Si se avala prohibir la importación de diésel en el país, es obvio que se debe tener un plan para enfrentar la escasez de comida, ya que no habrá transporte, plantas eléctricas en los hospitales, ni energía en las termoeléctricas. Quien corta una vía, debe estar en capacidad de abrir dos más; caso contrario, está desconectado de la realidad del país o simplemente vive desde hace mucho tiempo en el exterior.
¿Quiénes son los responsables del lobby para bloquear el diésel? ¿Qué sentido tiene debilitar más a la población o hacer aún más difícil la distribución de alimentos o evitar que las plantas que funcionen con diésel generen electricidad? ¿Eso va a debilitar al gobierno?
No permitir que llegue diésel a Venezuela es un crimen contra los venezolanos. ¿Que no haya combustible para transportar alimentos, para termoeléctricas o producir alimentos va a generar un cambio político? ¿Eso va a convencer a la élite gobernante de dejar el poder? ¡Indudablemente que no!
No podemos continuar con una política sectaria, esa “política” entendida como «si no haces lo que yo digo, no tienes derechos». Es la amenaza abierta. Es el resumen de la lógica autoritaria que sembró Chávez y alimenta permanentemente a los sectores radicales en nuestro país.
Los cambios que provocan las acciones políticas opositoras a los regímenes autocráticos, no suceden de un día para otro. Requieren determinación para sostener una ruta estratégica; por lo tanto, pedir resultados inmediatos y referirse a ellos como síntoma de fracaso solo siembra más desesperanza.
Ya es tiempo de observar y señalar con nombres y apellidos a quienes para hacer una sola cosa bien, tienen que hacer diez cosas mal; por esta razón estamos estancados. ¿Acaso la privación de gasolina, elecciones y consenso son positivas o productivas a la hora de hacer más llevadera esta crisis?
Un estratega puede cortar una vía de suministro al enemigo y obtener algún resultado esperado, pero jamás puede pretender que cortando suministros a las víctimas de su enemigo, este se debilitara. Hay un mal lobby político en el caso de Venezuela.
Recientemente, Donald Trump en la Convención Republicana habló de sus éxitos en política exterior nombrando a China, Irán, Israel e ISIS, pero no dijo ni una palabra sobre Venezuela. ¿Por qué? Adicionalmente, para Joe Biden la opción militar estaría descartada. Ambas personalidades, en líneas generales han dicho que el caso venezolano deben resolverlo los venezolanos, con apoyo de la comunidad internacional en segundo plano. No al revés. Esta es una política bipartidista, agarren dato y pisen tierra. Los lobistas aparte de hablar deben saber escuchar, observar, analizar y asumir su responsabilidad ante las malas estrategias y las tácticas fallidas. Llegó la hora de dejar atrás a esos vendedores de ilusiones que crean más frustraciones y desmovilizan a la gente, es hora de renovar el lobby, estamos en el mejor momento para dar un giro de 180° y avanzar hacia una verdadera ruta democrática, con más pluralismo, tolerancia y participación.
Esperamos que no pidan sanciones para los más de 14 mil candidatos que nos postulamos a las elecciones parlamentarias, y que amenacen con sancionar a quienes votemos el próximo 6D.
Ya basta de equivocaciones, las sanciones no debilitan al gobierno, debilitan a la sociedad, mientras aumentan el costo de salida del régimen, dividiendo cada vez más a la sociedad política; además cohesiona la coalición dominante, legitima el discurso de agresión externa y oculta la responsabilidad del gobierno en la destrucción del sistema económico y de salud que necesita mucho más que un bono por cada profesional de sanidad.
Pedirle a los venezolanos que sigan apoyando sanciones, bloqueos, y abstención, después de más de 2 años infructuosos y tortuosos para la gente, es exactamente lo mismo que pide la “revolución” chavista a sus partidarios. Estamos frente a dos extremos que se comportan igual, y como ciudadanos es nuestro deber reemplazar.