El conductor de MegaTV se mostró visiblemente afectado tras el violento deceso de su hermana mayor, Doris Bayly, a quien le dedicó varios minutos de su programa.
El periodista y conductor de televisión peruano Jaime Bayly no pudo evitar quebrarse al hablar este viernes sobre el abrupto deceso de su hermana mayor, la editora y poeta Doris Bayly, ocurrido en el poblado de Máncora, ubicado en Piura, región norteña del Perú.
Según contó al inicio de su programa en MegaTV, apenas se enteró de la tragedia trató de viajar al Perú. Llegó al aeropuerto de Miami junto a su esposa e hija, pero a causa de un motivo que prefirió no revelar, finalmente el vuelo se canceló. “Los duendes del azar conspiraron contra nosotros. Estoy aquí y ella estará en mi corazón y en mi memoria para siempre”, inició.
Bayly Letts recordó varios aspectos de la vida de Doris Bayly, pero hizo incidencia fundamentalmente en su amor por el mar. “Siempre ella estaba cerca del mar. Todos los días se metía en el mar y corría olas. Todos los días montaba en bicicleta 10 o 12 kilómetros. Así perdió la vida, haciendo lo que más le gustaba”.
“Ella era una persona sin egoísmo, sin afán de notoriedad y protagonismo, sin pensar nunca en ella en primer lugar. Doris siempre estuvo dispuesta a servir a los pobres, a los desposeídos, a hacer actos de caridad, benéficos, y sin hacer alarde”.
El autor de libros como “No se lo digas a nadie” o “Yo amo a mi mami”, recordó que su hermana mayor –antes de casarse con un pintor—entró a un convento para convertirse en monja de clausura.
“Dedicó los mejores años de su juventud –al terminar la universidad y siendo ya poeta — y se encerró en un convento en los Andes, donde no había agua caliente, donde no dormía en un colchón, y donde comía las cosas que cultivaba en un huerto. Solo Doris era capaz de esas cosas. Era un espíritu superior. No era de este mundo. Y luego hizo una cosa todavía mucho más extraordinaria: dejó de ser monja. Si lo primero, elegir ser monja, le habrá tomado un coraje del que yo jamás habría sido capaz, lo segundo, salir de un convento, convertirse en artista y enamorarse de un pintor y casarse con él, y conocer otras formas de amor, aparte del amor a Dios que ella profesaba, eso debió ser también una pequeña hazaña espiritual, un portento del espíritu”.
Finalmente, Jaime Bayly calificó de “criatura extraordinaria” a su hermana Doris. Elogió su bondad, ternura, a las que calificó de infinitas. Asimismo, recalcó cuán creyente en Dios fue a lo largo de su vida. “Yo quiero creer, como creería ella, que está en una dimensión distinta, seguramente mejor, pero yo la voy a extrañar condenadamente”.
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