Detenidos cumplen un ritual para fugarse de los calabozos

Reclusorios policiales no cuentan con espacios acondicionados

Deivis Ramírez Miranda/EU

En los últimos años las fugas de detenidos de los calabozos policiales han sido masivas. Esto por la cantidad de privados que han logrado salir de forma sorpresiva de los espacios hacinados que comparten.

Por ejemplo, de las celdas de Poliguacara en el estado Carabobo se fugaron 40 detenidos en septiembre del año pasado, y a principios de mayo de este año salieron otros 15 de Polizamora, en Guatire.

Todas estas acciones ocurren tras la puesta en marcha de un ritual que cumplen los detenidos cuando deciden fugarse en grupos.
Los funcionarios policiales explicaron lo que hacen los privados cuando dan inicio a estos planes.

«Ellos pasan el día tranquilos, no causan problemas, pero en las noches empiezan a simular fiestas y celebraciones, cantan, aplauden y pasan horas alborotados», dicen los uniformados sin identificarse.

En la policía de Zamora, estado Miranda, es común escuchar estas algarabías.

«Para ellos es un ritual especial que les permite ir socavando las paredes y pisos para poder fugarse», revelan.

Muchos se preguntaban, cómo podían fugarse los detenidos al abrir boquetes sin que los policías de guardia se percataran del hecho a tiempo.

«Por supuesto que es difícil saber cuando están golpeando paredes, porque lo único que escuchamos son gritos y cantos», indicaron los uniformados.

Además cuando los oficiales de guardia se acercan a las celdas a tratar de controlarlos, los detenidos arrecian su acción y pasan a la fase de protesta que consiste en golpear los barrotes de las celdas.

Así pueden pasar hasta tres horas o el tiempo que consideren necesario para abrir boquetes en las paredes.

De lo que si están claros los funcionarios, es que todas las estructuras que albergan detenidos presentan graves fallas.

Por supuesto que esto les permite planificar la fuga y lograrla en el menor tiempo posible.

Las paredes de calabozos son débiles por la humedad y filtraciones. El hacinamiento y la falta de mantenimiento van generando deterioro progresivo en los espacios, que es aprovechado por los líderes de celdas.

«Hemos insistido en la solicitud de materiales de construcción para reacondicionar los espacios, pero la alcaldía no baja los recursos», dijeron policías consultados.

En unos calabozos de tránsito, donde los detenidos no deberían permanecer más de 48 horas, y que fueron diseñados para albergar máximo a diez personas, los números demuestran lo contrario.

El hacinamiento y la insalubridad forman parte de todas las celdas policiales.

Cuando se producen fugas masivas y quienes logran tomar la calle son delincuentes de alta peligrosidad, el principal temor de los funcionarios es la venganza.

«No es fácil tener que hacer vida diaria, cuando sabemos que quienes se fugaron son hampones que en algún momento sometimos. Para ellos siempre existirá la sed de venganza y eso es delicado para nosotros y nuestras familias», refieren los uniformados.