Mientras se llevan a cabo investigaciones para determinar la verdadera causa de la muerte de ambas adolescentes, Jane y su esposo Ian Gould se preguntan qué podrían haber hecho para salvar a sus hijas
Las hermanas gemelas Chris y Sam Gould eran dos jóvenes adolescentes cuando decidieron quitarse la vida luego de que la Policía de Inglaterra no creyera que habían sido víctimas de abuso sexual por largo tiempo.
«¿Te imaginas lo que es irse a la cama sin saber si al despertar todavía tendrás dos hijas?», fueron las palabras de Jane Cannon durante en una reunión con un consejero horas antes de que su hija Sam se quitara la vida. Trágicamente, su hermana gemela Chris, también se suicidaría meses después.
Mientras se llevan a cabo investigaciones para determinar la verdadera causa de la muerte de ambas adolescentes, Jane y su esposo Ian Gould se preguntan qué podrían haber hecho para salvar a sus hijas, refirió BBC News.
Ian Gould, quien también es gemelo, aseguró que su filosofía como padres era «exponerlas a tanta diversión y actividad como fuera posible». Sin embargo, Ian y Jane señalan que hubo señales tempranas en su infancia de que las cosas «no estaban bien».
«Solo somos padres. No estamos capacitados para entender lo que estaba pasando y, lamentablemente, ninguno de los profesionales que las vio tampoco lo hizo», dijo la madre de las gemelas.
En 2014, cuando la familia vivía en Fulbourn, algunos amigos expresaron su preocupación porque Sam y Chris estaban publicando «pensamientos suicidas y sobre anorexia» en las redes sociales.
Un año después, descubrieron que Sam se había autolesionado.
Ian, quien trabajaba para una empresa de propiedad intelectual, y Jane, entonces directora de un departamento del Ministerio del Interior británico, se sintieron «completamente indefensos».
Decidieron dejar sus carreras para concentrarse en ayudar a sus hijas.
A los 14 años, en mayo de 2016, Chris intentó quitarse la vida.
El mes siguiente, Chris reveló que ella y Sam habían sido abusadas sexualmente desde los 5 años hasta la adolescencia, y dio el nombre de su presunto abusador.
La policía de Hampshire investigó el caso pero, en un momento en que las niñas estaban luchando con sus problemas de salud mental, no querían testificar en video, lo que según Ian era la única opción que se les ofrecía.
La policía cerró el caso a fines de 2016, sin haber interrogado al presunto abusador.
«Tuvimos que decirles a las chicas que la policía no iba a hacer nada al respecto, que ni siquiera iban a interrogarlo», dice Ian.
Chris y Sam sintieron que no las creían, afirmaron sus padres.
Ambas pasaron un tiempo en unidades de salud mental como pacientes internadas, pero fueron separadas, de acuerdo con el procedimiento estándar que se usa con los hermanos.
A pesar de estar a 113 km de distancia la una de la otra, estaban decididas a permanecer en contacto.
Pero Chris fue trasladada a una unidad diferente que no permitía ninguna forma de comunicación, lo que sus padres dicen que fue «la peor separación».
Ian y Jane lucharon para que sus hijas fueran diagnosticadas con una enfermedad mental específica, a pesar de mostrar signos de un trastorno límite de la personalidad.
Jane cuenta que parecía que el trastorno era un «diagnóstico de Voldemort» para las niñas, comparándolo con el personaje de Harry Potter.
«Como no quisieron nombrarlo, no pudimos educarnos al respecto», indica.
«Las chicas estaban desesperadas por saber qué les pasaba, ellas mismas lo decían: ‘¿Por qué me siento así, qué me pasa? Los profesionales se negaron a darles una respuesta, aunque, con el paso del tiempo, la respuesta se hizo cada vez más evidente».
Ambas tenían una pasión por la música rock y la familia fue al festival de Reading en agosto de 2018.
El 1 de septiembre, Sam y sus padres vieron una película juntos y todo parecía normal, pero en horas de la mañana del día siguiente, su madre la encontró muerta. Tenía 16 años.
La muerte de Sam tuvo un profundo impacto en Chris, quien vio a los paramédicos tratar de resucitarla.
Chris durmió una noche en la cama de su hermana, pero nunca más se sintió capaz de pasar la noche en la casa familiar. En noviembre cumplió 17 años, el primer y único cumpleaños sin Sam.
Sus padres estaban «muy agradecidos» por el nivel de flexibilidad que, después de la muerte de Sam, les ofreció la unidad de salud mental más cercana, algo que normalmente no hacían.
Chris se convirtió en algo «más parecido a un paciente externo».
Pero, trágicamente, Chris se suicidó el 26 de enero de 2019, cuatro meses después que su hermana.
En la investigación de las causas de la muerte de Chris, los profesionales que analizaron el caso aceptaron que había «inconsistencias» en su diagnóstico, algo que el forense descubrió que había sido «confuso».
Según el forense, Nicholas Moss, la unidad de salud mental parecía «reacia» a usar el término trastorno límite de la personalidad en adolescentes como Sam y Chris.
Dijo que esto era evidente «incluso cuando una segunda opinión altamente especializada había respaldado» ese diagnóstico, y advirtió que había «riesgos» asociados con esa renuencia.
En sus hallazgos de 62 páginas, Moss indicó que el suicidio de Chris no significaba que los profesionales o sus «padres devotos» le hubieran fallado.
«Más bien, demuestra el daño generalizado y traumático causado por el presunto abuso,- fue horriblemente amplificado en el caso de Chris, por el suicidio de su hermana».
Ian y Jane repiten sus palabras. «Todos los profesionales que trataron a las niñas dijeron lo mismo: su muerte fue causada por su enfermedad y su enfermedad fue causada por el abuso sexual».
Después de la muerte de las niñas, y luego del trabajo policial adicional, se le envió una carta al presunto abusador para alertarlo del hecho de que había una acusación en su contra.
La Fiscalía dijo que no había pruebas suficientes para presentar cargos.
El forense expresó su preocupación por que «no hubo seguimiento» de Sam y Chris mientras aún estaban vivas, para mantener abierta la opción de proporcionar un testimonio en una etapa posterior, para ser utilizado como prueba.
Añadió que no había ninguna orientación sobre lo que debe comunicarse a las presuntas víctimas de abuso sexual infantil «que padecen enfermedades mentales y que inicialmente no están dispuestas a proporcionar un testimonio como evidencia».