Crónica letal: Leisester, Adolfo y Andrés, rostros de la muerte bajo crisis

Un país plagado de hambre y miseria, donde la economía afecta hasta el más pobre, una nación que no ha logrado crecer lo suficiente para dar de comer a su propio pueblo. Niños muriendo por falta de bocado, gente despellejando animales para comer su carne, un sinfín de vestigios que se manifiestan en historias palpables que siguen proliferándose.

Leisester López de 63 años fue víctima de los embates de la crisis en Venezuela, que se manifiesta con la inflación más alta del mundo, estimada por el Fondo Monetario Internacional en un 720% este año, lo que lleva a las familias a luchar a toda costa para sobrevivir.

López vivía en la urbanización Nueva Casarapa, situada en  Guarenas, estado Miranda con su esposa y seis hijos. Se especializó en la mecánica Diesel y comenzó a laborar en la Corporación de Servicios del Gobierno de Distrito Capital, situado en Antímano, pero tenía más de un año bajo la posición de incapacidad laboral, debido a que era hipertenso.

 

Ante la crisis en el país, López no conseguía sus medicamentos para  la hipertensión, pero a pesar de estar en posición de incapacidad laboral seguía trabajando de forma particular en su especialidad, mecánico.

Leisester tenía una camioneta modelo Ford Bronco, color negra, y se había desgastado totalmente uno de sus cauchos, por lo que comenzó a averiguar los precios de un neumático nuevo, pero era algo que no podía pagar, su valor rondaba los 2 millones 200 mil bolívares, por lo que se fue por algo más económico, un caucho usado, conocido coloquialmente como “chiva”.

Los altos costos de los cauchos, por la crisis económica en el país, lo llevaron a comprar ese tipo de neumático que normalmente se espicha con facilidad y puede hasta explotar en pleno recorrido, algo que le ocurrió a Leisester. Este miércoles asistió a una reunión familiar en la casa de su hija en Caricuao. El encuentro se prolongó hasta las 12:40 de la madrugada del día siguiente, por lo que a esa hora salió de la vivienda de su primogénita -a bordo de su vehículo Ford Bronco– se trasladó con su hermano hasta Catia para dejarlo en ese sector y luego se dirigió hacia la autopista Francisco Fajardo para viajar hacia su vivienda en Guarenas.

Leisester, quien viajaba solo, a la altura del Jardín Botánico, perdió el control del vehículo, se volcó y luego terminó estrellándose falleciendo con el impacto. Su cuerpo salió expedido de la camioneta y quedó a un lado de la carretera. El cadáver del sexagenario estuvo hasta las 04:00 de la madrugada en la vía esperando a que la furgoneta del Senamecf lo trasladara. Durante ese tiempo se robaron de su automóvil una de las baterías que estaba usando y otra que tenía de repuesto, que se encontraba guardada en la maleta.

La esposa de Leisester se enteró de lo ocurrido debido a que tenía tiempo llamando a su teléfono y en un último intento le contestó un funcionario informándole lo sucedido. Y toda esta tragedia ocurrió porque le estalló el caucho usado que había comprado recientemente y que era lo único que podía pagar ante los altos costos por la crisis económica en el país. Los hijos de este mecánico no podían contener las lágrimas en la morgue de Bello Monte ante la desdicha que enlutaba a una familia.

La muerte por desnutrición: otro trago amargo de la crisis

Adolfo Iván Martínez Canino, de 25 años, ingresó a la sala de guardia y custodia de PoliGuaicaipuro el 13 de septiembre de 2016 por el delito de homicidio. Este lunes 18 de septiembre fue recluído en el Hospital Dr. Victorino Santaella debido a que presentaba desnutrición severa y desgaste multiorgánico, un padecimiento  que es consecuencia de la mala alimentación de los reclusos por la escasez de comida.

Su salud se agravó a tal punto que falleció este miércoles cuando ya había cumplido un año detenido en los calabozos de la policía de Guaicaipuro. Un hecho que refleja la grave situación de desnutrición que padecen los presos en las cárceles del país, así lo manifestó en una oportunidad el director general del Observatorio Venezolano de Prisiones, Humberto Prado, quien afirmó que en el año 2016 fallecieron 250 privados de libertad, tres de ellos por casos de canibalismo, nueve por desnutrición y 238 por arma de fuego.

Por falta de medicamentos

Andrés Rafael Farías Farías estaba a punto de cumplir 46 años cuando fue hallado muerto este martes por sus familiares en su vivienda, situada en Turumo, estado Miranda. Desde pequeño sufría de epilepsia, pero su estado se empeoró  aún más cuando comenzó a sufrir los embates de la crisis por la falta de medicamentos. El fenobarbital esencial para su subsistencia no lo conseguía “ni bachaqueado”, por lo que las convulsiones a medida que pasaba el tiempo se hacían más constantes y fuertes.

El domingo su esposa no se encontraba en su vivienda, debido a que había viajado para Colombia, momento que quería aprovechar Andrés para trasladarse hasta Barlovento, estado Miranda, para visitar a unos familiares. Sus parientes se imaginaron que Andrés había viajado a Barlovento, pero el martes se inquietaron cuando conocieron que él nunca había llegado a esa región mirandina. Varios de sus seres queridos se trasladaron a la vivienda de Farías y lo encontraron sin vida. Una de sus convulsiones lo había afectado gravemente hasta luego fallecer.

El Cooperante

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