Por qué la playa le sienta mal al móvil

Por qué a tu móvil no le gusta tanto ir a la playa como a ti

Cientos de miles de móviles están en riesgo.  ¿Apocalipsis electrónico? No. Simplemente manos torpes y cabezas despistadas que ocasionan accidentes, imprevistos, desgracias, sinsabores. En agosto los smartphones parecen una isla tropical, rodeados de sol, agua y calor por todas partes, y eso puede resultar peligroso. Nos explica los motivos Víctor Berzal, técnico de reparaciones de Phone House.

 

TEMPERATURA

Punto de partida. “Casi todos los manuales del fabricante recomiendan una temperatura de hasta 35 ºC para un buen funcionamiento. En cuanto a la interna ya hay más debate, pero las soldaduras empezarían a sufrir a partir de 80 ºC”.

La vida real. ¿Un teléfono alcanza semejante temperatura? “En según qué circunstancias, sin ningún problema: si dejamos el coche a pleno sol, en el interior se alcanzan 60 o 65º en 15 minutos. Eso es una burrada para un móvil”.

Las consecuencias. “Resulta difícil que el móvil se estropee de manera definitiva por el calor, ya que el propio smartphone tiene controles internos y envía un mensaje para avisar de que la temperatura de la batería es demasiado alta, o directamente se apaga o se reinicia. También se suele quedar colgado, pero son errores puntuales. Lo que sí sufre más es la batería. Si la exponemos al calor, puede que la capacidad baje fácilmente al 70%”.

Las soluciones: “Cuando se ha calentado el móvil en exceso, debemos apagarlo y esperar a que se enfríe. Si vemos que al encenderlo sigue dando fallos, acudir a un servicio técnico”. Y para prevenir, nada de sol. “Si vamos a la playa, mejor no llevar el móvil o dejarlo bien cubierto”.

Un Samsung Galaxy III con corrosión producida por la humedad. @ Phone House

Un Samsung Galaxy III con corrosión producida por la humedad. @ Phone House

AGUA

Punto de partida. Si tu móvil no tiene protección contra el agua, debes manejarte con más cuidado.

La vida real. ¿Quién no ha cogido su teléfono con las manos mojadas alguna vez? ¿A quién no se le ha caído al inodoro?

Las consecuencias. “Si usas el móvil con las manos mojadas una vez no pasa nada –tranquiliza Berzal–, el problema suele venir con la gente que lo hace habitualmente o que mete el móvil al baño cuando se ducha. El vapor se acumula en los circuitos y causa daños graves. La humedad es de las peores cosas para un móvil, principalmente por la corrosión”.

Las soluciones. Está en nuestras manos (secas) no mojar el móvil ni acercarlo a la ducha, pero los accidentes son otra cosa. ¿Qué hacemos si se nos cae al agua? “Lo primero que tenemos que hacer es apagarlo –y normalmente la gente tiende a lo contrario, a encenderlo deprisa para ver si funciona–, quitar la batería (si no está integrada) y dejarlo secar durante 48 o 72 horas a temperatura ambiente”. ¿Y lo de meterlo en arroz? “Bien. No es un milagro, pero ayuda”.

(Otro consejo: “Si se nos ha caído en agua del mar, conviene meterlo en agua dulce para que se vaya el salitre, que es aún peor que el agua”).

 

¿A QUE SI PUDIERAS TE BAÑARÍAS CON TU MÓVIL?

CREMA SOLAR

Punto de partida. Resulta obvio que no existen móviles que se proteja de la crema solar.

La vida real. La crema lo pringa todo, también tu smartphone. Seguro.

Las consecuencias. “Es más antihigiénico que otra cosa. Si se queda una capa gruesa en la pantalla táctil esta puede fallar, pero en principio con limpiarlo es suficiente. La crema es complicado que se meta en el teléfono”.

ARENA DE PLAYA

Punto de partida. La protección contra el polvo está garantizada en bastantes modelos, pero la arena es traicionera.

La vida real. “La arena fina es más fácil que entre por los conductos, y además el silicio (uno de sus componentes) es conductor”.

Las consecuencias. “Si tuviéramos la mala suerte de que se quedan granos de arena en alguna zona crítica, como la parte que realiza las llamadas o la que genera el encendido, podría producirse un cortocircuito”.

La solución. “No soplar, porque de lo contrario estamos metiendo la arena dentro. Lo ideal sería retirar la arena de los bordes con un pincel para que no penetre en la zona peligrosa”.

 

Sergio Amadoz/El País