Las elecciones presidenciales previstas para el 2024 han evidenciado a gran escala lo que todo el mundo sabe, el poco o nulo entendimiento entre las dirigencias políticas que adversan al gobierno de Maduro. La triste realidad es que no sólo no se comunican entre sí, lo peor es que tampoco comprenden ni hablan el idioma de la mayoría de la gente.
Este episodio en la vida política nacional resulta sumamente parecido a la historia de la Torre de Babel. Personajes con una soberbia increíble fueron castigados con la diversidad de lenguas, su casi nulo entendimiento y la confusión entre ellos. De hecho, la palabra Babel deriva del hebreo “Balal” que significa confundir. Pareciera ser que las dirigencias políticas antagónicas a Maduro viven una eterna confusión. No conectan con el ciudadano de a pie, no tienen un plan de gobierno para el país, no generan una hoja de ruta para formar una gran coalición que permita cambiar el gobierno, en fin, su lenguaje y narrativa es una cosa; y lo que quiere y desea el pueblo es otra totalmente distinta a su relato.
Pero existe un hecho de mayor relevancia que la confusión de las lenguas; y es precisamente la apetencia de llegar al cielo a través de un atajo, hecho determinante en la construcción de la torre ya mencionada. Al respecto Michael Oakeshott nos dice que:
“La búsqueda de la perfección a través de la distancia más corta es una actividad impía a la par que inevitable en la vida humana. Conlleva a los castigos de la impiedad (la ira de los dioses y el aislamiento social) y su recompensa no se cifra tanto en el logro como en el hecho de haberlo intentado.”
Difiero de Oakeshott cuando asegura que es inevitable seguir atajos para lograr un fin. Puedo afirmar, con mucha humildad, que no todos tomamos el camino más corto, que existen, tal vez pocas y honrosas excepciones que se apartan de la vía fácil, claro está, en el ámbito político. Tomar la ruta más corta para lograr un objetivo acaba por pasar factura, tarde o temprano, a quienes se aventuran en esa travesía. En mi modesta opinión, siempre se puede evitar tomar decisiones incorrectas, basta sólo con pensar la política de manera adecuada para evitar que el daño colateral de las aventuras cortoplacistas termine afectando a quienes no apoyan dichas acciones.
Pero lo interesante es que el planteamiento de muchos grupúsculos políticos en Venezuela no es tanto lograr llegar al cielo, y ahí si concuerdo con el autor citado, lo central e importante para ellos es haberlo intentado. Esa es su carta más fuerte, venderse como los únicos capaces de enfrentar a un mal gobierno, promocionarse como los elegidos para ir a una batalla que no quieren ni desean ganar. Sólo buscan el reconocimiento de unos pocos que los ayudarán a conseguir beneficios personales, no importa cuál sea el precio que tenga que pagar el resto de la sociedad. El mismo Oakeshott lo indica más adelante:
“Se trata de una actividad, por tanto, apta para los individuos pero no para las sociedades. Para un individuo impelido a realizarla, la recompensa podría superar al castigo y a la inevitable derrota. El penitente podría tener la esperanza o la creencia de que caería, cual héroe herido, en los brazos de una sociedad comprensiva e indulgente…” “…Para una sociedad, por otro lado, el castigo es un caos de ideales en conflicto, el trastorno de la vida en común…”
La recompensa podría superar al castigo y a la inevitable derrota, que frase tan lapidaria. Es justo la lógica de los sempiternos candidatos y aspirantes. Entonces nos preguntamos, ¿De cuánto puede ser la recompensa que esperan obtener aquellos que no desean sino derrotar a las otras oposiciones? Es menester recordar a quienes lo han intentado múltiples veces, sólo para ser reconocidos cómo héroes ante la población y obtener recompensas del otro lado del hemisferio. Tengamos siempre presente los daños colaterales que hemos sufrido el resto de los venezolanos por la simplificación de lo que lleva años de trabajo. Que no se nos olvide jamás el trastorno de la vida común que padecemos por culpa de las Disidencias Controladas.
Dice Fernando Spiritto, “En las sociedades modernas, las decisiones de los que ejercen el poder tienen un impacto profundo y extendido.” Es muy cierto, pero en lo particular agregaría que, mayor impacto tienen las decisiones de quienes no ejercen el poder de forma directa. Es decir, mayor trascendencia tiene lo que hace o deja de hacer quien se enfrenta al poder de quien gobierna y maneja las instituciones.
Es por ello que se están conformando espacios plurales, que tienden puentes al entendimiento de todos los actores políticos, pero sobre todo tienden puentes con la población. Sectores verdaderamente independientes que tenemos un proyecto de país, que estamos interesados en lograr un acuerdo nacional para la gobernabilidad. Que deseamos un entendimiento, una forma distinta de hacer y ejercer la política.
No creemos en atajos, el camino debe ser la transformación, la ruta es innovar para construir el país que no hemos tenido, el sendero tiene que ser un nuevo paradigma, una nueva forma de ver la realidad y la sociedad. El camino es la renovación, pero no de caras, de prácticas; no de forma, de fondo; hacia allá es a donde debemos ir, a construir una torre pero no de confusiones, sino una Torre de Babel en su concepción acadia, que sería algo así como puerta del sol. La luz necesaria para salir de tanto oscurantismo.