Está mal el gobierno de Maduro, tan mal que lo escuece la duda de si matriculará o no para el año que viene.
Aún más: si algo lo atormenta es su capacidad para mantenerse en el poder sin que surja un suceso, un imprevisto, que lo saque al fin de una responsabilidad para la que, definitivamente, no calza los puntos.
Y no es que no lo provoque, como puede demostrarse en este último semestre en que estuvo a de emprender dos guerras fronterizas, llevó el desabastecimiento de y medicinas a más del 60 por ciento, la inflación pasará del 300 y el precio real del dólar se acerca a los 1000 bolívares.
Hay una tercera guerra y es la del hampa contra los policiales y el propio gobierno, donde a día caen efectivos y se pierden armas de los arsenales de la FAN y Maduro, no solo no lo reconoce, sino que dice que en el país existe una paz imperturbable.
“Madurear” es un verbo muy en boga con que los venezolanos siguen enriqueciendo el castellano y está vez el vocablo designa a un manganzón que pasa los días hablando de los problemas, pero sin que tome una sola medida para solucionarlos.
“Tenemos que producir” decía Maduro el martes “no podemos seguir viviendo del petróleo, el presidente Chávez nos ordenaba que debíamos exportar” y aparece con un nuevo esquema de precios por el que aumentará la improductividad y seguiremos dependiendo del petróleo.
Lo que es peor: anuncia que le abrirá un juicio a Lorenzo Mendoza, el presidente de la única empresa productiva del país y a la que le debe Maduro no rebajar de peso, andar siempre irreprochablemente peinado y con unos trajes de marca que no bajan de los 2000 dólares por unidad.
Ah, porque “Polar”, la empresa de Mendoza, también es el más grande liquidador de impuestos del estado y será de donde araña Maduro para darse la gran vida que se da.
Suerte que tiene el manganzón.
Por Manuel Malaver / @MMalaverM