El ajo, además de ser delicioso, aporta propiedades medicinales que previenen y combaten diferentes tipos de cáncer e infecciones.
Mucho se ha hablado de las increíbles propiedades del ajo, sin embargo, ¿conoces para qué sirve? Desde hace miles de años, el ajo se ha utilizado en la medicina tradicional para prevenir y curar diferentes males. Gracias a su delicioso sabor, propiedades medicinales y beneficios para la salud, se ha convertido en un ingrediente imprescindible en la cocina.
La mayoría de sus efectos se deben a uno de los compuestos de azufre que se forma cuando se pica, machaca o mastica, llamado alicina. Este compuesto es el que defiende a la planta contra insectos, hongos y bacterias existentes en la fauna propia del suelo, y el responsable del olor característico del ajo.
Entre sus propiedades podemos decir que estimula el sistema inmunitario y es antiséptico. Se ha demostrado su efectividad para matar algunos microorganismos como: cándida álbicans, escherichia coli, estaphylococus aureus, hongos de la piel y uñas; además, estudios señalan su capacidad para reducir la hipertensión arterial, triglicéridos y colesterol.
No obstante, este compuesto se “destruye” al contacto con el calor, por lo que si estás interesada en obtener sus beneficios, deberás de consumirlo crudo.
A parte de las particularidades ya mencionadas, el ajo es ideal para eliminar todo tipo de infecciones bacterianas y de virosis, y para curar infecciones causadas por microorganismos como levaduras y gusanos.
Entre sus beneficios nutrimentales podemos agregar que aporta cantidades razonables de magnesio, vitamina B6, B1 y C, selenio, fibra, calcio, cobre, potasio, fósforo y hierro, además de que sus antioxidantes ayudan a prevenir enfermedades cerebrales comunes como el Alzheimer y la demencia.
Otro de sus compuestos más benéficos es el ajoene, el cual, junto a la alicina, los tiosulfinatos y una gama de compuestos organosulfurados, contienen importantes propiedades antitrombóticas, antitumorales, antiparasitarias y antifúngicas, según la Revista Iberoamericana de Micología.
Por su parte, el Instituto Nacional del Cáncer revela que varios estudios demográficos muestran que existe una relación entre el aumento del consumo de ajo y una reducción en el riesgo de ciertos tipos de cáncer, como los cánceres de estómago, colon, esófago, páncreas y de seno (mama).
“Los efectos protectores del ajo pueden derivar de sus propiedades antibacterianas o de su capacidad para bloquear la formación de sustancias que causan cáncer, detener la activación de sustancias causantes de cáncer, mejorar la reparación del ADN, reducir la proliferación celular, o provocar la muerte celular”.
Por último, de acuerdo con las pautas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la promoción de la salud en los adultos, una dosis diaria de 2 a 5 g de ajo fresco (aproximadamente un diente de ajo), 0,4 a 1,2 g de ajo en polvo seco, 2 a 5 mg de aceite de ajo, 300 a 1 000 mg de extracto de ajo, u otras formulaciones equivalentes a 2 a 5 mg de alicina, es recomendable para reducir el riesgo de cáncer.