La autopsia oficial y los peritos de parte, en desacuerdo cómo murió el niño.
Ana Julia Quezada golpeó «violenta y reiteredamente en la cabeza» al pequeño Gabriel antes de asfixiarlo y como consencuencia de esos golpes quedó en «un estado confusional primero, estuporoso después, hasta llegar al coma». Murió entre 45 y 90 minutos más tarde, asfixiado por la mujer que le quitó la vida tapándole la boca y la nariz con sus manos. Esta es la principal conclusión de los dos peritos de parte –un médico internista y el jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Poniente– que ayer expusieron sus conclusiones a la Sala que juzga la muerte del niño.
Los dos expertos, que realizaron su informe a petición de la acusación particular, sostienen que Ana Julia golpeó a Gabriel en vida y que podría haber sido reanimado en el estado semicomatoso que lo dejó antes de taponarle boca y nariz. Sus conclusiones avalan la tesis de la acusación de que Ana Julia asesinó al niño de forma alevosa y se ensañó con él.
Sin embargo, pese a que la Fiscalía también sostiene que la acusada cometió un asesinato con alevosía y solicita que sea condenada a prisión permanente revisable, avala la autopsia oficial. Esa autopsia le fue realizada a la víctima por dos forenses del Instituto de Medicina Legal (Imelga) de Almería y en ella participó además un reconocido histopatólogo, el director del Departamento de Sevilla del Instituto Nacional de Toxicología.