«No es la mascarilla, es la cara». El consejo más difícil de seguir contra el coronavirus

Expertos de la OMS, el CDC estadounidense o la Casa Blanca han recomendado no tocarse la cara en comparecencias en las que no han parado de hacerlo.

Una de las recomendaciones para evitar el contagio por coronavirus más importantes y a la vez más difíciles de seguir es la de no tocarse la cara. Lavarse las manos es crucial, pero lo es porque esas manos acaban con frecuencia varias veces al día en nuestro rostro, nuestra boca, nuestros ojos, nuestra nariz. Ahí está la puerta de entrada del COVID-19.

No es la mascarilla: es la cara, han venido a decir expertos de todo el mundo, para justo después tocarse la cara. Sin darse cuenta. Parece inevitable. Le ha pasado a Debbie Brix, asesora de la Casa Blanca: recordó que es importante evitar el contacto con el rostro y segundos después se frotó la nariz. También le ha pasado a Robert Redfield, director de la máxima autoridad científica de salud pública en EEUU, el CDC. también a Michael Ryan, director ejecutivo del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS. En lo que se refiere al consejo de no tocarse el rostro, en sus ruedas de prensa les hemos visto decir una cosa y hacer la contraria. No han podido evitarlo ¿Cómo podríamos hacerlo los demas?

«Llevo semanas sin tocarme la cara. Semanas. Lo echo de menos», comentó Donald Trump esta semana. Pero el presidente de Estados Unidos no es una excepción y no han dejado de difundirse vídeos recientes en los que no para de llevarse las manos al rostro.

Todas esas anécdotas muestran lo difícil que es luchar contra un hábito. Nos toqueteamos el rostro desde niños. Un estudio de 2014 concluyó que hacerlo ayuda a liberar estrés y a la formación de recuerdos. Fíjese en la gente a su alrededor. Lo hace continuamente. Igual usted se ha llevado la mano a la cara alguna vez desde que empezó a leer estas líneas.

Como es tan difícil evitarlo, lo más fácil es buscar alternativas. Varios medios estadounidenses llevan varios días preguntando a expertos en busca de consejos contra este hábito y el New York Times los ha resumido en cinco.

  • Tener pañuelos desechables siempre a mano. Así cuando uno siente un picor o necesita frotarse la nariz o los labios puede evitar el contacto directo con los dedos.
  • Ser consciente de qué nos lleva a tocarnos la cara. Si se logra identificar, por ejemplo, que uno se frota los ojos porque están secos, echarse unas gotas puede ayudar. El diario estadounidense cita a un médico que recomienda a quienes llevan habitualmente lentillas que usen gafas.
  • Poner notas por todas partes: en casa, en el ordenador del trabajo… Ponerse alarmas en el móvil a modo de recordatorio constante.
  • Mantener las manos ocupadas con pelotas antiestrés y otros objetos. En este caso, hay que acordarse de limpiar con frecuencia ese objeto.
  • Usar un jabón de manos muy perfumado. Así cuando las manos se acerquen a la cara, el olor hace que uno sea consciente de que se va a tocar la cara.

Los consejos parecen todos falibles y algunos incluso son aparatosos para incluirlos en nuestras rutinas. Por eso la insistencia prioritaria de las autoridades es el lavado de manos. Porque no es sencillo controlar lo que uno hace con ellas.