Supercopa de Europa: Manchester City la gana en penaltis ante el Sevilla 1-1 (5-4)

Mnchester City gana la Supercopa de Europa

Un palo duro para el Sevilla, que lo ha tenido en su mano. Lo han tenido con tantas ocasiones falladas, lo han tenido adelantándose en el marcador, lo han tenido ante el campeón de Europa y de la Premier. Pero Palmer acertó con la cabeza, Gudelj erró su lanzamiento de penalti y el Sevilla es subcampeón.

Gudelj falló el quinto penalti tras un ejercicio de resistencia y casta del Sevilla ante el City, al que En-Nesyri dejó vivo. Los nervionenses han perdido seis Supercopas seguidas.

La maldición que persigue al Sevilla en la Supercopa volvió a cumplirse en Atenas, después de un ejercicio de entereza ante el considerado mejor equipo del Mundo en la actualidad, el Manchester City. El elenco de Mendilibar se adelantó en el marcador, mereció sentenciar en la segunda mitad y supo sufrir colgado casi del larguero en la recta final del encuentro hasta alcanzar una suerte en la que normalmente, siempre en Europa, no fallaba: los penaltis, esos que volvieron a darle otra Europa League, la Séptima, en Budapest ante la Roma. No había prórroga en el duelo de El Pireo, así que eso que se quitaban los de Nervión después de haber perdido seis títulos de esta índole de manera consecutiva, los últimos tres durante el tiempo extra. Bono, que se marchará a Arabia en los próximos días, no pudo despedirse con un epílogo glorioso y fue incapaz de detener ninguno de los tiros del City en tanda. Tampoco su homólogo, Ederson. Gudelj estrelló el quinto en el larguero y los citizens celebraron su cuarto título del año, el Trébol, con el conocido ‘Hey Jude’ de los Beatles.

La derrota del Sevilla confirma la aplastante lógica de los últimos 10 años, en los que la Supercopa la ganó casi siempre el favorito, es decir, el campeón de la Champions. Apenas el Atlético de Madrid, en 2018, ha sido capaz desde 2013 de dar la campanada e imponerse a su eterno rival Real Madrid 2-4 en Tallín. Hay otra verdad: con la de Atenas, el Sevilla ha sucumbido nada menos que seis veces en este duelo crucial. Dos contra el Madrid, una ante el Barcelona, otra ante el Bayern y ahora este City-nuevo-rico, un mastodonte más reciente, pero no menos temible.

Mendilibar alineó el once básicamente previsto, pero con un matiz fundamental: Joan Jordán, un futbolista que ha disminuido sus prestaciones de manera notable desde aquella famosa noche del palo en el Benito Villamarín, entraba como pivote en el lugar del indispuesto Fernando. Buen partido del catalán, que quizá le sirva para redimirse. El mercadeo, eso sí, no condicionó los planes del técnico vasco y tanto Bono (traspasado a Arabia a falta de flecos) y Marcos Acuña (al que marea el Aston Villa) aparecían entre los elegidos. El portero marroquí sostuvo al Sevilla en un inicio algo pusilánime y el lateral argentino se inventó el centro que puso por delante al equipo de Nervión. Su balón al corazón del área lo cazó En-Nesyri con uno de sus vuelos sin motor (0-1, 24′). Uno no entiende cómo no ha llegado ya una oferta de al menos 40 millones de euros por Youssef, que durante este 2023 ha marcado ya la friolera de 18 goles. Por la tremenda potencia y la plasticidad del salto, el gol del delantero norteafricano recordó al que le marcó a Portugal en el pasado Mundial de Qatar, el paraíso donde recuperó su versión de ariete letal.

Los problemas físicos de De Bruyne, Bernardo y Rubén Dias, que al final viajó a Atenas y estuvo en el banquillo, propiciaron que Guardiola forzara el debut de Gvardiol. El central más caro de la historia formó en una defensa de tres con Akanji más adelantado, haciendo las veces de escudero de Rodri. El centrocampista español gobierna el centro del campo del City con una jerarquía despampanante. Bajo su tempo, el equipo skyblue encerró al Sevilla en su área durante un asfixiante último cuarto de hora de la primera mitad, pero no parecía la noche de Erling Haaland. Grealish y el chaval Palmer percutían por las alas y sacaron más de un centro envenenado, pero por suerte para Bono sin encontrar rematador.

Sonaban palmas por sevillanas en El Pireo con el eléctrico comienzo de segunda parte del Sevilla, montado en la frenética verticalidad del mejor Lucas Ocampos. De las botas del extremo argentino nacieron un puñado de jugadas peligrosísimas que podrían haber puesto al equipo de Mendilibar muy cerca de su segunda Supercopa, pero En-Nesyri perdió con los pies lo que había ganado la cabeza. Hasta dos manos a mano falló el marroquí ante Ederson. Del guardameta brasileño se ha dudado en los últimos tiempos pero aprovechó la noche de Atenas para reivindicarse. Dejó al City vivo y sobre tanto perdón sevillista, los ingleses no perdonaron. Rodri, al que posiblemente habría que comenzar a valorar como candidato al Balón de Oro, centró con seda y su balón lo cabeceó Palmer por encima de Bono (1-1, 63′). El canterano citizen, menudo descubrimiento de Pep, lo intentaría de nuevo poco después con la zurda pero evitó el gol una estirada del portero.

La pelota se había convertido de nuevo en monopolio total del equipo inglés, que invadió el área sevillista durante la última media hora aunque con más amago que pinchazos. Encogidos, exhaustos de correr tras la pelota, los de Mendilibar consiguieron nadar hasta la orilla de la tanda. Pero, mal augurio: al contrario de lo que ocurrió en Budapest, el Sevilla perdió los dos sorteos. El de la portería, se lanzó ante los hinchas del City, y el de quien chutaba primero. Lo hizo Haaland, que no falló desde los 11 metros el que se suele calificar como lanzamiento más importante de una serie, el inicial. Acostumbrado a ponerse la capa de Superman en momentos así, Yassine Bono no pudo esta vez vestirse de héroe. Y Gudelj no olvidará para siempre la portería de Fondo Norte de Georgios Karaiskakis, el lugar donde se prolonga el mal vajío de un equipo acostumbrado ya a mirar el trofeo de la Supercopa con amarga melancolía.