Athletic Club Bilbao gana partido de infarto al Betis 1-0

El Athletic Club se llevó el duelo en La catedral ante un Betis que pudo pero no supo. El gol de Íñigo Martínez vale tres puntos que permiten soñar a los suyos con puestos de Europa. El duelo nos dejó además dos travesaños del conjunto local y un penalti fallado por parte de Canales en el tramo final del encuentro. Un gol, pero partido entretenido sin lugar a dudas.

Para honrar un partido con aroma de clásico Iñigo Martínez se sacó de la tobillera un taconazo en el área pequeña. El central zurdo se comportó como los delanteros centros que llevan en el maletero un saco de recursos. No había gran fútbol, pero ese es un gol de partido con gente.

El Betis ha entrado en la fase triste, como un bar cerrado, donde no sabe qué buscar en la clasificación. Además los resultados del sótano del torneo le habian venido bien. Aún así, LaLiga se le va a hacer larga si no hay una llamada a filas. No fue raro que el gol del Athletic le cogiera en la agencia de viajes. Una jugada de pizarra terminó en el taconazo de Iñigo Martínez. Otra estaca en la continuidad de Rubi.

El resto de la primera parte fue un ir y venir de campo a campo a la espera de la pausa de hidratación. Sólo rompió la modorra un control de Fekir que terminó con un amago de empate. Durante cinco minutos la lumbre calentó el ánimo de los futbolistas, con algún intercambio de patadas innecesarias. Duró poco, para fortuna de todos.

El Athletic de Garitano

Con ese panorama el Athletic se encontraba muy cómodo. Un gol a favor para Garitano es una fiesta infantil. Por decreto-ley el equipo se pone el abrigo y es difícil que pierda el sitio y los puntos. Siempre que eso ocurre hay una norma: balones largos a Williams, que un día va a batir el récord de la milla. La panterita, a campo abierto, es un suplicio para los centrales. Lo saben Mandi y Bartra.

El reparto de roles está claro. Los inventos quedan en las botas de Muniain, más intermitente, todo lo contrario que Yuri, en modo apisonadora. El lateral puede jugar de junio a junio. No para. Su influencia es devastadora para el rival. Lainez no pudo con él.

No había noticias del Betis en muchas zonas del campo. Con el espíritu secuestrado parece prohibido crear peligro. Una víctima de ese estado depresivo es Borja Iglesias. Él equipo no le encuentra y él no encuentra al equipo. Nada que ver con el futbolista del Espanyol, donde llevaba el uniforme de salvador.

Canales, de lo poco creativo de la foto de su equipo, le puso un balón de gol al ariete verdiblanco al que no dio el veneno necesario. Unai aguantó como un portero de balonmano. Con los cambios mejoró el Betis, más profundo y ambicioso. Fue el portero local el que dejó seco el marcador del estadio, sobre todo en una falta que Tello dirigió a la escuadra.

El maletín de los desastres no se cerró nunca para el Betis. En la recta final Unai salvó en la línea un disparo de Fekir, sobre el que luego Iñigo cometió penalti. Canales, un tipo técnico, lanzó el penalti como un central nervioso en una tanda decisiva. En ese vuelo del balón iba también la garantía en el cargo de Rubi, un entrenador en el alambre.