El sodio es un mineral que se puede encontrar en la mayoría de los alimentos, en mayor o menor porcentaje. Se trata de un elemento que cumple funciones centrales en el organismo, dado que aporta a su buen funcionamiento.
En primer lugar, es importante mencionar que mantiene el volumen de líquido extracelular (LEC) que está en función del contenido total del sodio en el cuerpo. Además, debido a su acción en relación con los líquidos en el organismo de los seres vivos, ayuda a mantener la homeostasis celular normal. Esto significa que contribuye al conjunto de reacciones que realiza una célula que le permiten estar en equilibrio con el medio que la rodea.
Por otro lado, regula el equilibrio de líquidos y electrolitos, la tensión arterial, el equilibrio ácido-base y la conducción de impulsos nerviosos, al tiempo que ayuda a regular el control de la contracción muscular y el transporte activo de nutrientes a través de la membrana celular.
Si bien es un componente necesario de la dieta de las personas por las importantes funciones que cumple en el cuerpo, también es necesario mencionar que si se consume en exceso puede provocar severos daños en la salud. En este sentido, cabe aclarar que hay una gran cantidad de productos que se consumen con frecuencia que contienen altos niveles de sodio, por lo que pueden contribuir a su ingesta en exceso. El problema central es que, en muchos casos, las personas no conocen cuáles son estos alimentos y consideran que los niveles de sodio que consumen no son tan altos como realmente son.
La sal de mesa es el primer elemento en el que se piensa cuando se habla de una dieta alta en sodio que es necesario reducir. Ahora bien, ¿cuáles son los alimentos que más sodio contienen y se consumen con frecuencia sin saberlo?
Los caldos en cubos -de cualquier sabor- que se utilizan para saborizar las comidas tienen altas cantidades de este mineral como consecuencia de su concentración.
Algunos condimentos o aderezos que se suelen encontrar en las mesas también contienen sodio en porcentajes altos. La mostaza, la salsa de soja, el ketchup y la mayonesa son algunos de ellos, a menos que explícitamente el envase diga que son bajos en sodio.
Todos los enlatados -y también algunos congelados- entran dentro de este grupo de productos, sobre todo por la alta cantidad de conservantes que requieren para mantenerse en buen estado dentro de los envases. Anchoas en lata, cualquier vegetal enlatado o congelado, atún, caballa, legumbres, son algunos de los ejemplos más claros.
Por su parte, los embutidos también se pueden encasillar dentro de este grupo. Si bien parece una obviedad, es cierto que muchas personas no consideran los altos niveles de sodio que tienen el salame, las salchichas, el chorizo, la morcilla, entre otros productos. Del mismo modo, los fiambres son realmente salados y pueden contribuir a la cantidad de sodio que consume una persona.
Aunque parezca innecesario mencionarlo, todos los snacks que se suelen utilizar para picadas o entradas de las comidas se pueden calificar como alimentos con altos contenidos de sodio. Papas fritas, palitos salados, maní con sal, entre otros.
¿Cuáles son los riesgos de consumir altos niveles de sodio?
El sodio en cantidades moderadas no es un alimento perjudicial para la salud. Sin embargo, su consumo en exceso puede repercutir negativamente en el funcionamiento del organismo, sobre todo a largo plazo. Por eso, está asociado a diversas patologías que pueden afectar el estado general de las personas.
La presión sanguínea alta -hipertensión-, las afecciones coronarias, irritabilidad, retención de líquidos y sobrecarga de trabajo para los riñones son algunos de los problemas que arroja la excesiva ingesta de sodio.
En condiciones normales de salud, los riñones tienen la capacidad de regular la concentración de este mineral y provocar una mayor producción de orina, lo cual provoca que ésta sea más diluida en caso de un consumo superior al requerido. No obstante, el exceso de sodio a mediano y largo plazo tiene consecuencias en el organismo: retiene agua, lo que obliga al corazón, al hígado y a los riñones a trabajar por encima de sus posibilidades.
El riesgo más evidente del exceso de sodio es la mayor probabilidad de desarrollar hipertensión arterial, dado que al retener agua, aumenta el volumen de sangre y por tanto la presión de la misma.
Fuente: derf