La NASA pone en órbita este sábado su telescopio James Webb, que permitirá a los astrónomos ver el espacio con nuevos ‘ojos’ y acceder a rincones del universo hasta ahora inaccesibles.
El lanzamiento del cohete Ariane 5, que transportará el potente telescopio a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, tuvo lugar en el puerto espacial de Kourou, en Guayana Francesa, en el noreste de Sudamérica.
¿Qué esperan del James Webb?
La comunidad científica espera que el nuevo telescopio espacial, el más grande, costoso y potente de la historia, contribuya a arrojar luz sobre misterios de nuestro sistema solar y a aclarar incógnitas sobre la estructura y el origen del universo.
Desde Marte, hasta las galaxias más lejanas, el James Webb nos acercará a otros mundos, convirtiéndose en una especie de máquina de tiempo para llenar importantes lagunas de la ciencia y responder a preguntas sobre cómo se formaron las primeras estrellas y galaxias, cómo influyen los agujeros negros en la formación del universo o cómo estudiar la indetectable materia oscura y determinar si estaba presente en los primeros eones del universo.
.@Ariane5 is now performing a special 'barbecue' roll manoeuvre to protect #Webb from the Sun's radiation on its trajectory#WebbfliesAriane #JWST #VA256 pic.twitter.com/ByJFpW2klG
— ESA Webb Telescope (@ESA_Webb) December 25, 2021
¿Cómo puede ser una máquina de tiempo?
Si bien la idea pueda parecer irreal y desconcertante, hay que tener en cuenta que el telescopio James Webb fue diseñado específicamente para ser capaz de captar la antigua luz procedente de algunas de las galaxias más antiguas. Como la luz tarda en viajar por el espacio, existe una demora entre su percepción y el momento en el que ese evento realmente pasó, y en medio de las enormes distancias del espacio, ese lapso puede constituir muchos años hasta que la luz llegue a la Tierra.
A medida que la luz de las primeras galaxias viajaba por el espacio, la expansión del universo estiró las longitudes de onda, con la luz corriendo hacia su forma infrarroja que emite calor. El James Webb funcionará precisamente en la longitud de onda de la luz infrarroja, que no es visible para el ojo humano y permite estudiar la formación y evolución de las primeras estrellas, galaxias y planetas de nuestro sistema solar.
Se espera que el telescopio contemple la luz emitida por las primeras estrellas y galaxias del universo, que revelará el aspecto que tenían las estrellas hace 13.700 millones de años.
Telescopio único
Liderado por la NASA, el telescopio James Webb es un proyecto internacional conjunto que cuenta con la participación de la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA).
El observatorio espacial es 100 veces más potente que su predecesor Hubble, que está a punto de cumplir 32 años en órbita, y como estará tan lejos, no lo podrán reparar si alguna pieza clave, como el espejo plegable de 18 elementos hexagonales de berilio o el parasol, llega a estropearse.
El espejo del James Webb es el más grande jamás lanzado al espacio para estudiar el universo: mide 6,5 metros en su punto más ancho, pero al ser de berilio, es más ligero que el del Hubble. Cada uno de sus 18 elementos está recubierto de oro ultradelgado para reflejar la luz infrarroja.
El más caro de la historia
El desarrollo y lanzamiento del James Webb lleva años de retraso. La idea de crear el telescopio tomó forma en los años 1990, y en 2004 comenzó la construcción, que estaba en peligro, pues las autoridades estadounidenses querían cancelar el proyecto debido a su enorme costo que desviaba los fondos de otros programas espaciales, por lo que finalizó solo en 2019.
El precio del James Webb se estima en 10.000 millones de dólares, que incluyen los primeros cinco años de operación. La Agencia Espacial Europea se hizo cargo de los gastos de lanzamiento a bordo del cohete Ariane 5.
¿Por qué se llama James Webb y cuánto tiempo funcionará?
Mientras el telescopio Hubble lleva el nombre del astrónomo Edwin Hubble, quien confirmó hace un siglo que existen innumerables galaxias más allá de la Vía Láctea y que el universo está en constante expansión, su sucesor fue nombrado en homenaje a James Webb, quien encabezó la NASA de 1961 a 1968.
Webb presidió los proyectos Mercury y Gemini, y la primera fase del programa de alunizaje Apolo. En 2002, una década después de su muerte, la NASA eligió su nombre para el nuevo telescopio.
La misión del telescopio está programada para diez años y es poco probable que sirva a la ciencia por más tiempo. Las limitaciones están arraigadas en su propio diseño: para garantizar la alta sensibilidad del sensor que penetra en las profundidades del infrarrojo, es necesario enfriarlo constantemente con helio líquido hasta los 267 grados centígrados bajo cero. Cuando el refrigerador se acabe, el James Webb ‘morirá’. RT