En su mensaje de Navidad antes de impartir la bendición “Urbi et orbi”, el Papa Francisco pidió con especial vehemencia que “la valentía anime también a la amada Venezuela para dar los pasos necesarios con vistas a poner fin a las tensiones actuales y a edificar conjuntamente un futuro de esperanza para la población entera”.
Todos esperamos, tras este horrible 2016, que el venidero año sea mejor pero no es suficiente esperar porque corremos el riesgo que el que viene sea aún peor si no tenemos, en palabras del Papa Francisco, “la valentía” necesaria para cambiar el actual estado de cosas.
Sobra recordar lo grave de la actual situación económica-social y las dificultades que las familias venezolanas enfrentan en el presente. Solo unos pocos centenares de burócratas y “enchufados” del régimen escapan de la crisis generalizada mientras se cuentan por decenas de miles los que pasan hambre, angustias por la carencia de medicinas o velan a un ser querido asesinado por el hampa desatada. No por azar, según la última Ómnibus de Datanalisis, el 90,4 % de los venezolanos opinan negativamente de la situación del país, incluido entre estos el 56,7 % de los que se proclaman oficialistas.
“Tengo que ser valiente, valiente, la fe nunca la debo perder, tengo que ser más fuerte, más fuerte, subir mi voluntad a otro nivel, espíritu rebelde, valiente, para mejorar este presente…” proclama Nacho en hermosa interpretación coreada incontables veces ya.
O somos valientes o nos resignamos a ser humillados día tras día en las colas para comprar migajas.
O la valentía es marca o nos acostumbramos a que el trabajo de nada vale y el dinero que recibimos por tanto esfuerzo se esfuma en nuestras manos.
O somos valientes o nos preparamos para despedir a nuestros muchachos que se van del país por falta de oportunidades o peor aún a enterrarlos tras ser asesinados por alguno de los muchos malandros que se multiplican.
O la valentía nos impulsa o nos disponemos a seguir entre los últimos del mundo, con hospitales que no funcionan, escuelas deterioradas, vialidad derruida, frecuentes cortes de electricidad y/o de agua.
O el empresario, el comerciante, se hace valiente o que esté listo para entregar las llaves de su negocio o a declararse en quiebra.
O el trabajador se llena de valentía o que se disponga a la frustración de no poder dar a los suyos una existencia decente.
O los profesores, los profesionales, se distinguen por ser valientes o que no se quejen por recibir salarios de miseria.
O los estudiantes inspiran a todos con su valentía –que ellos si han sido valientes en estos tiempos difíciles- o se olvidan que el conocimiento los reivindicará.
O la clase política entiende que hay que ser valientes o que se prepare para seguir haciendo política desde la oposición.
O el liderazgo opositor se llena de valentía o que se acostumbre a continuar siendo maltratados, amenazados, perseguidos por unos cobardes que solo el poder que usufructúan les permite imponerse “por ahora” a todo un pueblo que ya ni les quiere ni les soporta.
Valientes para que Venezuela sea otra en el 2017. No hay otro modo.