Cuando el nuevo coronavirus se presentó en China, no se sabía si sólo las personas infectadas con síntomas podían transmitirlo o si también los pacientes asintomáticos —aquellos que ignoraban que eran portadores porque no tenían fiebre ni tos— eran capaces de contagiar el microorganismo a otros, o en qué medida. Eso presentaba una esperanza: acaso la propagación del Covid-19 sería más limitada.
Pero una nueva simulación del modo en que diseminó el coronavirus, publicada en Science por un equipo de investigación internacional (científicos de Imperial College London, Reino Unido; las universidades de Columbia y California-Davis, Estados Unidos; la Universidad de Hong Kong y la Universidad de Tsinghua, Beijing) mostró que antes de que se cerrara Wuhan, el foco inicial, “casi 9 de cada 10 infecciones fueron transmitidas por portadores que aun estaban saludables”.
En comparación con una persona lo suficientemente enferma como para que su contagio se confirmara en los primeros días de la pandemia, alguien con síntomas leves, que las autoridades no registraban, tenía “la mitad de probabilidades de infectar a otro”; sin embargo, dado que la cantidad de estos transmisores silenciosos era muchísimo más grande que la de los enfermos controlados, tuvieron un efecto exponencialmente más amplio.
“Estimamos que el 86% de todas las infecciones pasaron sin ser documentadas antes de la restricción de viajes del 23 de enero de 2020. Por persona, la tasa de transmisión de infecciones no documentadas fue del 55% de las que sí fueron documentadas, pero dado a sus cifras mucho mayores, las infecciones no documentadas fueron la fuente del 79% de los casos documentados”, especificó el estudio. “Estos hallazgos explican la rápida diseminación geográfica de SARS-CoV2 e indican que la contención de este virus será particularmente desafiante”.
En términos prácticos, el estudio internacional plantea un problema urgente: si “la elevada proporción de casos no documentados”, simplemente porque no mostraron síntomas, “parece haber facilitado la rápida propagación del virus en toda China”, entonces no se sostiene el criterio (sobre el que han insistido algunas autoridades en el mundo) de no hacerle el examen a quienes no presentan señales: podrían ser portadores sanos del coronavirus.
Al contrario, subrayaron los expertos: “Se necesitaría un aumento radical de la identificación y el aislamiento de las infecciones actualmente no documentadas para controlar plenamente el SARS-CoV2”.
Es precisamente en ese periodo de latencia y hasta de invisibilidad que la persona contagiada circula sin las precauciones que debe tomar alguien infectado, y pasa el microorganismo inadvertidamente a otros.
“La transmisión sigilosa no es sólo real sino un gran impulsor de la epidemia”, dijo a Los Angeles Times Jeffrey Shaman, director del estudio que se publicó el 16 de marzo. “Su contribución a la propagación del virus pasa básicamente sin detección, volando por debajo del radar”.
Aunque, como señaló en enero Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los Estados Unidos, la transmisión de personas asintomáticas “nunca ha sido el impulsor” de una pandemia, este nuevo estudio se suma a otros que indicarían que este coronavirus sería una excepción a esa regla. “La diseminación pre-sintomática podría ser típica entre las infecciones documentadas”, señaló la publicación aparecida en la revista académica, y de ese modo “afectar el éxito del control de los brotes”.
El periódico de Los Angeles citó otra investigación, publicada el 15 de marzo en el sitio medRxiv, en la cual los epidemiólogos hallaron que en un grupo de 91 infecciones en Singapur, el 48% de ellas sucedió antes de la aparición de los síntomas, y que en otro grupo, de 135 casos, en la provincia china de Tianjin, el 62% provino de personas que no sabían que tenían el SARS-CoV2.
Si bien los resultados son preliminares, advirtieron los autores, que son científicos de universidades y organismos sanitarios de Bélgica y Holanda, advirtieron que los transmisores silenciosos tienen un papel que no se vio en el caso de las dos epidemias anteriores de coronavirus, del síndrome respiratorio agudo grave (SARS) y el síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS). No obstante lo cual, se sigue el mismo manual: “El control de la epidemia de Covid-19 se basa en medidas sobre casos concretos, como el hallazgo de uno y el rastreo de contactos”.
Los investigadores advirtieron que “la proporción de transmisión pre sintomática”, que suele ser determinante de la eficacia de ese enfoque, en el caso del Covid-19 “son altas, van desde 0,48 a 0,77”. Por eso “es poco probable que estas medidas por sí solas alcancen para controlar la epidemia”, siguieron. “Se requieren medidas adicionales, como el distanciamiento social”.
Otra investigadora que señaló la posibilidad de una “transmisión sigilosa” de importancia fue Sandra Ciesek, del Instituto Médico de Virología de la Universidad de Frankfurt, quien lo mencionó en febrero en la Revista de Medicina de Nueva Inglaterra (NEJM). “Creo que las personas sin síntomas pueden transmitir el virus”, dijo al Times. Y mientras eso continúe, agregó, “la contención es prácticamente imposible”.
El estudio de Shaman y sus colegas hizo una simulación de escenarios de transmisión en 375 ciudades de China, controlando 173.000 millones de “eventos de viaje” entre el 10 y el 23 de enero, esto es, mientras la preocupación crecía pero antes de la cuarentena de Wuhan y otras ciudades en la provincia de Hubei. De todos los modelos que comprobaron, el que coincidió con las cifras de la expansión del coronavirus allí es el que tomó en cuenta y midió la dimensión invisible de los portadores asintomáticos.
“Estas personas son los impulsores principales” de la epidemia, dijo Shaman a Los Angeles Times. “Ellos son los que facilitaron la diseminación”, reseña Infobae