Según la OMS, esta enfermedad afecta al 1% de la población mundial y, en el caso de los países en vías de desarrollo, puede duplicarse.
A propósito del Día Púrpura, como se identifica la fecha dedicada a la epilepsia, el doctor Oscar González, neurólogo pediatra y neurointensivista del Grupo Médico Santa Paula (GMSP), destaca que se trata de trastorno del sistema nervioso central en el que la actividad cerebral normal se altera, provocando convulsiones o breves movimientos involuntarios y, en algunas ocasiones, la pérdida de la consciencia
El especialista señala que el 70% de las personas tratadas y diagnósticadas con epilepsia pueden llevar una vida normal y, en su mayoría, cuando son controladas, no producen retardos mentales ni déficit neurológicos.
En cuanto las causas, señala antecedentes familiares de epilepsia, es decir genéticas, traumas craneoencefálicos, isquemia, asfixias en los partos, infecciones del sistema nervioso central (meningitis, encefalitis), tumores cerebrales y para el caso del adulto mayor, enfermedades degenerativas como el Parkinson, esclerosis múltiple, demencia y los ataques cerebrovasculares.
Diagnóstico a tiempo
Explica que el diagnóstico de epilepsia en Latinoamérica descansa esencialmente en la clínica y en el registro del electroencefalograma. “Es importante interpretar y diagnosticar la epilepsia a tiempo porque hay una patología que se desencadena de ello, denominada SUDEP, que no es más que un evento catastrófico en pacientes no tratados, o que llevan un control inadecuado, situación que puede desencadenar en la muerte”.
Para el diagnóstico, el doctor González describe que se requiere primero un interrogatorio clínico por parte del neurólogo, luego exámenes como el electroencefalograma (EEG), acompañado de otros estudios de neuro-imágenes. “Las dificultades diagnósticas más importantes se encuentran en casos de crisis psicogénicas, síncopes, espasmos del sollozo y trastornos del sueño”.
Destaca que en la población pediátrica tiene particular importancia, debido que puede incidir en el neurodesarrollo y en las dificultades en el aprendizaje, entre otras alteraciones.
“Los patrones convulsivos son diferentes en cada individuo, ya que dependerá de las estructuras cerebrales que se ven implicadas. Esto es uno de los motivos que interfiere en su interpretación como convulsiones y, más allá, en la aceptación por parte de los padres, ya que solo admiten la crisis generalizada como convulsiones.
“Existen casos en que el paciente no responde a tratamientos farmacológicos, por lo que se recurre a otro tipo de procedimientos, como la estimulación del nervio Vago (SVN), una dieta cetogénica, así como el tratamiento quirúrgico, sólo en los casos elegibles, obteniéndose excelentes resultados, siempre y cuando sea efectuado por un profesional idóneo y con experiencia en el tema”, acota el especialista.
Epilepsia en niños
Para la doctora Beatriz Villalobos, neuropsicóloga clínico del GMSP, mientras más tardía aparezcan las crisis epilépticas, mejor es el pronóstico desde el punto de vista funcional en el área neurocognitiva, de comportamiento y emocional.
Agrega que el trabajo del neuropsicólogo va de la mano del que realiza el neuro pediatra. El primero se encarga del cerebro, mientras que el segundo especialista, de las funciones de este gran órgano. Luego de las evaluaciones que realizan ambos especialistas, “desarrollamos un plan de trabajo para estimular al niño, con las deficiencias que pueda estar presentando a raíz de su tipo particular de epilepsia”, precisa Villalobos, al tiempo que resalta la importancia de poder atacar lo más temprano posible las dificultades que pueda estar generando la epilepsia en el niño, pues ello repercute en un mejor desempeño escolar, social, familiar, en términos generales mejorará su calidad de vida.
El primer paso es identificar el tipo de epilepsia, porque hay muchas, como, por ejemplo, del lóbulo frontal, del temporal, del occipital. Cada una impacta neurológicamente de forma diferente lo que son las funciones del niño. De ahí la importancia de la evaluación neuropsicológica completa desde que se detectan las primeras crisis; el compromiso neurocognitivo en cada caso puede ser diferente para cada niño, variando también según la edad de inicio.
En cuanto al tratamiento, la especialista señala que, además del abordaje farmacológico propio del neuropediatra dirigido a controlar las crisis, es fundamental trabajar en un plan de rehabilitación neurocognitiva buscando estimular: memoria, atención, concentración, lenguaje, razonamiento, desenvolvimiento social, entre muchas otras funciones cognitivas y emocionales que pudiesen hallarse alteradas a raíz de la epilepsia; teniendo en cuenta el efecto de los fármacos sobre la conducta del niño, tanto en el área cognitiva como en la emocional y comportamental; además de las complicaciones adicionales que pueden darse en caso que sufra de alguna otra patología, adicional a la epilepsia.
Las evaluaciones neuropsicológicas periódicas no sólo permitirán realizar acciones dirigidas a estimular las áreas afectadas y llevarlas a un mejor nivel de funcionamiento; sino que además son la forma de medir cómo va evolucionando y respondiendo cognitivamente el niño, a los abordajes tanto farmacológico como terapéutico.
La doctora Villalobos señala que los niños que sufren de epilepsia presentan fallas a nivel de memoria, concentración, atención, dificultades académicas, de desenvolvimiento social, de irritabilidad, e impulsividad; de lenguaje, motoras y también emocionales.
Trabajo con los padres de niños epilépticos
Los expertos del GMSP coinciden en que el apoyo del entorno familiar, especialmente el de los padres, además de la colaboración del entorno educativo del afectado, son elementos importantes.
En este sentido, la especialista explica que los pequeños suelen ser víctimas de burlas en las escuelas y de sobreprotección por parte de los padres y la familia, lo cual los hace sentir “a menos”. “Hay que darles un espacio para que puedan drenar sus angustias y miedos, el dolor, el sufrimiento que implica el saberse en esa situación que no pueden controlar; les molesta generar esa sensación de minusvalía, lo que provoca alteraciones en el orden emocional.
Al abordar el rol de los padres, señala que a veces caen en errores, debido a sus propias angustias y miedos. “Ningún padre quiere tener un niño con una enfermedad o una condición. Muchas veces caen en el error de sobreproteger a su niño; prohibiéndoles correr, saltar, jugar, hacer deportes, etc., bajo la excusa de tener algo en su cabeza; lo que no es completamente literal, de modo que con las precauciones necesarias que amerite cada caso, estos niños pueden llevar una vida totalmente normal, como cualquier otro niño.”
Explica que los padres también necesitan un espacio para drenar ansiedades, sentimiento de culpa; por lo que también con ellos debe trabajarse desde el punto de vista psicológico.
En la actualidad el GMSP cuenta con especialistas que pueden abordar de manera integral la atención del niño epiléptico, desde su diagnóstico hasta su tratamiento y control.
La disponibilidad de tecnología de punta a través de la Unidad de Imagenología, así como de los especialistas de reconocida trayectoria en el área neurológica, pediátrica y neuropsicológica, permitirán a los padres una mayor confianza en la atención de su hijo.
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