La presencia de Juan Guaidó en el evento donde Donald Trump pronunció su discurso del Estado de la Unión y luego su visita y foto en la Casa Blanca es muy positiva para él y su gira internacional, pues necesitaba coronarla con el respaldo público de su principal aliado internacional.
Este espaldarazo, por demás esperado y deseado, consolida la búsqueda de imagen internacional de la gira y le garantiza a Guaidó y a la oposición institucional el fortalecimiento de sus alianzas internacionales, especialmente en términos estratégicos y económicos y, sobre todo, le permite a Juan Guaidó regresar a Venezuela con un halo creíble de protección americana, que hasta ahora ha sido el elemento clave para mantenerse libre en el país y con margén de maniobra. El balance de esta actividad es claramente positivo y sus objetivos principales fueron logrados y coronados con éxito.
La pregunta clave ahora es: ¿qué viene después? Si Guaidó regresa con la misma protección, que ya tenia antes de salir; con los mismos aliados internacionales, que ya tenia; con las mismas declaraciones de deslegitimación de Maduro, que ya se habían hecho; con la misma estrategia de sanciones generales, económicas, financieras y petroleras, que ya se habían aplicado sin éxito; con el control de la Asamblea Nacional que ya controlaba, pero ahora sin Hemiciclo y con el mismo cargo simbólico de presidente interino, que ya ha ejercido por más de un año, con declive de popularidad de más de veinte puntos porcentuales en 2019, lo que se puede esperar sería los mismos resultados que se habían logrado hasta el cuatro de enero, antes del inicio de esta nueva épica política: desgaste opositor y de su liderzgo y preservación de poder revolucionario, aunque en un país más primitivo politicamente.
Las esperanzas hacia el futuro se basan en que esta gira traiga consigo más de lo que se ha mostrado públicamente. Que hayan pasado cosas detrás de bastidores que aún no conocemos y que sólo verems a su regreso a Venezuela. Que se produzcan cambios estratégicos fundamentales en la oposicion y la acción internacional que aún no han sido anunciados y que podrían estar vinculados a la presión internacional sobre los aliados de la revolución: China, Rusia y Cuba principalmente, para intentar lograr, a través de ellos, un marco más proclive para una negociación que abra puertas a la negociación electoral, en la que las expectativas, en todo caso, no son más altas que una elección parlamentaria, pero podrían abrir espacios a cambios de mediano y largo plazo o que Guaidó regrese realmente con apoyo económico y militar para iniciar una lucha sin cuartel, que podría durar años y generar una guerra civil, lo cual veo con muy poca probabilidad de ocurrencia, pues su resultado podría ser aún peor que la enfermedad.
La probabilidad de acciones unilaterales extranjeras para resolver el conflicto venezolano este año la veo con probabilidad tan baja, que ni siquiera la contemplo en estos escenarios. Queda también por saber cual será el siguiente paso de la Unión Europea, que podría tener impactos específicos sobre el sector más importante que es el militar. Un agudizacion de la estrategia de sanciones personales contra el sector militar y sus familias podría ser un factor de presión mayor camino a una negociación política, y estaría enfocado al único sector que realmente puede poner a Maduro en jaque.
Sin embargo, las dificultades europeas para lograr consensos sobre este tema hace pensar que es un proceso largo y tortuoso e igual su alcance a corto plazo se concentraría en buscar una sinceración de las parlamentarias y no hacia un cambio de gobierno a corto plazo. Esto, por ahora es lo que podemos ver, más allá de las emociones.