¿Por qué la amplia brecha cambiaria es un síntoma peligroso?

La firma consultora Aristimuño Herrera & Asociados advierte que la brecha cambiaria incidirá en que empresas del sector industrial tengan problemas futuros para reponer inventarios.

por Banca y Negocios

La brecha entre el tipo de cambio oficial y paralelo volvió a colocarse en alrededor de 20%, debido a que la presión de demanda que existe en el mercado se deja ver en el dólar paralelo que se ha acelerado en las últimas jornadas, mientras el precio promedio de las mesas cambiarias de la banca sigue prácticamente estancado, con alzas interdiarias muy moderadas.

Así las cosas, el escenario cambiario ha adquirido una dinámica preocupante, porque el control sobre la inflación y la estabilidad en la cotización del dólar, que el Gobierno ha logrado con éxito, se hace más difícil por el desequilibrio entre la oferta y la demanda de divisas.

Esta situación puede crear una presión importante sobre los precios, justamente en un período cuando se espera una mayor aceleración del consumo que, muy probablemente, el mismo Gobierno tratará de incentivar.

Este “gap” cambiario es un síntoma pernicioso de un desequilibrio derivado principalmente de una oferta de divisas inferior a la que el mercado está demandando, lo que genera preocupación muy especialmente en el sector industrial.

El escenario que manejamos en Aristimuño Herrera & Asociados es que se pueden producir episodios de agotamiento de inventarios por la temporada de fin de año, cuando se producirá una mayor demanda de los consumidores, porque con la baja oferta de divisas se complica la reposición de existencias, una situación que podría agravarse en el primer trimestre de 2025.

En un escenario como este queda claro que habrá un estímulo fuerte para el incremento de precios, lo que genera, de cara al mediano plazo, expectativas de ajuste cambiario y mayor inflación.

Un dato relevante es que la emisión de Títulos de Cobertura del Banco Central de Venezuela alcanza los 734 millones de dólares, una cifra récord, con plazos que se han venido reduciendo. Además, el 97% de estos instrumentos está en cabeza de personas jurídicas.

Estos papeles que venían generando un efecto positivo en el terreno monetario, ya representan 24% de la liquidez circulante, una proporción realmente muy alta. Hay que recordar que estos títulos tuvieron éxito como instrumentos de apoyo para la estabilidad monetaria y, por ende, el control de la inflación. Sin embargo, ya no parecen ser tan eficaces.

La liquidez monetaria fue equivalente a 3.064 millones de dólares en la semana del pasado 6 de septiembre, cuando al cierre del año pasado se ubicó en una cifra equivalente a 1.700 millones, por lo que es perfectamente posible que el dinero circulante en la economía se duplique, en término interanual, para el cierre del año y alcance o supere los 3.400 millones de dólares.

En conclusión, los datos revelan que vamos a tener una mayor emisión de bolívares y una oferta limitada de divisas.

He aquí otro elemento relevante: hasta el pasado lunes 16 de septiembre, el Banco Central de Venezuela había vendido a la banca por concepto de intervención cambiaria 3.045 millones de dólares, mientras que al cierre del año pasado el monto colocado se ubicó en 4.759 millones.

De hecho, el BCV ha ralentizado su intervención en el mercado cambiario durante las últimas semanas, a pesar de la presión de la mayor demanda de divisas y del incremento de los bolívares en circulación, lo que genera muchas interrogantes entre los analistas y agentes económicos.

Para que la asignación de divisas, por parte del ente emisor, pueda alcanzar el mismo monto del año pasado, el BCV tendría que colocar un promedio de 141 millones de dólares semanales en las 13 semanas que restan del año. En lo que va de septiembre, la cantidad vendida promedia 84,66 millones de dólares por semana.

En estas condiciones vamos a enfrentar un período de mayor demanda estacional de divisas, debido a las mayores importaciones de productos para el fin de año, además las empresas reparten dividendos, las corporaciones transnacionales, por su parte, repatrían sus ganancias, entre otros factores.

Además, como ya apuntamos, estamos observando que una parte importante de las empresas no está reponiendo inventarios y, aunque llegaremos al 31 de diciembre sin ningún problema de abastecimiento, pero con una disminución muy importante de existencias, prevemos una situación compleja para, al menos, el primer trimestre del año entrante.

Muchas empresas liquidarán el inventario que tienen e iniciarán el 2025 con mucho menos productos para vender.

Sin duda, el Ejecutivo Nacional tiene que hacer una evaluación desapasionada de esta circunstancia cambiaria y tomar las medidas necesarias para evitar un desequilibrio importante que conduzca a un retroceso en materia de inflación.

Quizás, ello suponga reconocer que existe una apreciación real del tipo de cambio y, en consecuencia, tomar las decisiones para corregirla de manera progresiva junto con mantener la disciplina en materia monetaria.

La situación puede ser retadora para el Ejecutivo si se registran más sanciones internacionales que afecten a sectores de la economía y la producción petrolera no se recupera de acuerdo con las metas establecidas.

Esperamos que se tomen efectivamente las medidas necesarias para corregir estos problemas, en función de continúe la línea trazada de mantener una economía con baja inflación, tipo de cambio estable y un crecimiento sostenido.