La inseguridad toma por asalto a las funerarias

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Reducen las horas de trabajo y evitan velar fallecidos en balaceras.

Joan M. Camargo/El Universal

Más allá de los actos velatorios que se realizan en funerarias, existen hechos hostiles dados por el consumo de sustancias ilícitas que han terminado, en muchos casos, con personas heridas o muertas dentro de las capillas fúnebres. El miedo a cumplir con un acto cristiano se ha trasladado de las casas velatorias a las viviendas de las víctimas. Es una lucha constante contra la inseguridad.

Para María Figuera, coordinadora de servicios de la funeraria Nazareth ubicada en la avenida Nueva Granada, «se ha vuelto normal que en los velorios los dolientes consuman droga y en los traslados secuestren a los conductores».

Así transcurre el fenómeno de la violencia que se percibe durante los rituales de homenaje a los difuntos en las funerarias del país.
Enfrentamientos entre bandas o con funcionarios policiales son los casos que prefieren evitar las empresas fúnebres.

En los velorios de personas asesinadas a tiros el común denominador es el alcohol, las drogas y las armas de fuego, lo que genera situaciones violentas, donde los trabajadores funerarios no pueden hacer más que dejar que todo termine.

Uno de estos escenarios se suscitó a mediados de mayo en una funeraria del centro de Guarenas, donde cinco sujetos armados irrumpieron en una de las capillas para rematar a un difunto de una banda rival, que había caído en un enfrentamiento anterior.

Desde ese momento dicha casa velatoria decidió no aceptar más fallecidos bajo este tipo de circunstancias.

La coordinadora de la funeraria Nazareth asegura que aunque a veces tratan de evitar ese tipo de velorios, pero en su mayoría los tiene que aceptar porque las condiciones económicas no están dadas para discriminar la clientela.

El gerente de ventas de la funeraria Los Caobos, Hermes Veliz, denuncia que son cuantiosos los daños ocasionados por los dolientes de los baleados. «En más de una oportunidad nos han destrozado los lavamanos y las pocetas. Además, se han robado las sillas de las capillas».

Además de los hechos de violencia el directivo manifiesta que en muchas oportunidades han evidenciado como los dolientes se drogan en los sanitarios de la funeraria. «En las instalaciones hemos encontrado desde inyectadoras hasta pitillos llenos de sustancias estupefacientes».

Conductores asediados

La coordinadora de la funeraria Nazareth denuncia que en algunos casos los conductores de las carrozas fúnebres son amenazados a muerte por los dolientes para que se desvíen de la ruta hacia el cementerio.

Rafael León, conductor de Servicios Funerarios relata que muchas veces lo han obligado a meterse dentro de cárceles y barrios. No se puede negar porque lo pueden matar.

Aunque aún no se han registrado conductores muertos en estas prácticas, León manifiesta que hay velorios donde las carrozas terminan destrozadas, puesto que al momento del entierro los dolientes «se montan en los vehículos y en oportunidades le caen a plomo».

Hace varios meses por el hecho de negarse a desviar su ruta hacia el camposanto, César Betancourt, quien es conductor de otra empresa, recibió un disparo en la pierna.

La víctima fue a buscar un cadáver en un barrio de Catia, y cuando lo trasladaban hacia el Cementerio General del Sur un sujeto que iba dentro de la misma carroza lo apuntó con un arma de fuego y lo obligó a ir hacia otro barrio del oeste de Caracas, donde le harían otro homenaje.

Betancourt se negó y en la Autopista Francisco Fajardo el pistolero lo bajó de la carroza, le disparó y luego huyó del sitio con el vehículo y el difunto.

Para evitar la violencia

Ante el peligro que generan los rituales de homenaje a los caídos en circunstancias violentas muchas funerarias de Caracas han decidido, de manera individual, tomar medidas para evitar que se generen este tipo de escenarios.

Aunque la norma común del gremio indica que se le debe prestar el servicio a todos los que lo requieran, hay funerarias que por medidas de seguridad intentan distanciar algunos casos.

La funeraria Hispania ubicada en avenida Andrés Bello de Caracas, trata de no aceptar personas asesinadas en balaceras por el resguardo de las instalaciones y los dolientes de otros difuntos.

Además, la empresa decidió hace poco más de siete meses por colocar rejas en toda su fachada para evitar ser víctimas de robos.

La Hispania mantienen sus puertas abiertas hasta las 8:00 de la noche, y solo permiten que se queden cinco acompañantes por capilla.Medidas de seguridad parecidas ha tomado la funeraria Los Caobos. Su directiva decidió colocar un cercado eléctrico para evitar que ingresen a robar.Asimismo evita admitir casos de difuntos asesinados en tiroteos.

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