La quinta generación promete explotar las cualidades del 4G al máximo. La clave no residirá tanto en el aumento de la rapidez como en la mínima latencia que asegura. Se estima que para 2020 las redes ya estén disponibles comercialmente.
A lo largo de los últimos años, hemos presenciado cómo las tecnologías se van sucediendo una tras otra, apareciendo modelos y sistemas renovados que superan a sus antecesores y dejan el listón un poco más alto cada vez. Uno de los sectores donde se ha evolucionado con mayor rapidez es en el de las telecomunicaciones. Cada año los principales proveedores de smartphones lanzan al mercado nuevos terminales que dejan a sus predecesores relegados en el pasado. Sin embargo, dentro de este ámbito existe una cuestión clave y absolutamente decisiva: las tecnologías de conexión. La tardanza en la evolución de dichas tecnologías se debe principalmente al gran paso adelante que conlleva cada nueva red. Aunque se pueda pensar que la diferencia entre el pasado 3G, el actual 4G y el futuro 5G radica exclusivamente en la velocidad, la realidad es que cada nueva generación supone todo un abanico de posibilidades.
En pleno despliegue de clientes y utilización de 4G, se empieza a prever lo que traerá consigo la próxima generación, que promete explotar las cualidades de la anterior al máximo. La clave no residirá tanto en el aumento de la rapidez como en la mínima latencia que asegura. Es decir, el tiempo que tardan los dispositivos en responderse. Asimismo, el 5G tendrá también profundas implicaciones en Internet de las Cosas y Big Data.
Se estima que esta tecnología se vuelva de uso común en 2020, aunque algunas informaciones ya sugieren que las primeras pruebas se realizarán de cara a la Copa Mundial de Fútbol de 2018. Estos son sólo algunas de los cambios que se introducirán:
Aumento de la velocidad
Como no podía ser de otro modo, el 5G conllevará el aumento drástico de la velocidad. El servicio actual alcanza velocidades medias de entre 100 y 200 megabytes por segundo, habiéndose llegado hasta los 800 megas en circunstancias de conexión idóneas. Por su parte, la quinta generación espera superar los 5 gigabytes por segundo o incluso alcanzar los 10 gigabytes, una cifra muy por encima de lo que ofrecen actualmente las mejores redes.
Mínima latencia
La velocidad de respuesta o latencia será otro de los cambios fundamentales del 5G. El futuro servicio contará con una capacidad de respuesta entre dispositivos mucho más inmediata que las anteriores tecnologías. Aunque no todas las aplicaciones se beneficien de esta característica, para algunas esta circunstancia supone una cuestión crítica. El telecontrol industrial, las aplicaciones de telemedicina y los coches autónomos son ejemplos en los que una mínima latencia sería clave para un uso eficaz. En el caso de los coches, la diferencia entre una velocidad de respuesta alta y baja puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte en caso de accidente.
Señal de vídeo
La nueva velocidad también aportará beneficios a las transmisiones de vídeo en aplicaciones, lo que resulta muy necesario valorando que la tecnología 4K, cuya información pesa cuatro veces más que el actual HD, está cerca de asentarse. La dificultad para los proveedores de servicios reside en la capacidad de ofrecer contenidos masivos de vídeo a una multitud de clientes al mismo tiempo, por lo que esta tecnología favorecerá a aquellos lugares con menor población donde no se desplieguen redes de fibra fija hasta el hogar.
Regeneración de infraestructuras
El previsible aumento del tráfico de datos que acompañe al 5G supondrá la necesaria regeneración de la red de antenas. En este sentido, habrá que desplegar decenas de antenas mucho más pequeñas y de menor cobertura que acompañen a las actuales, para hacer la red más densa. Por ello, es probable que todos los operadores decidan colaborar entre sí compartiendo las redes, o que por otro lado aumente la representación de los operadores neutros como Cellnex en las infraestructuras.
Frecuencias ilimitadas
El 4G ya permitía utilizar el “carrier aggregation”, que consiste en el empleo de muchas frecuencias simultáneas para transportar la información en mayor cantidad y velocidad. La quinta generación pretende ampliar esta capacidad admitiendo el uso ilimitado de frecuencias para una misma conexión. Esta técnica requerirá bandas anchas de grandes frecuencias, así como la aplicación de la tecnología MIMO, enlaces de radio con antenas múltiples de transmisión y recepción. Esta tecnología se irá implantando poco a poco en las redes de cuarta generación de tal forma que en su etapa final se asemeja mucho al 5G.
Internet de las Cosas
Se espera que el 5G impulse definitivamente el Internet de las cosas (IoT), de modo que para 2020 haya 50.000 millones de objetos conectados. La quinta generación está diseñada para ser el motor en la conexión de todos los dispositivos, de manera que en pocos años podremos beneficiarnos de coches autónomos que se comuniquen con los semáforos, sensores en las ciudades e incluso electrodomésticos inteligentes en nuestros propios hogares. Todo ello gracias a las virtudes que nos proporcionará la última de las tecnologías móviles.
Por Fernando Mateos y Alonso Morante para Thinkbig