Cómo tratar el acné quístico

El acné quístico es una variante agresiva del acné. Se presenta principalmente en la cara, generando bultos en la piel que afectan la estética. ¿Cuáles son sus causas y cómo se combate?

El acné quístico es una forma de presentación de la patología acné. No todas las personas que lo padecen lo hacen de la misma manera ni lo sufren con la misma intensidad. El acné es un trastorno frecuente en la población. Consideremos que, aproximadamente, el 80 % de las personas entre 11 y 30 años pueden sufrirlo.

La distribución de edades del acné es clara, afectando a los más jóvenes. Aunque hasta los treinta años es la mayor prevalencia, la mayoría de los casos son previos a los veinte años de edad. Dentro de las variedades de presentación del acné tenemos la versión del acné quístico.

Como adelantamos, es una forma agresiva con lesiones mucho más notorias que el acné común. Se considera que existe acné quístico cuando en la piel hay bultos inflamatorios en lugar de los pequeños puntos negros. Estos bultos duelen y en su inflamación colorean de rojo la piel.

El lugar preferido por el acné quístico es la cara. Causa deformaciones de las facciones del rosto, afectando el aspecto psicológico de quien lo padece. Además, evoluciona con cicatrices, a diferencia del acné común. En el acné quístico pueden quedar marcas en la piel del paso de los bultos inflamatorios.

Si bien es el rostro el lugar de presentación habitual, también hay casos de acné quístico en el tronco. Con menor frecuencia aparecen lesiones en los miembros superiores.

Causas de acné quístico


El acné quístico aparece por el mismo mecanismo que el acné común. Es decir, las glándulas sebáceas de la piel se tapan y no pueden eliminar su contenido al exterior. La función de las glándulas sebáceas es lubricar la piel con producción de grasa y humedecerla.

Si los conductos de expulsión de la grasa al exterior de obstruyen, entonces se acumulan bacterias al interior de la glándula. Lo que determina la agresividad del acné quístico es la característica de las bacterias que anidan en los poros. En este caso, los microorganismos son los generadores de la inflamación.

También se ha vinculado al acné quístico con las hormonas. Un papel importante lo desempeña la testosterona y, por ello, son más afectados los varones que las mujeres.

En las mujeres se ha notado que los ciclos menstruales modifican la evolución del acné quístico. Es por esa razón que aquellas que padecen síndrome de ovario poliquístico están más expuestas.

Se sabe que las mujeres con síndrome de ovario poliquístico tienden a ser obesas. En la obesidad hay más tejido graso, el cual tiene la capacidad de convertir hormonas femeninas en testosterona. El aumento de la testosterona en estas mujeres explicaría su asociación al acné quístico.

Grados y niveles de presentación


El acné quístico no se manifiesta con los mismos síntomas siempre. Quienes lo sufren lo pueden padecer de tres grados diferentes:

Leve: en esta forma se contabilizan hasta cinco nódulos inflamatorios en la piel afectada. Puede haber quistes también en número de hasta cinco. Es una forma agresiva, pero bastante manejable por el médico. No suele requerir más que tratamiento local con cremas y medidas de cuidado general.

Moderado: el acné quístico es moderado con más de diez lesiones nodulares purulentas, pero menos de veinte. Es una forma que ya requiere el uso de medicamentos por vía oral. Tiene un alto riesgo de generar cicatrices a futuro.

Severo: es la forma más agresiva de todas, presentando más de veinte lesiones en todo el cuerpo. Los nódulos suelen estar inflamados la mayor parte del tiempo y secretan pus. Duele bastante a la presión y también espontáneamente. Es una variedad que responde mal a los tratamientos y puede requerir hasta inyecciones de antiinflamatorios locales. A veces, si el pus es excesivo en cantidad, hay que drenarlo con un procedimiento quirúrgico.

Tratamiento del acné quístico


Fuera del acné quístico leve, que puede tratarse con cremas, el resto de las presentaciones clínicas requiere fármacos orales o inyectables. Será un profesional de la salud quien lo determine en cada caso.

El primer escalón del tratamiento son los antibióticos. Se intenta con ellos destruir a las bacterias que se alojaron en las glándulas sebáceas de la piel. Son tratamientos que duran meses, inclusive hasta un año.

Segundo escalón del tratamiento es la espironolactona. Este fármaco se indica en mujeres con la enfermedad, sobre todo aquellas con síndrome de ovario poliquístico. La espironolactona reduce la producción de testosterona por parte de las células grasas.

Finalmente, el fármaco más efectivo, pero restringido a casos particulares, es la isotretinoína. Se consume por vía oral y, cuando es efectivo, reduce la inflamación liberando los conductos obstruidos de las glándulas sebáceas.

El problema con la isotretinoína son sus efectos adversos graves. Sólo puede indicarlo un médico especialista en el tema que realice controles periódicos. En las mujeres que la consumen es fundamental que no se produzca una gestación durante el tratamiento debido a que genera alteraciones fetales mayores.

Así que ya sabes que si padeces acné quístico es vital la consulta con un médico o dermatólogo. Se determinará tu grado de afectación, instaurando el tratamiento pertinente. Es muy importante que no inicies terapias por tu cuenta que puedan empeorar el cuadro en lugar de aliviarlo.

Con información de Mejor con Salud