La última medida de Elon Musk va a cabrear (y mucho) a los heavy users de Twitter. Después de restringir la lectura de tuits a usuarios no registrados y de limitar el número de tuits que se pueden leer cada día, la red social ha querido continuar con el aluvión de malas noticias lanzando una versión renovada de TweetDeck, la herramienta de gestión de cuentas de Twitter avanzada dirigida a profesionales y empresas.
No sería una mala noticia, de no ser porque la nueva versión de TweetDeck ha perdido algunas de las funciones que sí estaban disponibles en la versión anterior. Y por si eso no fuera suficiente, la compañía ha decidido restringir su uso de modo que solo los suscriptores de Twitter Blue puedan utilizar TweetDeck.
O pagas por Twitter Blue, o no podrás usar la nueva versión de TweetDeck
La propia compañía detrás de la red social ha asegurado haber estado trabajando en el desarrollo de TweetDeck durante más de dos años, pero no ha sido hasta ahora cuando ha decidido ofrecerlo de una manera más amplia a los usuarios de la red social.
Twitter ha confirmado que la nueva versión de TweetDeck conserva muchas de las características que están en el cliente original de la red social, incluyendo los Espacios, las encuestas o el nuevo reproductor de vídeo. Asimismo, la interfaz de usuario ha sido actualizada con un estilo más moderno.
Pero no todos los usuarios del nuevo TweetDeck están contentos. Para empezar, la herramienta no está funcionando como debería por culpa de la imposición del nuevo límite de lectura, y la pestaña de «Actividad», una de las funciones mejor valoradas por los usuarios de TweetDeck, ha desaparecido por completo.
Por si eso no fuera suficiente, Musk y su equipo han vuelto a hacer de las suyas, obligando a los usuarios de Twitter que quieran usar TweetDeck a suscribirse a Twitter Blue, haciendo así que una función que antes era gratuita, ahora pase a ser de pago sin apenas introducir mejoras reales. Los actuales usuarios de Twitter tendrán 30 días para suscribirse a Twitter Blue si no quieren perder el acceso a la herramienta. La Vanguardia