convertirse en«esposas» yihadistas.

Estableciendo una comparación con los grupos armados peruanos, buscó desentrañar el fenómeno de idealización que, según ella, lleva a esas jóvenes que en apariencia poseen «todo» a dejarlo por una causa lejos de sus hogares, cualquiera que sea.

«El mensaje detrás de la causa, ya sea religiosa o revolucionaria, genera un fuerte efecto en esas chicas, generalmente jóvenes con conciencia social que no encuentran un lugar en el que ayudar a cambiar las cosas«, explicó.

Otro aspecto tiene que ver con qué sucede cuando una mujer se une a un grupo terrorista.Balbuena opina que hay dos casos diferenciados. Uno, el de las que logran poder y que por tanto abandonan el espacio privado. Esas son las que «dejan todo aquello que las ‘define como mujer’: la maternidad y el estar casada, por ejemplo, claves de la femineidad en sociedades de Medio Oriente».

Por el otro lado, contrasta, «están las mujeres que están ‘atrapadas’ en eso mismo definido como lo femenino. Esas son las famosas ‘esposas de yihadistas'».

¿Empoderamiento femenino en América Latina?

Finalmente, Balbuena respondió sobre un fenómeno regional vinculado a las presidencias femeninas en Latinoamérica.

–¿Su liderazgo significa un empoderamiento de las mujeres de las sociedades en las que gobiernan?

–Es una pregunta importante: «¿Estamos mejor ahora, que nos gobiernan mujeres?». Bueno, por un lado sí. Desde el punto de vista de la visibilización es muy importante que una niña pequeña, cuando le preguntan «qué quieres ser de grande», pueda responder: «Quiero ser presidente, quiero ser congresista, quiero ser ministra». Que vea el camino político como un camino viable para ella misma. Antes, esto no sucedía; la niña como mucho quería ser la primera dama, casarse con un presidente. Pero por otro lado, deberíamos analizar qué tipo de política realiza la mujer que es mandataria. ¿Lleva adelante un cambio o estamos simplemente cambiando pantalones por faldas?

INFOBAE